Miradores del Duero (Salto del Ladrón y El Asestadero)

Hace unos días un amigo, Manuel Rapado, nos envió un estupendo dosier que ha realizado sobre miradores en los Arribes del Duero y del Esla (descargar desde aquí). Con alegría descubrimos que ya habíamos estado en algunos de esos bonitos lugares para contemplar el paso del río Duero, pero que aún nos faltaban bastantes por descubrir (y casi todos del Esla). Nos pusimos manos a la obra y diseñamos una ruta para conocer uno de ellos, el denominado Salto del Ladrón, y de paso otro cercano, El Asestadero.

Aunque habíamos quedado a las 9,30 y fuimos puntuales, la salida fue unos minutos más tarde porque una rueda precisaba aire. Una vez solucionada la eventualidad nos pusimos manos a la obra. La mañana estaba fresquita, en torno a 1º de temperatura, y el sol parecía querer salir pero unas nubes le impedían lucir como él sabe y como tanto se agradece en esta época.

Dejamos atrás la ciudad rodando por la carretera de Almaraz. Pasada la antigua cárcel nos desviamos a la izquierda, por el camino Los Pisones. Poco más de un kilómetro más adelante tomamos un camino que sale a la derecha y que debería llamarse "la calefacción", porque cuando la gente tiene frío aquí se le pasa, fijo. Es una subida que se hace dura porque aparece cuando todavía no se ha cogido ritmo. 

Culminada la cuesta continuamos por caminos hasta salir a la carretera de Almaraz de nuevo, justo en frente del camino de la Higuera.

Ya en la carretera teníamos por delante una bajada de tres kilómetros, así que, simplemente, nos dejamos caer y recorrimos el tramo en un plis plas. Poco más adelante comenzamos a ver el Duero, ya con un cauce más normalizado que haces unas semanas. Desde la carretera la estampa de las pesqueras resultaba muy bonita.

Continuamos por el asfalto, pero con el aliciente de tener buenas vistas a nuestra izquierda. Después de pasar el puente sobre el arroyo de la Joyalada, tocó subir algo, pero en seguida descendimos y pronto nos desviamos a la izquierda, para volver de nuevo a camino.

La zona que estábamos atravesando hace una o dos semanas seguro que habría merecido el calificativo de espectacular, pero ahora con "bonita" sería suficiente. Y es que alberga muchos almendros que, aunque aún tenían flor, no estaban ya en su máximo esplendor. Una pena.

El primer tramo es llano y el camino de buen firme, pero como suele pasar, no tardó mucho en complicarse.

Dicha complicación fue una cuesta que, aunque no es muy empinada, es larga, unos tres kilómetros, y acaba pareciendo que no va a terminar nunca.

Cuando se culmina la subida hay un pequeño premio, una bonita panorámica de la localidad Almaraz de Duero.

 

En lugar de ir hacia el pueblo tomamos la opción de la izquierda, una recta que va en paralelo al trazado de la localidad. Más o menos a la misma altura que terminan las viviendas nos desviamos a la izquierda para tomar un camino que, unos metros más adelante, estaba atravesado por un arroyuelo. Mandamos a un emisario y comprobó que no había problema para pasar, así que todos lo seguimos.

Ese camino, más estrecho que los que habíamos pisado hasta entonces, nos llevó a otro de mayor importancia y mejor firme, y este a su vez nos condujo a una larga recta de unos dos kilómetros, pero eso sí, con la misma tónica de todo el recorrido, continuos sube y bajas. 

Llegamos a un punto en el que había una bifurcación a la dercha. Nosotros continuamos recto, si bien el track nos indicaba que tendríamos que volver después a ese mismo lugar para seguir por esa variante. Pero de momento continuamos sin cambiar de dirección. Enseguida nos encontramos con un ascenso y una buena bajada, y tras esa otra más. Lógico, porque nos estábamos acercando al lecho del río.

Por último, hubo que enfrentarse a una subida campo a través tras la que llegamos a una zona en la que decidimos bajarnos de la bici y continuar caminando para poder conseguir ver el río, ya que desde donde estábamos la orografía no permitía verlo.

Mereció la pena recorrer ese pequeño tramo para contemplar las magníficas vistas que se podían ver desde allí.

Según Manuel Rapado, el amigo que nos hizo llegar el dosier, el Duero sufre en esta zona el mayor estrechamiento de todos los Arribes. En este encajonamiento permanece una roca en el centro del cauce sin que la erosión y la fuerza del agua hayan podido con ella durante miles de años. Cuenta la leyenda que un ladrón  consiguió huir de la justicia, porque al sentirse perseguido obligó a su caballo a dar el salto para la otra orilla y lo consiguió porque el corcel apoyó una de sus patas en dicha roca.

Uno de los bíkers se fijó en un camino que ascendía justo en frente y enseguida se dio cuenta de que allí abajo habíamos estado alguna vez, es la llamada "antigua toma de agua de Pereruela" (ver entrada del blog), un sitio también espectacular, pero en ese caso, se baja casi a pie de agua.

Tras disfrutar del lugar, nos hicimos una foto de grupo y nos subimos de nuevo a las bicis, que aún había mucha ruta por delante.

Volvimos por el mismo camino que nos había llevado hasta allí hasta llegar al cruce que nombramos anteriormente, que está más o menos a un kilómetro del mirador. Allí tomamos el camino de la izquierda y descendimos otro kilómetro más. Llegó un punto en el que no pudimos continuar con las bicis, así que las dejamos allí y proseguimos andando, hasta que pudimos contemplar de nuevo el río. También desde esta atalay la vista es muy bonita. Como la zona se llama El Asestadero decidimos dar el mismo nombre al mirador. Poco más allá, a menos de 200 m, se encuentran las llamadas Pilas de Almaraz.

Por la zona pudimos encontrar varias corralas para el ganado, por lo que hasta aquí llegaban los pastores, imaginamos, que con ovejas.

De nuevo en las bicis, volvimos, tras un buen ascenso, hasta el cruce ya nombrado varias veces, y desde allí enfilamos una larga recta. 

Después de este tramo, a la altura del pueblo de Almaraz, nos desviamos a la derecha y comenzamos a descender. Bajamos en cuatro kilómetros todo lo que llevábamos acumulado de subidas de media mañana. Aunque íbamos frenando la velocidad era alta y apenas daba a tiempo a contemplar los campos pletóricos de verde que íbamos encontrando.

Tras un desvío a la izquierda cambió el tipo de paisaje, dando paso a una zona de bosque bajo y matorral. Hubo otro giro posterior, pero en este caso de 180º que ya nos devolvió a la planicie.

Terminamos en el camino que ya habíamos pisado a la ida y que nos llevó hasta la carretera. Estábamos rodando rápido, no sólo en las cuestas abajo ; ), y en la carretera continuamos en la misma línea.

Después de pasar Los Infiernos nos dimos de bruces con un campo de cereales con un verde insultante. Tanto es así que se ganó una fotografía, y lo que es más importante, su publicación en este blog.

Como un kilómetro más adelante comenzó el ascenso ya conocido por todos, tres kilómetros de subida, eso sí, tendida, que cada uno hizo a su ritmo. Como el track continuaba por el camino de La Higuera, al comienzo de este hicimos agrupamiento.

Dicho camino de La Higuera nos llevó hasta la N-122. Allí, tras hacer las rotondas, tomamos otro que nos condujo hasta un lugar donde se puede optar por un desvío a la derecha. Nosotros lo tomamos, es el denominado camino de la dehesa de Penadillo. Este nos llevó hasta un paso elevado sobre la autovía. Continuamos en la misma dirección algo más de dos kilómetros. Eso sí, da la impresión de que alguno ya dio por concluida la etapa y lo que es mejor, se creyó ganador a pesar de ir en tercer lugar : )

Podríamos haber seguido por ese camino y habríamos terminado en el alto de Valorio, pero decidimos desviarnos a la izquierda para descender hacia la zona de la Alamedilla. Seguidamente cogimos el carril bici hasta el puente Croix, donde lo abandonamos para proseguir internándonos en el bosque de Valorio. Y como quien no quiere la cosa, y ya que pasábamos por allí..., "tuvimos" que parar en una de las casetas para reparar el daño producido en nuestros cuerpos con tanta subida. 

Los efectos reconstituyentes fueron milagrosos y eso nos permitió a cada uno de nosotros llegar a nuestra casa sin mayores dificultades.

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