Después de las copiosas cenas de Nochevieja una buena forma de empezar el año es rodando en la bici un par de horitas, en plan tranquilo, sin madrugar... Ese fue nuestro propósito, después algunos factores lo complicaron todo un poco, pero aún así conseguimos quemar parte de esas cenas y pasar un buen rato.
Quedamos a una hora prudencial, las 10,30 h, pero a la cita sólo acudimos cinco. No teníamos plan de ruta así que cuando uno propuso ir hasta El Viso para evitar barro (una gran mentira, como verás más adelante), todos estuvimos de acuerdo.
Cruzamos el puente de Cardenal Cisneros, desde donde pudimos contemplar una bonita vista del Duero.
Bajamos las escalinatas que se encuentran al final de dicho puente y cogimos el llamado camino de San Miguel, que combina asfalto y camino para terminar a las puertas de Villaralbo. Pero no llegamos al pueblo porque continuamos junto al río.
Este camino al principio está despejado de vegetación, pero después se introduce en una zona boscosa con vegetación de ribera que es muy bonita y agradable de ciclar o de pasear. Se denomina zona recreativa La Cuba.
En este tramo, al no penetrar mucho el sol, encontramos mucho barro y había que tener cuidado porque las ruedas tendían a derrapar. Poco después el paisaje se transformó, entrando en una chopera enorme. Al empezar esta dudamos en un bifurcación y debimos coger la elección mala porque el camino terminó diluyéndose y tuvimos que rodar entre los chopos hasta que dimos con el principal.
Terminada la chopera el trayecto continuó siendo muy placentero. Ayudaba mucho el sol y su luz. Cierto es que hacía frío, cero grados, pero con la ayuda de ese no se llevaba mal.
En un momento dado, y entre comentarios de las cenas y de cómo nos habíamos repartido unos y otros para no ser más de los debidos, el camino se fue separando del río y nos fuimos encaminando hacia la carretera que une Villaralbo con Toro. Y a ella salimos poco después. Rodamos por su asfalto como un kilómetro y al llegar a una gravera nos desviamos a la derecha. El camino que cogimos nos llevó directamente al GR-14. Ya en este lo continuamos hasta la localidad de Madridanos. Al llegar a esta la cruzamos, pasamos junto a su iglesia y la abandonamos siguiendo la misma dirección que llevábamos.
Nada más salir de la localidad se comienza a subir ligeramente, pero este ascenso dura varios kilómetros, eso sí, aderezados con bonitos paisajes más propios de la primavera que del comienzo del invierno.
Las nubes, arrastradas por un viento que empezaba a ser molesto y que enfriaba el ambiente, fueron cubriendo el cielo ocultando el sol de vez en cuando. Cuando este desaparecía se notaba mucho en la temperatura.
Seguimos rodando manteniendo la idea de llegar a El Viso que ya empezábamos a ver cada vez más cerca.
Terminamos llegando, tras culminar una subida, a una cuesta abajo que que lleva al inicio de la carretera por la que se realiza el ascenso a nuestro objetivo, la antena de comunicaciones situada en El Viso.
Nada más comenzar a rodar por esta, el que iba en cabeza paró porque detectó en los primeros metros que el barro que cubría ese camino era del que nosotros denominamos "de hacer botijos", es decir del que se se pega. Cuando nos juntamos todos pensamos dar la vuelta, pero vimos que existía la posibilidad de rodar por una franja de hierba que había en el borde, así que finalmente hicimos el recorrido por ella.
Aún así en algún momento era inevitable pisar el barro, y de cualquier modo, algo de él se iba pegando a las ruedas, a la transmisión... Que ya la estábamos liando de nuevo, vaya... Incluso uno de los bíkers se cayó, sin consecuencias, porque le derrapó la rueda.
Al llegar al inicio de la carretera de subida, limpiamos algo lo que pudimos y, viendo la hora, decidimos posponer el ascenso para otra ocasión, más teniendo en cuenta que más de uno querría lavar y sabiendo que nadie se querría perder una cañita al llegar.
Esos minutos que paramos fueron suficientes para quedarnos fríos y cuando volvimos a rodar, como era cuesta abajo y el viento era frontal, nos íbamos quedando "pajaritos".
No tardamos en llegar a Bamba, si bien desde antes el sol se había encaprichado en focalizarlo para hacerlo protagonista del momento.
Desde Bamba nos dirigimos a Moraleja por el camino que solemos coger cuando estamos por la zona. Eso sí, el viento, cada vez más fuerte, el ligero ascenso y el barro, provocaba que no se rodara lo bien que deberíamos.
Rozamos esa localidad por un lateral y nos dirigimos hacia el cementerio. Pasamos junto a este y continuamos por el camino que va hacia Villaralbo. La larga recta que hay entre ambas localidades, tras un zig zag inicial, se nos antojó larga debido a ese viento frontal, que impedía incluso hablar con el que rodaba al lado porque no se le oía.
Cruzamos el pueblo con normalidad agradeciendo la ausencia del viento al estar las calles protegidas de este por las viviendas. Nos dirigimos hacia el río y al llegar a este retomamos el camino que habíamos traído a la ida, sólo que en esta ocasión realizamos todo el trayecto por la carretera local que lleva hasta el Puente de Hierro.
Poco después de empezar a rodar por esta una multitud nos estaba esperando. Al llegar a su lado hicieron como una ola para dejarnos pasar. Y aunque no sentimos ni sus aplausos ni eso que llaman el "calor del público", sí que pudimos percibir su olor. En cuanto pudimos continuamos nuestro trayecto hasta el puente por el que, prácticamente, habíamos comenzado la ruta.
Tras subir las escalerillas del mismo y cruzarlo, se sopesó la posibilidad de ir a lavar las bicis, pero como algunos, por la hora, tenían que decidir entre eso o la caña, se optó por lo más sensato, es decir, por la caña. Y así, brindando por el nuevo año, dimos por finalizada esta primera etapa de 2021.
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