21 de junio de 2020

Una clásica: ida y vuelta a El Cubo

Próximos a empezar nuestra gran ruta del verano, llevamos ya varios haciendo siempre una misma salida en los días previos, una etapa larga en km y con sus subiditas, más de las que uno se hace a la idea. Una especie de test al que nos sometemos y que, por suerte, hemos aprobado.

La mañana prometía, suficientemente fresquita, ni una nube en el horizonte y sin viento..., o eso nos parecía, hasta que nos dio de frente. Quedamos antes que de costumbre, a las 8.30, porque teníamos por delante unos 70 km. Visto lo visto fue tontería madrugar porque a las 12 y 10 estábamos ya en Zamora, con una paradita en El Cubo, breve, pero suficiente para comer una barrita o una fruta sin agobios.

Salimos de Zamora atravesando el Puente de Hierro y el barrio de Pinilla 5 bíkers y un amigo, al que no veíamos desde antes del confinamiento. Pasado el auditorio Ruta de la Plata continuamos por el llamado "carril bici Zamora-Morales" por el que continuamos también tras pasar junto a la ermita del Cristo de Morales. Ascendimos por la llamada Cuesta Blanca donde terminamos de quitar el resquicio del fresquito mañanero que nos quedaba. Al entrar en Morales se nos unió el sexto bíker.

Salimos de esta localidad por la carretera de El Perdigón pero bastante antes de llegar al Apeadero nos desviamos al a izquierda para continuar por buenos caminos, cambiando varias veces de dirección y con una constante en todos los tramos, un ligero pero continuo ascenso.


Incluso hubo algún tramo en el que casi tuvimos que abrir camino porque la vegetación se ha ido apoderando de todo el espacio.


Terminó este segmento en un alto y giramos noventa grados a la izquierda para terminar saliendo al camino que pasa por un lado del teso denominado El Cueto, en el que habíamos estado algunos el Domingo pasado. Después de pasar a su lado comenzamos un descenso que dio descanso a nuestras piernas y que nos puso a los pies de Corrales.



Cruzamos la N-630 y poco después nos encontramos con algunas edificaciones ya de Corrales. Recorrimos parte de la carretera que circunda por un lateral la localidad y la abandonamos para tomar dirección Santa Clara de Avedillo. Abandonamos Corrales descendiendo por esta carretera hasta pasar por debajo de la Autovía Ruta de la Plata.


Unos metros después nos desviamos a la derecha, y poco más adelante al sentido contrario para seguir por un camino flanqueado por campos de cereales ya maduros y enseguida el ascenso más duro del recorrido. 


La subida fue abordada por cada uno como pudo, siguiendo el ritmo que le marcaban sus piernas. 


Al llegar arriba nos reagrupamos, recuperamos el aliento y disfrutamos de las vistas, que desde ese punto la verdad era que eran espectaculares.




Iniciamos en ese punto un descenso hacia Santa Clara de Avedillo, al principio por camino terminando este en la carretera poco antes de comenzar el pueblo.


Entramos en esta localidad pero poco después nos desviamos a la derecha para seguir por un camino que entre sombras nos llevó por un paraje muy diferente a todo lo visto anteriormente, con más frondosidad y más verde.


El perfil seguía siendo ascendente, poco a poco, pero sin parar. En ese punto el amigo que hoy nos acompañaba se tuvo que volver para Zamora. Tras la despedida, continuamos, cambiamos de dirección en varias ocasiones y terminamos entrando en una zona de pistas buenas y anchas y pinares, la mayoría rodeados de cereales.



La siguiente fase, siguiendo por estupendos caminos, estuvo presidida por encinas en medio de barbechos y más cereales, trigo sobre todo, esperando en breve la visita de la cosechadora.



El ritmo que íbamos siguiendo era elevado a pesar de ese perfil ascendente y de los kilómetros que llevábamos encima, a esas alturas en torno a 30. Tras un par de giros a derecha y a izquierda comenzamos a rodar por una zona más árida. El haber madrugado nos ayudó porque si no en esa zona probablemente habríamos pasado calor.


Al ritmo que íbamos no tardamos en ver en el horizonte algunas edificaciones de El Cubo. Poco después comenzamos un descenso que, tras cruzar por debajo de la Autovía, nos puso a las puertas de la localidad. Al llegar a esta, atravesamos algunas de sus calles para ir a parar a la espectacular pradera que hay a la entrada del pueblo, hoy, además, recién segada, donde hicimos una pequeña parada para tomar un tentempié.

Al volver sobre las bicis salimos del pueblo por la antigua N 630 y enseguida vimos la flecha amarilla que nos indicaba a la izquierda. Hicimos caso a esta flecha y a otras muchas más porque seguimos la Vía de la Plata hasta cerca de Zamora.

Los primeros kilómetros transcurren paralelos a la abandonada vía férrea Ruta de la Plata. No nos hartamos de decir lo sencillo que sería realizar una vía verde entra Zamora y Salamanca utilizando este trazado, pero nadie da un paso para hacerlo realidad.


Tras un giro a la izquierda enfilamos otra recta en la que, como en la anterior, si no hubiera sido por el viento de cara habríamos volado. Aún así el cuentakilómetros siempre estaba en torno a los 25 km/h. 


Terminada esa recta realizamos un giro a la derecha para comenzar un descenso divertido pero en el que hay que ir frenando constantemente por las torrenteras hechas por el agua, cuando no te frenan, o te tiran, los bancos de arena que se han ido haciendo arrastrada por la lluvia.

Ya en el llano vuelve a allanarse el camino y continuamos rodando a buena media, ahora rodeados de viñas porque nos estábamos aproximando a una localidad vinatera: Villanueva de Campeán.



Atravesamos Villanueva de lado a lado y continuamos guiándonos por las flechas amarillas y los numerosos monolitos que nos indican cada cierto tiempo que estamos en la ruta correcta, instalados la mayoría, si no todos, por la Fundación Ramos de Castro.


Caminos en perfecto estado, lisos y ligero perfil descendente hicieron que el tramo entre Villanueva y San Marcial lo hiciéramos volando y sin novedad. Antes de llegar a este pueblo giramos a la derecha, si bien después, más adelante, hicimos lo contrario. Poco después llegamos a un cruce en el que abandonamos la Vía de la Plata y proseguimos hacia El Perdigón y Entrala.


Pasamos muy cerca de las dos localidades pero no llegamos a entrar en ninguna. Las bordeamos por los buenísimos caminos que las circundan. Cerca de Entrala el camino nos sacó a la carretera de Ledesma. Rodamos unos metros por ella y enseguida nos desviamos para tomar un camino que nos llevó al encuentro del GR-14.

Llegados a este continuamos por él, pasamos junto al Brocal de las Promesas, poco después junto al Polígono Los Llanos y ya cerca de Zamora junto a un buen rebaño de ovejas recién esquiladas, que pocas veces se ve tan próximo a la capital.


Poco después de entrar en la ciudad hicimos una parada técnica por tres motivos, porque veníamos pensando en ella desde hacía un rato, por celebrar San Luis y así hacer pagar al bíker que lleva su mismo nombre (aunque al final se le adelantaron), y para comentar la etapa. 

Tras la parada, vuelta a la bici, pero esta vez para lavarla y dejarla preparada para nuestro próximo viaje. Será ya en breve.


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