Tras aparcar en el propio pueblo, nos dirigimos a la plaza y desde allí iniciamos la ruta. Nos dirigimos hacia el norte (hacia la montaña). Enseguida vimos un cartel que indicaba varias rutas a la izquierda, seguimos esa indicación. Pasamos junto al pabellón deportivo, al cementerio y varios huertos. El camino es bueno y es un ascenso muy suave.
Pronto llegamos a la boca de la Mina, un lugar curioso donde podemos ver vagonetas de transportar carbón y mineros, y algunos útiles utilizados en la extracción del carbón.
Continuamos adelante. Encontraremos un cartel a nuestra izquierda que nos indicaba que el Faedo está en esa misma dirección. Cruzamos un pequeño puente de piedra y poco después encontramos las primeras hayas. Ya esa zona es bonita por el colorido de las propias hayas.
Pero el momento culmen fue cuando cruzamos un segundo puente y entramos de lleno en el bosque, cruzado de punta a punta por el arroyo de Ciñera de Villar. Es un lugar mágico, precioso y muy cuidado. En esta época las hojas rojizas cubren todo el suelo, pero en los árboles había aún las suficientes para impregnar todo de ese color cobrizo tan propio de los hayedos.
Al llegar al final del bosque, ascendimos por la ladera de la montaña y seguimos por el camino y la pasarela de madera, encontrándonos, tras un pequeño paso que dejan dos enormes rocas, con las hoces del río encontraremos con las hoces del arroyo de Ciñera de Villar. En esta zona tuvimos que tener cuidado porque dimos más de un resbalón porque las piedras que cubren el suelo resbalaban mucho.
En ese punto es donde casi todo el mundo se da la vuelta, y nosotros también, aunque se podría seguir hasta Villar del Puerto. El camino de regreso lo hicimos prácticamente por donde hicimos el de la ida.
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Tras esta ruta fuimos a comer a un pueblo cercano, Geras de Gordón. Yendo hacia esta localidad vimos muchos coches en un punto determinado e intentamos saber a qué se debía esa afluencia de vehículos. Vimos que había una indicación que ponía Hayedo Laboyariza, así que en ese momento decidimos lo que íbamos a hacer después de comer...
Comimos y enseguida nos desplazamos con el coche hasta donde empezaba el hayedo, como a un kilómetro del pueblo. Comenzamos a ascender por un camino pedregoso y bastante inclinado. Empezamos a encontrar rastros de la gran nevada caída en esa zona el domingo anterior y enseguida vimos las hayas en las montañas que teníamos en frente y en el propio camino.
Continuamos ascendiendo por el camino hasta que en un momento dado vimos una indicación en un árbol que indicaba el hayedo.
Cruzamos el arroyo de la Boyariza y nos sumergimos en túneles tejidos por las ramas de las hayas. Hasta ese punto el camino había sido muy bonito pero desde ahí fue espectacular. La única pena es que no hubiera más luz, las altas montañas circundantes ocultaban ya el sol, pero es lo que tiene la hora de invierno que estrenamos hace una semana.
Continuamos por este camino hasta que vimos que este cruzaba de nuevo el arroyo. Lo cruzamos y terminamos saliendo a un camino más ancho que bordea el bosque.
Descendimos por este camino hasta que llegamos al lugar donde habíamos visto la señal que indicaba "hayedo". Desde aquí continuamos siguiendo el mismo camino por el que habíamos ascendido.
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