Hay situaciones en las que nos habría gustado abolir la propiedad privada. Así, de repente, a golpe de varita mágica. Y es que en la ruta de hoy hemos encontrado muchas puertas, cancelas, y al final, la cuarta condicionó el resto del recorrido, porque nos impidió seguir con el que habíamos previsto.
Los termómetros marcaban -2º cuando nos encontramos a las 9,30 h. Una temperatura asumible para andar en bici. Si hay sol no hay problema. Se pasa frío unos minutos, mientras el cuerpo coge temperatura, pero después el ejercicio y el solecito se encargan de subirla. Hoy había sol, así que pensamos que no habría problema...
Así de convencidos dejamos atrás Zamora, por el carril bici primero, cruzando el Puente de Piedra, después y atravesando San Frontis. Desde allí, ya vimos que el cielo no era como el de ayer, las nubes empezaban a acapararlo todo, pero el sol se resistía, aunque más tarde acabaría flojeando y termináramos pasando frío.
Pero nosotros sí cambiamos de dirección. Después de casi dos kilómetros por esa pista, giramos a la izquierda e iniciamos un ascenso por un camino estrecho que conduce a la zona llamada La Pecadora. Poco antes de culminar la subida detectamos que la rueda trasera de la bici que iba en cabeza se había quedado sin aire. Paramos y tras examinar la rueda sólo pudimos comprobar que la arandela de la válvula estaba algo floja. Al estar tubelizada es posible que el aire hubiera encontrado escapatoria por ahí, más sabiendo lo que le gusta la libertad al aire de las ruedas...
Ya en lo alto de la loma nos encontramos con el viento que, como es lógico, era bastante frío, pero recorriendo el perfil de ese alto deprisa no le dimos tiempo a que nos enfriara. Lo cierto es que ese tramo es muy bonito porque se va recorriendo la sinuosa forma del escarpado teso, acompañado, si se levanta la cabeza, de bonitas vistas de toda la zona.
Y como no suele haber dos sin tres, apareció enseguida la tercera cancela. También adornadita con una bonita cadena y un maravilloso candado, cerrado, claro. De nuevo tocó hacer el circo y en unos minutos bicis y ciclistas estábamos al otro lado.
También decidimos darnos la vuelta y buscar alguna alternativa.
La alternativa fue volver unos metros atrás y tomar un camino que sabíamos que nos llevaría a Las Enillas primero y a La Pueblica después.
A la primera localidad llegamos en pocos minutos. Ascendimos hacia el pueblo, lo cruzamos y salimos de él hacia la derecha. Tras pasar las últimas casas hicimos una parada junto a una brigada para comer algo. Paramos pocos minutos para no quedarnos fríos y enseguida retomamos. Después de un giro a la derecha primero y a la izquierda después, enfilamos hacia La Pueblica, pero antes atravesamos una zona muy embarrada que, gracias a la helada, mantenía el terreno bastante duro y eso nos salvó, a casi todos, porque alguno consiguió pegar a su bici más del deseado.
El camino desembocó en la carretera de Almeida de Sayago, pero ya junto al pueblo. Ascendimos por ella hasta la localidad y continuamos hasta pasada la misma, momento en el que nos desviamos a la izquierda para seguir por un camino que nos llevaría directamente hasta el GR-14.
Saliendo de esta localidad otro bíker comenzó a tener problemas con el cambio, pero pudo continuar. El viento comenzaba a helar el ambiente porque el sol había desaparecido y ese era cada vez más fuerte.
Llegando a las proximidades de Entrala el cable del cambio que estaba dando problemas rompió y eso generó una parada de los que iban junto a esa bici. Otros tres que iban más adelante no se percataron hasta algo más tarde. El resultado es que el grupo se dividió. Cuando el grupo del averiado volvió a rodar lo hizo por una zona en la que suele haber mucho barro del "malo". El otro grupo, al percatarse, dio la vuelta y comenzó a seguir al otro aunque desde lejos. Unos y otros salvaron la zona del barro gracias a la dureza que le había otorgado la helada, pero un bíker debió pisar una zona más blanda y la armó. Bueno, él no, el barro. Se le bloquearon las ruedas y tuvo que dedicar varios minutos a quitar esa arcilla pegajosa para poder seguir.
Finalmente nos reagrupamos en Morales, tomando una caña en la terraza de un bar que, la verdad, en este tiempo no luce mucho. Terminada la misma salimos pitando para Zamora. Hicimos todo el recorrido por la carretera porque no queríamos más barro y podemos asegurar que pasamos en este tramo más frío que en toda la ruta, y todo por el viento, que se había desatado y era helador.
Así que al llegar a Zamora la ducha fue muy gratificante, porque nos devolvió el calor perdido.
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