31 de marzo de 2019

Pedaleando por "La Raya"

El contrabando entre los pueblos de La Raya que separa España y Portugal era habitual en los años de la posguerra. Hoy quisimos conocer esa zona y por eso siete bíkeres nos desplazamos hasta Fornillos de Aliste para iniciar la ruta allí. No nos quedó otra que madrugar, hoy más aún, por el cambio de hora.

Partíamos de un track que utiliza la organización de la Ruta del Contrabando, que se celebra desde hace pocos años en Ceadea, si bien la segunda mitad la trazamos nosotros y es distinta a esa.

Iniciamos nuestra andadura junto al CTR Lajafriz, pocos metros después cruzamos por el paso subterráneo la N-122 y continuamos por un camino muy bonito rodeado de paredes de piedra y robles.


Los primeros kilómetros fueron llanos, picando algo hacia abajo, por lo que los hicimos muy bien, encontrando a nuestro paso bosque bajo, algunas praderas, y un arroyuelo cruzado por varios puentes, como el que vemos bajo estas líneas.



Nos estábamos dirigiendo a Brandilanes, y esa zona nunca defrauda. Tras cruzar el arroyo comenzamos una ligera ascensión que después se tornó en suave descenso y, casi sin darnos cuenta, llegamos a esa localidad.


Entramos en ella pero enseguida giramos a la izquierda, recorrimos una de sus calles y terminamos bordeando el pueblo, encontrando desde la zona alta del mismo una bonita vista del valle que tiene a sus pies.


Descendimos hasta el arroyo de la Ribera y, aunque ya habíamos pasado por aquí alguna vez, no dejó de sorprendernos el espectacular puente que encontramos allí.


Continuamos en paralelo al arroyo y, en un punto, giramos a la derecha porque así nos lo indicaba el track, pero no había camino, ascendimos por una ladera y ya encontramos una senda que, tras una subida nos llevó a un camino ancho. Poco después de empezar a rodar por él iniciamos un descenso y tras este giramos a la derecha y nos encontramos con una pared bastante vertical que, casi todos, logramos subir.


Justo ahí comenzamos a recorrer La Raya, de hecho a un lado del camino veíamos las señales de Coto de Caza en castellano y al otro la equivalente en porgugués. También había mojones de piedra cada ciertos metros marcando la línea imaginaria de la frontera.

Este recorrido fue de casi seis kilómetros, sin duda, los más duros de la etapa porque al comienzo el terreno era ascendente, tras el ascenso aparecía una bajada pronunciada, y tras esta una subida casi imposible. Hubo una, de hecho, que sólo la logró subir sobre la bici uno de nosotros.


Tras estos toboganes el camino sobre la misma Raya seguía su tono ascendente pero más suave, sin duda no quería castigarnos en exceso para que pudiéramos con la "traca final" que nos esperaba. No tardamos mucho en verla:


Esa traca final no era otra que la subida a la ermita de La Luz. Para endurecerla un poco más, antes de iniciar la subida, hay una bajada para que así el ascenso sea aún más largo. Poco a poco comenzamos a subir piñones y bajar platos, al mismo tiempo que subían las pulsaciones.


Una vez cogido el ritmo de esta subida lo importante es no perder tracción. Algunos la perdieron, pero tras la interrupción volvieron a subirse al sillín y lograron culminarla. Otros la subieron sin interrupciones y a otros se les atragantó.


Nos agrupamos junto a la ermita. En ella, las localidades de Moveros y la portuguesa de Costantim, celebran la romería el último domingo del mes de abril, si bien el día antes los vecinos de la localidad portuguesa suben hasta esta iglesia a la Virgen de la Luz.

Tras recuperar la respiración nos acercamos al vértice geodésico desde donde hay unas espectaculares vistas de toda la zona.


Volvimos a las bicis, cruzamos la carretera y, al ver la señal de Portugal, hicimos una nueva parada para hacernos una foto, que ya es un clásico entre nosotros, ya que la hemos hecho allí tres veces.


Tras la foto cogimos el camino de la derecha e iniciamos un descenso, aún por La Raya. Más adelante volvieron pequeños sube y bajas, pero mucho más llevaderos que los anteriores, y así fuimos rodando otros cuatro kilómetros, rodeados de pinos, brezo y jaras, hasta que giramos a la derecha para abandonar definitivamente la frontera entre España y Portugal.


El camino que tomamos está señalizado con marcas rojas. Justo en ese punto un pequeño cartel nos informó de lo que ocurría en esa zona entre los vecinos de un lado y otro de La Raya.


Con la mejoría del perfil del terreno comenzamos a imprimir un ritmo mucho más alto. Los caminos seguían siendo buenos pero el paisaje había cambiado sustancialmente porque estaba constituido sólo por monte bajo.



No tardamos mucho en encontrar los restos de una de las casetas usadas por los Guardias de la que nos había informado el cartel. Era la llamada Caseta de La Canda.


Tras ella el camino se hizo más ancho y con un firme impecable, pero el lugar donde teníamos que girar estaba vallado, así que continuamos rodando hasta que la valla terminó. Allí ya giramos a la derecha y conseguimos llegar a Vivinera poco después.



Entramos en el pueblo, y tras ver las primeras casas nos dimos la vuelta porque teníamos que seguir hacia la derecha del mismo. Bordeando esta localidad continuamos por un buen camino rodeado, primero de pequeños campos de cultivo, y más tarde de nuevo de bosque bajo y robles que. En poco tiempo nos llevó hasta Moveros.


Pasamos por Moveros sin parar, aunque suene contradictorio : ). A la salida del pueblo nos encontramos con otra pequeña charca muy, pero que muy primaveral.


Desde Moveros continuamos ya hacia el lugar de partida. Entre medias un camino muy similar al que nos había llevado hasta esa localidad. Además, como tenía un poquito de perfil descendente, lo recorrimos en poco tiempo.







En un momento dado abandonamos el camino y tomamos otro muy poco marcado que nos llevó hasta la N-122. Estábamos a poco más de cien metros de la entrada de Fornillos, pero el track nos alejaba un poco del pueblo para alargar unos kilómetros más la ruta. Dos de los bíkers que se encontraban cansados se fueron ya hacia los coches y los otros cinco giramos a la izquierda y recorrimos unos cientos de metros por la carretera. De nuevo donde teníamos que coger un camino encontramos una valla, pero poco después pudimos encontrar dicho camino y rodar por él.


Tras poco más de un kilómetro giramos a la derecha y comezamos el último ascenso del día. Después ya sólo quedaba rodar y, finalmente, realizar un descenso muy divertido hacia el pueblo. Llegamos a la parte más alta de Fornillos, así que descendimos por una de las calles principales hasta llegar a los coches.

Como teníamos tiempo pudimos poner en práctica nuestra norma, que no es otra que, si vamos a tomar algo, tratar de hacerlo en la localidad desde donde partimos. Y así lo hicimos.


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