En esta ocasión sólo cinco bíkers comenzamos la ruta. Por primera vez en tres meses a una hora "normal". Vimos la posibilidad de cumplir la normativa saliendo de Zamora a las 9,30 esquivando todas las localidades por las que tendríamos que pasar para no interrumpir el horario de las personas mayores, y terminar de nuevo en la capital pasadas las 12, y así lo hicimos.
Cruzamos el Duero por el puente de Cardenal Cisneros, descendimos las escaleras y continuamos por el camino que lleva hasta la carretera de Moraleja, que cruzamos y continuamos, paralelos a la autovía Morales-Zamora hasta la ermita del Cristo de Morales.
Allí pasamos junto a ella y proseguimos por la vía de servicio hasta la rotonda de Morales. Desde esta, ya por carretera, rodamos hasta esa localidad, que atravesamos de lado a lado para, a la salida, girar a la izquierda y continuar hasta Pontejos.
Ya eran más de las 10, así que bordeamos esta localidad y giramos a la derecha para tomar lo que en alguna ocasión fue carretera entre esta y Cazurra.
Dimos algún rodeo para no pisar por este pueblo y desde sus inmediaciones continuamos por algunos caminos, inéditos para nosotros y rodeados de campos de cereales, hasta salir a la carretera que une la N-630 con Peleas de Abajo.
Al final del mismo giramos a la izquierda saliendo a un camino por el que habíamos transitado alguna vez. Seguimos bajando un poco más pero enseguida volvimos a las andadas...
Fue por esa zona cuando alguien sugirió ascender a "las antenas". En realidad es un alto denominado El Cueto, donde hay unas antenas repetidoras, sin las cuales posiblemente no existiría camino hasta él. Todos aprobamos la moción sin ser necesaria votación de ningún tipo, así que cuando llegamos al camino del que parte el del ascenso giramos a la izquierda y seguimos por él.
Antes de comenzar la ascensión recomendamos poner plato pequeño y un piñón grande. La dificultad no estriba tanto en el porcentaje de la subida, sino en el terreno, suelto y con torrenteras realizadas por el agua.
Dos consiguieron ascenderlo en su totalidad, y tres tuvieron que echar pie a tierra antes, uno incluso dos veces, porque la primera no lo logró, por pundonor descendió y lo intentó de nuevo. Llegó más alto, pero no lo suficiente. De un modo u otro todos llegamos arriba y pudimos contemplar las espléndidas vistas que hay de toda la zona. Cierto que ya son vistas muy castellanas con la mayoría de los campos agostados esperando ya casi la maquinaria que recogerá sus frutos.
Como no podía ser de otra forma, recorrimos El Cueto para buscar la otra vía de acceso al mismo, para descender por ella. Un descenso bonito pero al mismo tiempo técnico, por las mismas causas que el tramo del ascenso.
Ya en la base tomamos la bifurcación de la derecha que nos llevó a retomar el track que íbamos siguiendo hasta ese momento unos cientos de metros antes de llegar a Casaseca de Campeán, justo al pasar bajo el puente sobre el que pasaban las antiguas vías de la Ruta de la Plata.
Antes de entrar a la localidad giramos a la derecha la bordeamos y tras algún giro más terminamos realizando otro ascenso suave aunque largo con dirección hacia El Perdigón. En algún momento, en las cercanías de San Marcial, incluso volvimos a rodar por la señalizada Vía de la Plata, que va a hacer ahora dos años, nos llevó hasta Sevilla.
Ya cerca del famoso pueblo de las bodegas nos separamos de él para terminar cogiendo la carretera que une este con Tardobispo. Una auténtica sábana con varias subidas y bajadas, eso sí, por la que se rueda bien al ser de asfalto y adornada en estos días con decenas de hiniestas que llenan sus cunetas de amarillo y el ambiente de un olor muy agradable.
Este termina en El Perdigón, pero nosotros mucho antes nos desviamos a la izquierda para, tras un sinuoso recorrido, terminar en el GR-14.
Continuamos por este a muy buen ritmo hasta el Brocal de las Promesas, si bien allí mismo abandonamos dicho GR y seguimos recto hasta MercaZamora. Junto a las últimas naves giramos a la derecha para seguir por un camino invadido por la hierba que nos devolvió de nuevo a la Senda del Duero.
Ya fieles a ella la seguimos hasta entrar en Zamora. Cruzamos el Puente de Piedra y nos dirigimos a los Barrios Bajos.
Se trataba de llegar a alguna terraza de Obispo Acuña para, por fin, poder comentar la jugada a una hora normal brindando con unas cañas. Y lo conseguimos. Ahora ya podemos decir que nuestro recorrido tuvo final feliz, ¡ya era hora!
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Otra buena ruta. Enhorabuena. Un abrazo para todos
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