24 de marzo de 2019

Hoy hasta El Culo del Mundo

Hoy de nuevo volvimos a estar casi al completo, tan sólo no faltaban dos bikers para estar todos. Los siete que estábamos quedamos a las 9,00 h. en la C.D. para tratar de hacer una ruta que no nos ocupara mucho tiempo pero que tampoco fuera un paseíto.

Así que la iniciamos cruzando el puente de Cardenal Cisneros, bajando las escaleras al terminar este para rodar hacia Villaralbo, primero por asfalto, pero después este se convierte en camino hasta casi la entrada del pueblo. Este tramo, como suele ocurrir siempre, lo hicimos a ritmo tranquilo, charlando, contándonos las novedades de la semana y disfrutando de la mañana que, en esta ocasión estaba muy agradable, con un sol espléndido y casi 8 grados de temperatura.


Atravesamos Villaralbo por calles inéditas pero que nos llevaron al mismo camino de siempre, a la larga recta que termina al encontrarse con el GR-14. Tras recorrer esta nos incorporamos a la Senda del Duero dirección Toro.

El ritmo se fue incrementando poco a poco y ya íbamos acercándonos a nuestra media habitual. Por eso no tardamos demasiado tiempo en llegar a Madridanos.


Cruzamos esta localidad y nada más superar un pequeño repecho que hay tras la Finca de la Diputación comenzamos a ver a lo lejos nuestro destino: Las Contiendas, popularmente conocido como El Culo del Mundo.

Siendo ya marzo los cultivos empiezan a estar ya en pleno apogeo y en esta zona daba gusto mirar a ambos lados del camino y encontrar fincas llenas de verde, de un verde que transmite vida, a pesar de la sequía.


Según nos acercábamos a Las Contiendas, iba creciendo por momentos y cada vez que mirábamos hacia arriba nos parecía más alta.





Bordeamos Las Contiendas en paralelo y cuando ya teníamos Sanzoles a la vista y El Viso a nuestra derecha, giramos noventa grados para comenzar a ascender.







Al comienzo la subida es ligera, unos metros más adelante la inclinación es mayor y cuesta más, evidentemente, y cuando ya falta poco para coronar hay un tramo que incrementa la inclinación y una curva, pasada la cual se hace un último esfuerzo y ya la subida comienza a serenarse y da tiempo a coger resuello.

Pero lo peor de todo no es esto, sino que cuando uno piensa que ha terminado la cuesta es cuando se equivoca, porque es cierto que primero se desciende a lo largo de unos cientos de metros, pero seguidamente aparece otra subida, menos inclinada que la primera, pero que al ascenderla cuando las fuerzas aún no están recuperadas también cuesta lo suyo, sobre todo el último repecho, en el que las ruedas agarran poco.

En ese punto es donde realmente termina la ascensión, así que allí paramos para reagruparnos, ya que cada uno había subido a su ritmo y hubo mucha diferencia del primero al último. Una vez reagrupados seguimos nuestro camino, que en ese momento consistía en seguir el via crucis de aerogeneradores. Y para hacerlo realmente es seguir como un vía crucis porque hay innumerables sube y bajas en el camino que comunica todos.



En un momento dado, sobrepasados ya varios de ellos, desde el camino se pueden contemplar una espectaculares vistas de todo el valle.


Aprovechamos ese punto para reagruparnos de nuevo y para comer algo quien tenía necesidad.


Enseguida volvimos a las bicis y continuamos siguiendo el camino marcado por los molinos, que continuaba subiendo y bajando pero más suavemente.



Desde esta zona las vistas de Las Contiendas son espectaculares. Hay una teoría que dice que pudieron ser canteras romanas para construir Ocellum Durii, para muchos situada al pie de este macizo rocoso. Lo cierto es que esas incisiones en la roca, esos canales perpendiculares y paralelos no parecen ser sólo producto de la erosión.


Tras este tramo de excelentes vistas apareció una rampa que nunca hemos podido con ella, hoy tampoco, ni siquiera el biker que lleva una bici asistida. No es sólo por la rampa, que es muy inclinada (aunque en la foto no lo parezca), sino también porque el suelo tiene una arenilla que no permite traccionar a las ruedas. Así que todos terminamos con la bici en la mano, e incluso así costaba muchísimo subirla.


Pero eso sí, era la última del día, porque superada esta continuamos por el camino, ya con menos sube y bajas y, de vez en cuando, también con buenas vistas, en esta ocasión de Villalazán.



 Tras llegar a un vértice geodésico empieza lo bueno, un descenso que comienza con una rampa muy inclinada en la que, si frenas, la ruedas arrastran pero no pierden apenas velocidad. Y a partir de ahí el descenso es un camino de poco más de 30 cm de ancho, con canaletas hechas por las ruedas de las motos, con pequeños toboganes, bastante técnica, de las que despiertan la adrenalina y muy, muy divertida.


Esta sendero terminó por dejarnos a los pies de Las Contiendas o del Culo del Mundo, como queramos llamarlo, y desde allí tomamos un camino, primero en dirección Villalazán, pero después giramos a la izquierda para enfrentarnos a una enorme recta que dejamos inconclusa porque giramos de nuevo a la derecha antes de que terminara.



Y giramos para dirigirnos hacia Bamba. Después de los sube y bajas que habíamos dejado atrás este trazado era jauja así que rodamos a una buena media, lo que permitió que llegáramos a esa localidad en poco tiempo.

Cruzamos por su calle principal y antes de llegar a la iglesia continuamos recto, evitando así el camino habitual. Seguimos por ese camino, si bien finalmente tuvimos que cambiar de dirección para retornar al camino que siempre solemos seguir para ir desde este pueblo a Moraleja del Vino.

El trayecto entre estas dos localidades lo hicimos también muy rápido. La bordeamos, nos dirigimos al cementerio y desde allí descendimos en busca de nuevo del GR-14. Pero como hay una ley no escrita que procuramos seguir a rajatabla, antes de llegar a ese GR giramos a la izquierda para terminar apareciendo en Villaralbo por el camino asfaltado que une esta con Moraleja.



Ya en Villaralbo rodamos por calles poco frecuentadas por nosotros y, tras dejar atrás las últimas casas, continuamos hacia Zamora por el llamado Camino Viejo de Villaralbo que, ni es viejo, ni es camino, es una carretera por la que volamos pensando ya en el final de etapa y en que teníamos que terminar pronto porque tras las duchas de rigor hoy teníamos una gran paella para todos los Bíkers y Galanas en el Bosque de Valorio.

Entramos en Zamora por el barrio de Pinilla, así que atravesamos el Puente de Hierro y dimos por concluida la etapa al llegar al mismo punto de donde partimos, pero tras tomar un reconstituyente hecho de zumo de cebada.


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