Después de la bonita ruta del Domingo pasado por tierras de Sayago, hoy martes festivo, la idea era hacer una suave, no muy larga, cómoda... de las llamadas "de trámite", porque además nos acompañaba una nueva incorporación al grupo y un jovenzuelo apasionado de la bici, pero aún sin la forma física necesaria para una jornada de muchos kilómetros.
Nadie habría dicho que, tras las lluvias de anoche, iba a amanecer una mañana así de espléndida. Cierto es que la previsión meteorológica nos lo había anunciado, pero tanto cambio en tan pocas horas no nos lo terminábamos de creer.
A la hora de siempre y en el lugar de costumbre nos presentamos unos cuantos bíkers dispuestos a disfrutar de una mañana con una luz preciosa y fresca, dos grados, pero con la garantía que ofrece el sol de que la sensación térmica va a mejorar con mucho la temperatura.
Salimos hacia el río para coger el carril bici trazado junto al Duero para seguir hacia Valorio, cruzar el bosque, seguir por Valderrey y continuar dirección La Hiniesta.
Este tramo desembocó directamente en Andavías. Nos recreamos por algunas de sus calles, que no dejan de sorprendernos porque es un pueblo que engaña, ya que parece más pequeño de lo que realmente esconde en su interior.
Disfrutando de la buena mañana, de la agradable temperatura que, a pesar de ser fresca, yendo abrigado no ofrecía ningún problema, y también del barro ; ) fuimos comiendo kilómetros hasta tener a tiro de piedra, de nuevo, a La Hiniesta.
Después de pasar las dos rotondas tomamos el llamado camino de La Higuera. En este tramo el viento nos daba de frente, igual que había sucedido durante todo el camino hasta Andavías, pero con la diferencia de que en ese momento había ganado velocidad, y pedalear se hacía costoso.
Al llegar a la carretera de Almaraz la cruzamos y continuamos por la zona denominada Valdelaloba. Este tramo, en el que las tierras de cereales dejan paso a las encinas y monte bajo, nos encanta. En la intersección con el llamado camino de Valdesenaguas continuamos por este, dirección Zamora. No tardamos en abandonarlo y seguir por el que bordea las instalaciones de una autoescuela y que, tras un giro a la izquierda, nos llevó hasta ese por el que tanto nos gusta rodar que termina junto al río.
Ya junto al río seguimos por el camino de Los Pisones hasta llegar a la carretera de Almaraz por la que continuamos hasta poco antes de llegar al colegio Corazón de María, momento en el que decidimos volver de nuevo hacia el río y seguir a su vera hasta entrar en Zamora por Olivares.
Pisando el mismo camino por el que habíamos rodado tres horas antes llegamos al punto de partida, pero lo alargamos un poco más para poder tomar una caña al aire libre acompañados por el solecito. Se estaba de maravilla. Final estupendo, desde luego.
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