21 de marzo de 2021

Luz equinoccial y Valle del Tera

Los equinoccios suceden dos veces al año. Uno de ellos, el de primavera, siempre ha estado asociado a gran variedad de rituales y tradiciones con los que se festejaba el fin del invierno y comienzo de la primavera. Pero hubo, hace siglos, sabios que no contentos con eso, lograron hacer los cálculos necesarios para que, en esas fechas, un rayo de luz atravesara un óculo del ábside de una iglesia e incidiera en un capitel especialmente significativo. Precisamente eso es lo que ocurre en la iglesia románica de Santa Marta de Tera. Es digno de ver, por eso hoy fuimos a contemplarlo y, ya que estábamos allí, a realizar una ruta en torno al río Tera.

Para lograr ver la incidencia del rayo de sol sobre el capitel de la iglesia de Santa Marta de Tera tuvimos que madrugar, y mucho. Porque a alguien se le ocurrió decir el día antes que por qué, ya que madrugábamos, no desayunábamos un chocolate con churros. Como en caliente todo vale, a las 7.15 los bíkers que íbamos a hacer la ruta, ya con las bicis cargadas en los coches, y algunas Galanas estábamos en la chocolatería. La verdad es que nos supo rico este desayuno pero sin perder un minuto nos pusimos en marcha porque teníamos por delante 70 km.

A las 8.45 estábamos a las puertas de la iglesia. Tras pagar la entrada nos distribuimos por el templo para evitar aglomeraciones, aunque había muy poca gente. Poco a poco fuimos contemplando cómo el rayo de sol iba centrándose sobre el capitel y a las 9.00 incidía de lleno, si bien unos minutos más tarde la luz le daba más protagonismo al Cristo esculpido en él. 


Una vez visto este fenómeno salimos al exterior y fuimos a la parte de atrás del edificio para contemplar el Santiago Apóstol de la portada trasera, el primero tallado en piedra representado como peregrino.

El sol había iluminado el capitel pero era incapaz de quitarnos la sensación de frío que teníamos todos. Claro que los -2º que había en el exterior no ayudaban mucho... Con esa sensación comenzamos a descargar las bicis y a prepararnos para la salida. A las 9.30 aproximadamente logramos comenzar a rodar. Allí se quedaron la Galanas, que se dirigieron a tomar un café, para iniciar después un paseo bordeando el Tera hasta Santa Croya de Tera y regresar a Santa Marta poco antes de terminar nosotros la ruta.

Comenzamos saliendo de Santa Marta en paralelo al río Tera, siguiendo las indicaciones del Camino de Santiago, en este tramo con buen firme, trazado entre tierras de labor y alguna que otra chopera. Todo habría sido perfecto si no hubiera sido el frío que llevábamos encima. No nos habíamos abrigado mucho porque la temperatura más tarde iba a subir rápidamente y porque dando pedales no se tarda mucho en entrar en calor, pero como estábamos rodando en llano, sin mucho esfuerzo, no terminábamos de coger temperatura.



Después de unos cinco kilómetros comenzamos a ver a nuestra derecha la localidad de Camarzana de Tera y poco después el camino nos llevó a la carretera que une esta localidad con Pumarejo. Rodamos por ella lo justamente necesario para cruzar el puente sobre el río, que en esa zona luce con la envergadura de unos de los grandes.


Nada más cruzar el río cogimos un camino a la derecha que continuó en paralelo a ese a lo largo de unos tres kilómetros, tras los cuales salimos a una carretera por la que circulamos unos cientos de metros, abandonándola después para comenzar a rodar en paralelo a un canal. Pasamos bordeando Calzadilla de Tera, y siguiendo ese canal unos dos kilómetros más, llegamos a Olleros de Tera.



Pasamos por algunas de sus calles y salimos de esta localidad por una carretera que indicaba ermita Nª Sª de Agavanzal, a la que llegamos enseguida porque la separan del pueblo unos dos kilómetros. 


El camino bordea la ermita y nosotros, por tanto, la bordeamos también. En ese tramo era ya de tierra y empezaron a rodearnos las encinas y las jaras, un paisaje totalmente diferente al que habíamos ido viendo hasta ese momento. 

A nuestra derecha, cuando la vegetación lo permitía, ya veíamos la presa de Agavanzal, una visión inédita para todos nosotros.


Un despiste de todos los que llevábamos GPS impidió que realizáramos un cambio de dirección cuando correspondía. Al darnos cuenta paramos, y mientras consultábamos el mapa uno de los bíkers vio un jabalí cruzar un camino. Los que estábamos a su lado miramos y vimos, otro, y otro, y otro más, seguido de otro, y otro, y otro y otro y otro más (y es posible que nos olvidemos de alguno).


Para evitar volver atrás nos dejamos guiar por la intuición, que no siempre acierta, y continuamos por un camino que nos parecía que nos podía llevar hacia donde seguía nuestra track. Pero llegó un punto en el que el camino se cerró. En los GPS veíamos la línea de la ruta cerca, así que tratamos de avanzar campo a través. Nos costó trabajo porque la vegetación era muy cerrada, pero no tardamos mucho en salir a una carretera que une la presa de Agavanzal y el río (en el track de Wikiloc de esta ruta, ya está corregido este error).


La carretera ascendente nos llevó enseguida hasta la propia presa. La cruzamos mirando con admiración a uno y otro lado. A nuestra izquierda el agua embalsada ocupando una superficie enorme, y a nuestra derecha, a muchos metros de diferencia de cota, el cauce del río.




Al terminar de cruzar el puente-presa giramos noventa grados a la izquierda, seguimos por la carretera ascendiendo como un kilómetro, tras el que tomamos un desvío, a la izquierda también, un camino que continuaba con el ascenso que habíamos comenzado al salir de la presa.



Después de la subida, como suele ser habitual, vino una bajada. Tomamos velocidad pero frenamos para cruzar con seguridad una carretera local. Tras hacerlo, continuamos descendiendo. En un momento dado había que girar a la derecha. Los que íbamos en cabeza nos percatamos un poco tarde pero nos dio tiempo a frenar, pero dos bíkers que iban en el medio del grupo, se estorbaron entre ellos y terminaron en la cuneta izquierda. Enseguida los demás nos bajamos de nuestras bicis y acudimos a ver las consecuencias. Uno de ellos nos dijo que estaba bien, que no le dolía nada, pero el otro se quejaba de la cadera y el hombro y se le percibía afectado. Poco a poco lo fuimos levantando y comprobamos que, a pesar de lo dolorido y algo mareado que estaba, no tenía nada roto. Esperamos unos minutos hasta que terminó de recuperarse y, aunque con dolor, conseguimos continuar. 

Frente a nosotros teníamos a Junquera de Tera pero nos separaban de él aún casi dos kilómetros, que no tardamos en recorrer. 
 

Tras realizar el tramo, prácticamente todo en ligero descenso, llegamos a las primeras casas del pueblo. Después de hacer algunos vericuetos para ver algo más la localidad,  llegamos a la carretera, la N-521, continuamos por ella unas decenas de metros y tras estos giramos a la derecha para coger una cuesta abajo que nos sirvió para abandonar el pueblo casi por donde habíamos entrado a él. Realmente habíamos desviado un poco la ruta a propósito para pasar por Junquera. 
 

Nuestra siguiente meta era la localidad de Vega de Tera, de las que nos separaban poco más de cuatro kilómetros, algunos de los cuales por zona boscosa, sobre todo encinares.


Ya cerca Vega de Tera iniciamos un descenso suave por un buen camino. Rodábamos muy bien, sólo con el pequeño regusto amargo de la caída y de ver a nuestro amigo algo dolorido.


El track nos indicaba, ya cerca del pueblo, un giro a la izquierda. Lo hicimos pero el camino, unos metros más adelante, estaba totalmente cerrado, así que dimos marcha atrás y buscamos alternativa, otro camino que nos condujo a la parte baja del pueblo. 


Ascendimos hacia las primeras casas, atravesamos la N-521 y continuamos ascendiendo hacia la iglesia y la zona de bodegas.

Tras dejar atrás esta localidad continuamos por buenos caminos, todos del mismo tipo, color rojizo, buen firme, aunque con piedra suelta en las zonas no pisadas, y flanqueados por encinas y jaras


Después de varios cambios de dirección y algunas subidas y bajadas, comenzamos a encontrarnos con bodegas, algunas tradicionales, pero otras parecían auténticos chalets. Estábamos entrando en Calzada de Tera. Al llegar a la N-525, cogimos el desvío que lleva al pueblo, pero enseguida tomamos una vía de servicio paralela. Cuando esta terminó nos devolvió de nuevo a la vía principal.


Cruzamos la localidad y fuimos hacia el río. Justo antes de llegar a él continuamos casi en paralelo a este, pasando junto a tierras de labor y choperas, a través de caminos de excelente firme.



Así, en pocos minutos, recorrimos los aproximadamente 5 km que separan esa localidad de Camarzana de Tera. Al llegar a este pueblo recorrimos algunas de sus calles, pasamos junto a la iglesia, salimos a la N-521 y continuamos por ella hasta pasada la gasolinera.


Allí dejamos la carretera seguir su itinerario y nosotros continuamos por un antiguo puente. Giramos a la derecha al salir de él y enseguida llegamos a una rotonda. Giramos noventa grados a la izquierda y comenzamos otro ascenso, el más duro del recorrido en cuanto a inclinación. Cuando se tornó llano recuperamos el aliento y rodamos rápido hasta llegar a un camino que estaba trazado en paralelo a la Autovía A-52. 


Fuimos a su vera como un kilómetro y después giramos a la derecha para sumergirnos en otro encinar muy frondoso y bonito. 


Donde, según nuestro track, tenía que aparecer un camino a nuestra izquierda, no había nada, así que continuamos recto y terminamos saliendo de nuevo a la N-521. La cruzamos y seguimos la misma dirección que traíamos, de nuevo entre tierras ya sembradas o esperando la simiente.


Pensamos que un camino nos llevaría hasta el río, para allí tomar el que nos había sacado de Santa Marta unas horas antes, pero ese se cortó en un momento dado y nos tocó seguir por una zona baldía entre dos tierras (en Wikiloc ya está corregido el error).


Finalmente llegamos al camino que buscábamos y ya, sin más dificultades, nos condujo hasta Santa Marta. Tan sólo quedaba salvar el escollo final de una última subida, para pasar del nivel del río al del pueblo, que está más alto. 

Al llegar a la plaza ya estaban las Galanas esperando. Sin dilaciones nos pusimos a cargar las bicis y no tardamos en salir del pueblo para ir a tomar algo a algún bar, porque el de allí sólo abría a las primeras horas de la mañana. 


De otra ruta por la zona recordábamos una terraza en el cercanísimo Santa Croya, y allí nos dirigimos en cuanto cargamos y recogimos todo. El bar de las antiguas escuelas estaba abierto y allí, en tres mesas separadas y al sol de primavera, tomamos una cerveza que nos supo a gloria, no por la cerveza en sí, que algo tuvo que ver, claro, pero más por lo agradable de la temperatura y del lugar.


Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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