9 de mayo de 2021

Hasta el pueblo natal de Pablo Montesino (Fuente el Carnero)

El viento del sur propició que planteáramos una salida en bicicleta hacia esa dirección. Se nos ocurrió que Fuente el Carnero podría ser un buen destino. Este pequeño pueblo fue la localidad natal de Pablo Montesino, un desconocido para muchos, pero del que todos los zamoranos deberíamos estar orgullosos. Además del busto que se encuentra en el pueblo de este ilustre zamorano, descubrimos paisajes nuevos que nos encantaron, a pesar de lo poco que lucían con el día gris que amaneció.

Solo tres bikers habíamos quedado hoy. Tres estaban de regreso desde Soria, tras culminar la Senda del Duero, y otros, por distintas razones, no podían unirse a esta salida. Acordamos vernos a las 9 porque a las 12 se esperaban lluvias y así, adelantando la salida, disminuíamos las posibilidades de mojarnos. 

Abandonamos Zamora por Pinilla, cogiendo el "carril bici" que une nuestra ciudad con Morales del Vino. Por el camino encontramos algunas romeras yendo hacia la ermita del Cristo, probablemente porque habría novena, ya que el día del Cristo de Morales se celebra mañana. Por pasar junto a la pequeña iglesia, nos desviamos del track original. Ya desde allí nos dirigimos hasta el propio Morales por la vía de servicio y, desde la rotonda, por la carretera.

Tras pasar por esta localidad salimos de ella con dirección hacia El Perdigón, si bien más adelante continuamos por una bifurcación que partía a nuestra izquierda.


Después de hacer varios cambios de dirección, y de ir subiendo suave pero continuamente y contra el viento, tras una subida de mayor calado vimos Casaseca de Campeán al llegar a la zona más alta. 


Descendimos hacia esta localidad, pero antes de llegar a pasar por debajo de la antigua vía nos desviamos a la izquierda, iniciando así otra subida. Enseguida volvimos a cambiar de dirección hacia la derecha y continuamos por este camino hasta que llegamos a la carretera que une ese pueblo con Corrales del Vino.


Rodamos por ella unos trescientos o cuatrocientos metros (dirección Corrales), tras los cuales hicimos un giro de noventa grados a la derecha para proseguir por un camino, que siempre estaba muy dañado y que hoy estaba alisado porque había pasado por él una "cuchilla". Este camino nos dirigía hacia Villanueva de Campeán. En un momento dado cruzamos la carretera que lo une con Corrales, pero nosotros, una vez cruzada, continuamos con la misma dirección que llevábamos. 

En el trayecto, a pesar de lo grisáceo del día, encontramos bonitos paisajes propios de la Tierra del Vino, cuyo corazón estábamos atravesando.



Villanueva de Campeán la dejamos a un lado también, realizamos algunos giros y terminamos enfrentándonos a una subida larga y pronunciada. En su segunda mitad continuaba noventa grados hacia la izquierda y se empinaba más.


Eso sí, desde lo alto se divisaban bonitas vistas de toda la zona, con los contrastes propios de esta época, los ocres de los baldíos, y la gran variedad de verdes de los sembrados.



Llegó el momento de descender y lo hicimos bien. Hemos de confesar que bajamos mejor que subimos :) Al llegar a una chopera encontramos una zona con el suelo prácticamente blanco del algodoncillo que sueltan estos árboles en esta época. Quisimos plasmarlo en una foto, como si fuera nieve, porque ayer mismo dos de los bíkers que hicieron la Senda del Duero nos dieron envidia al pisar neveros en su ascensión hacia las Fuentes del Duero.


Unos cientos de metros más adelante nos enfrentamos a una bonita panorámica de Peleas de Arriba, la localidad a la que estábamos a punto de llegar.


Cuando ya estábamos cerca del pueblo, tuvimos que cruzar la vía y allí, desde un alto estuvimos unos minutos contemplando cómo las rachas de viento movían, como si fueran olas que avanzan, las miles de espigas de cebada que teníamos a nuestros pies. Un auténtico espectáculo.



Sin demorarnos más comenzamos a descender el camino en el que estábamos. Al llegar a la zona baja giramos a la derecha para tomar el que nos llevaría hasta Peleas.


Hubo que hacer un giro más, de nuevo de noventa grados, para situarnos frente a la vista más bonita del pueblo, la de la parte trasera de la iglesia, que está construida sobre un promontorio cuya base es de piedra.


Ascendimos hacia el centro del pueblo y finalmente nos llegamos hasta la misma iglesia. Las vistas desde el mirador que hay junto a ella eran fantásticas.


Descendimos hacia la parte baja del pueblo, hasta llegar a la N-630. La cruzamos y al otro lado nos esperaba el llamado camino de Fuente el Carnero. Tras hacer una especie de cuatro invertido comenzamos a ascender. Este ascenso se prolongó durante más de un kilómetro. Al culminarlo tuvimos que cruzar sobre la autovía por un viaducto y enseguida giramos a la derecha. Poco después nos enfrentamos a una bajada muy, muy, pronunciada y, al llegar abajo, giramos a la izquierda.


Empezamos a rodar por un camino de hierba pero muy bonito. Camino que nos llevaría, tras menos de dos kilómetros, hasta Fuente el Carnero.


Entramos en el pueblo y descendimos por una calle hasta desembocar en la plaza. Allí mismo, a un lado de la iglesia, encontramos el monolito dedicado a su ilustre hijo, Pablo Montesino.



Este hombre, del que decíamos que todos los zamoranos deberían sentirse orgullosos porque: fundó la primera escuela de párvulos de España y creó y dirigió la primera Escuela Normal para la formación de maestros. También contribuyó al desarrollo de la educación popular y escribió el primer manual en español de Pedagogía. Todos esos logros hace más de 150 años fueron auténticas proezas.

El monolito está compuesto por el busto del político liberal, el escudo de Corrales del Vino (municipio al que pertenece Fuente el Carnero) y una placa en la que dice textualmente

In memoriam. Aquí nació 
Pablo Montesino
(1781-1849)
En el 150 aniversario
de la creación de la
1ª Escuela Normal en España
21-X-1989

Mientras contemplábamos el monolito, aprovechamos para comer algo y enseguida volvimos a montarnos en nuestras bicis y continuar. Dejamos atrás el pueblo descendiendo por el lado derecho de la iglesia, llegando a una vaguada donde tomamos el camino de la izquierda. En los menos de tres kilómetros que separan esta localidad de Santa Clara de Avedillo tocó de nuevo realizar un ascenso, si bien, tras culminarlo, comenzamos a descender teniendo frente a nosotros la muela por todos conocida como "La parva de Avedillo". Lo cierto es que nunca la habíamos visto de una perspectiva que permitiera verla tan bien.


Cruzamos de lado a lado Santa Clara de Avedillo  y salimos de la localidad por un camino trazado a la derecha de la carretera. Continuamos por él sin perder de vista el asfalto, si bien nuestro recorrido era serpenteante y, finalmente, terminamos sobre el asfalto unos cientos de metros antes de llegar a Jambrina.
 

Atravesamos esta localidad de punta a punta y la abandonamos por un camino que es prolongación de su calle principal.


Después de unos dos kilómetros el track nos indicaba un camino inexistente, no le hicimos caso y seguimos adelante. Después tratamos de encontrarnos con nuestro track, pero de nuevo no había camino donde indicaba, así que nos dejamos guiar por la intuición y un par de kilómetros después enlazamos con él, ya cerca de la localidad de Pontejos.


Entramos en esta pueblo por un lateral, pero enseguida nos adentramos en sus calles. Salimos de él por un camino que parte a la izquierda de la carretera. Una zona que siempre está bonita porque es muy frondosa y, ahora, en primavera, más aún.


Este camino, finalmente, nos llevó hasta un cruce, donde giramos a la izquierda, llevándonos hasta otro camino trazado en paralelo a la autovía. Fuimos siguiendo este y finalmente salimos a la carretera de Pontejos. Continuamos por ella hasta prácticamente la rotonda del Cristo de Morales. Si no fuera la pandemia la ermita y sus alrededores estarían repletos de moralinos y zamoranos, aparte de casetas y tíovivos.


Antes de entrar en la rotonda tomamos un camino que va en paralelo a la carretera de doble vía que une el Cristo de Morales y Zamora. Este nos llevó hasta la carretera de Moraleja, que cruzamos para seguir por el camino habitual hasta el puente de Cardenal Cisneros.

Eran algo menos de las 12.30 y aún no había llovido, pero eso sí, al cruzar el puente y mirar el horizonte todo hacía presagiar que no tardaría mucho...

Como no queríamos perdernos el espectáculo de ver llover, decidimos parar en una terraza de un bar, a ver si empezaba ; ). Pedimos unas cañas, pero sólo por matar el rato mientras caían las primeras gotas y no. Y oye, fue pedir las cervezas y empezó a llover. Ni fallaron las predicciones, ni fallaron nuestros cálculos, así que, ¡genial!


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