A las 9.30 estábamos en la CD los cinco bíkers que habían confirmado su participación. Decidimos intentar ir a la localidad de Almendra, ya que hacía 15 días lo habíamos intentado y tuvimos que dar la vuelta por un descuido de uno de nosotros. Parecía, además, que en esa dirección el cielo estaba más claro.
Bordeamos el Duero y, asombrándonos de lo que ha crecido en los últimos días, seguimos junto a él, tras pasar por debajo del Puente de los Poetas, hasta las Aceñas de Gijón. Continuamos por la carretera de Almaraz hasta poco después de pasar la antigua cárcel, donde la abandonamos para seguir por la izquierda, por el camino de Los Pisones.
Después de pasar la llamada playa de los Yeyés nos desviamos ligeramente a la derecha para iniciar una larga cuesta conocida por todos y que posee unas excelentes propiedades térmicas (en invierno quita el frío, y en verano hace sudar).
Poco después de terminar esta, descendimos y volvimos a ascender, y lo hicimos una vez más, pero en esta ocasión la bajada era más inclinada, al igual que el ascenso posterior.
Tras este realizamos un giro de más de 180º y, por fin, comenzamos a llanear por un camino flanqueado a la derecha por una enorme dehesa repleta de encinas, y a la izquierda por monte bajo y más encinas. Terminamos en la carretera de Almaraz, de nuevo.
Ya en ella nos dejamos caer tres kilómetros en los que no hizo falta dar pedales para sobrepasar los 50 km/h. Poco después volvíamos a ver nuestro río y lo acompañamos un largo trecho a lo largo de la zona llamada "Los Infiernos"
Después de las curvas más pronunciadas continuamos por la carretera casi 2 km más. La abandonamos tomando un camino a la derecha que se inició con una subida llevadera a la que siguió, tras girar 90º a la izquierda, una mucho más inclinada y más larga. Eso sí, al llegar a la zona más alta las vistas merecían la pena, a pesar de la falta de luz.
Cuesta creer que esa zona con esa orografía tan sinuosa y repleta de vegetación se encuentre a escasos 10 km de Zamora.
A partir de ese momento ella, la lluvia, decidió ser la protagonista, porque hizo que acortáramos la ruta, porque nos empapó, porque nos llenó de barro de arriba a abajo y porque hizo que deseáramos terminarla cuanto antes. Pero claro, para terminar había que recorrer antes los más de 20 km que teníamos hasta Zamora.
Poco después de cruzar la N-122 fue cuando decidimos tomar un camino a la derecha y no continuar hasta Almendra, como estaba previsto. Como estaba lloviendo fuerte a partir de ese momento los caminos fueron casi un continuo charco.
No sabemos si el Goretex de botas y zapatillas fue efectivo porque todos llevábamos los pies empapados del agua que escurría piernas abajo y se adentraba en el interior del calzado. Cada guante nos pesaba un kilo y lejos de calentar helaban nuestras manos. Nuestras espaldas se cubrieron de miles de salpicaduras de arenilla arcillosa, al igual que el culotte, por lo que, además, había que ir discurriendo cómo entrar en casa sin liarla...
Como es de imaginar la historia de la etapa había terminado ya, porque nuestra única pretensión, visto lo visto, era llegar lo más pronto posible, por el camino más corto, y sentir cuanto antes correr por encima el agua caliente de la ducha.
Después del "atajo" que tomamos para reducir la etapa, volvimos a retomar el track que nos llevó a la velocidad que daban nuestras piernas hasta la zona conocida por Palomares.
Para salir de esta zona tuvimos que ascender, aunque escogimos la opción de la izquierda, es decir, cuesta larga pero más tendida. Tras el ascenso llaneamos y poco después comenzamos a descender hacia La Hiniesta. Pasamos bajo las plataformas del AVE, de la vía y de la carretera y entramos en el pueblo.
Cruzamos por sus calles y seguimos por el camino que todos utilizamos para ir a la capital, sólo que cuando volvimos a ver la carretera a nuestro lado decidimos seguir por ella hasta tomar la que entra en Valorio, para así hacer ese tramo más rápido y sin barro.
Nos desviamos hacia Valorio, pasamos por Valderrey y continuamos, poco después, por el carril bici. Al salir del bosque continuamos por dicho carril para volver de nuevo junto al río. Al llegar al Puente de Piedra seguimos atravesando el barrio de La Horta para así llegar de nuevo al punto de salida. Nos despedimos desde la bici porque queríamos evitar parar y quedarnos helados. ¡Ni siquiera nos hidratamos! Eso da una idea de las ganas que teníamos de llegar...
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