Para poder estar a tiempo en Losilla de Alba, el lugar donde se celebra, tuvimos que madrugar, y mucho, ya que quedamos a las 7.45 h. Nos desplazamos hasta allí en tres coches siete bíkers, si bien uno fue a contemplar el evento sin poder participar (por prescripción médica). Tras llegar, preparamos todo el equipamiento, recogimos los dorsales y nos pusimos tras la línea de salida, donde encontramos un huequecillo...
Con una gran puntualidad, a las 9,00 h, se dio la salida y comenzó el espectáculo. No mucho después de salir hubo un repecho para dirigirnos hacia los aerogeneradores que hay próximos al pueblo y, aunque no era ni largo ni duro, al ser tantos ralentizó la marcha.
Ya en el camino que une los molinos, al estar poco pisado y tener dos roderas, no tocaba otra que ir en fila de a uno. Eso sí, no importaba porque así daba tiempo a disfrutar de las vistas de la jara repleta de flor y del embalse.
El terreno estaba muy seco porque la sequía de este año ha sido pertinaz y eso se traducía en muchísimo polvo, tanto que en algunos momentos, bajadas sobre todo, apenas dejaba ver el camino. Después de algunas pequeñas subidas y algunas bajadas más pronunciadas llegamos a un punto desde donde pudimos ver el Viaducto de Martín Gil, continuamos bordeando el embalse y terminamos cruzando uno de sus entrantes por un pequeño puente.
A partir de ese punto cambió algo el paisaje. Dejamos atrás los caminos polvorientos y en su mayoría anchos y empezamos a rodar por zonas más verdes y caminos menos marcados.
Aunque no mucho después volvimos otra vez a contemplar zonas de jara, sin dejar de perder de vista el embalse. A estas alturas nuestro grupo estaba algo roto. Había una unidad por delante, dos más a no muchas distancia y otras tres algo más rezagadas.
No tardamos en llegar a la primera localidad que atravesamos, Santa Eufemia del Barco. Tras rodar por sus calles proseguimos nuestro trayecto. El terreno seguía siendo cómodo y avanzábamos sin dificultad, ya con el pelotón mucho más diluido. Volvimos a encontrarnos con grandes caminos de concentración pero alternando con zonas boscosas, de matorral y encina, fundamentalmente. Lo cierto es que el recorrido nos estaba encantando.
Y así, rodando y rodando llegamos a Navianos de Alaba, algo más de la mitad del kilometraje previsto, donde estaba el primer avituallamiento. Allí pudimos reponer fuerzas sin problema ya que la organización, como siempre, tenía mucha comida y bebida a nuestra disposición.
Allí nos encontramos los seis bíkers de nuevo, aunque tres fueron saliendo también escalonadamente a medida que íban comiendo y bebiendo algo, y los otros tres salimos juntos.
Después de abandonar Navianos atravesamos una zona muy verde y poco después el recorrido empezó a "envenenarse".
Y es que hubo tres cuestas seguidas que hicieron sudar a todos los participantes. Fueron tres toboganes grandes a los que les sucederon tres bajadas similares.
Tras las tres subidas y sus correspondientes bajadas atravesamos, por un camino estrecho que iba zizagueando entre árboles, una zona muy bonita con mucha frondosidad que nos llevó hasta las proximidades de Escober de Tábara.
No llegamos a entrar al pueblo, simplemente lo bordeamos y proseguimos nuestro camino. Camino que volvió a complicarse enseguida con otras dos rampas, una de ellas bastante larga. Superadas ambas llegamos a San Martín de Tábara, donde había un segundo avituallamiento que muchos se saltaron. Nosotros paramos un par de minutos y proseguimos.
Poco después de dejar atrás esta localidad hubo una rampa más de importancia, eso sí, engalanada a ambos lados del camino con las flores de las escobas, de las jaras y de los espliegos (o flor de San Juan).
Superada esa dificultad del terreno, el resto de la marcha, unos 10 km, fue ya más suave. Tras unirse de nuevo los trayectos de la marcha media y larga hubo un tramo de hierba que se hizo algo costoso, pero tras recorrerlo con cierta dificultad volvimos a caminos, con tendencia descendente, aunque las pequeñas rampas que encontrábamos ya nos parecían enormes.
Pasamos cerca de Marquiz de Alba, pero tampoco llegamos a entrar en él. Continuamos por el ancho camino de concentración y ya empezamos a divisar a lo lejos los reflejos que producían los cientos de coches aparcados a la salida de Losilla.
Tras el susto, ya todos juntos, nos hicimos una foto de grupo.
Un año más tenemos que felicitar a la Organización por hacerlo perfecto. El aparcamiento muy bien organizado, la recogida de dorsales muy rápida, la salida a la hora, el recorrido muy bonito, la señalización perfecta, los avituallamientos super abundantes... En fin, que rozan la perfección, sin duda gracias al trabajo de muchas personas y la ilusión de todos. ¡Enhorabuena!
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