El 9 de enero de 1959 reventó la presa de Vega de Tera. Arrasó el pueblo de Ribadelago y mató a 144 personas. Desde entonces esa obra de ingeniería hidráulica se la conoce como la Presa Rota. Hoy hemos tenido la oportunidad de verla de cerca e impresiona si se piensa en las consecuencias que tuvo dicha rotura.
Como siempre ocurre cuando realizamos una ruta fuera de la capital, hubo que madrugar, y más si empieza a más de 130 km de nuestras casas, como es el caso. Así que a las 8.00 h salieron tres bíkers de Zamora, dos invitados (ya amigos) se unieron a la comitiva al pasar por Tábara y uno más en Puebla de Sanabria. Tras tomar un café ya todos juntos en esta localidad, continuamos hasta Padornelo. Nada más salir del túnel nos desviamos a la izquierda para ascender por un camino que, poco más adelante, se convirtió en una pista asfaltada que nos llevó hasta una nave perteneciente al Parque Eólico. Allí mismo dejamos los coches, descargamos las bicis, nos preparamos y logramos hacernos la foto de salida a las 10.40, muy tarde...
En la mayor parte de este descenso pudimos contemplar el embalse de Puente Porto, el primero de la serie, ya que aún teníamos que encontrarnos con varios más. Eso sí, este es el mayor de todos, con diferencia.
Descendimos casi hasta el comienzo de la presa, y allí mismo nos desviamos a la izquierda.
Tras bordearla se inició una subida larga, muy larga, de más de cinco kilómetros, alternando tramos más llevaderos con otros que no lo eran tanto, pero poco a poco, y cada uno a su ritmo, íbamos comiendo kilómetros.
Continuaron unos cientos de metros más y llegaron a una zona muy próxima a la, desgraciadamente, famosa Presa de Vega de Tera. Tras hacer la foto de rigor, sin perder un minuto, comenzaron el ascenso.
El grupo que iba por delante fue subiendo los cinco kilómetros del ascenso poco a poco y al segundo grupo le costó darle alcance. Tuvieron que recorrer unos 7 km hasta logarlo.
Como el regreso se hace por el mismo trayecto que la ida (algo que va contra los principios de este Club😀 , pero que en este caso era inevitable) todo era a la inversa, así que después de la subida de la presa le siguió el largo descenso que casi termina en el embalse de Garandones.
Tras pasar sobre la presa ascendimos un poco y bajamos más de lo ascendido. Esa bajada se alargó hasta el embalse de Cárdena.
No tardamos en ver la presa de Puente Porto que lucía bonita con el contraste entre la piedra y la nieve.
En ese punto estábamos subiendo ligeramente, pero la inclinación empezó a ser mayor, sin llegar a ser excesiva. Eso sí, el barro, que por la mañana aún no estaba blando del todo, con el ascenso de temperatura estaba "en su punto" y nos costaba mucho despegar las ruedas de él. Este hecho endureció los últimos kilómetros de la ruta, así que los casi nueve de ascenso que teníamos por delante cada uno los hizo a su ritmo, siendo los más rápidos, como es lógico, los asistidos, aunque a ellos les tocó sufrir también (pero menos, claro).
Cuando por fin terminaron esos nueve kilómetros logramos ver los aerogeneradores, y eso significaba que comenzaba la bajada hacia donde teníamos los coches, un descenso casi continuado de unos cinco kilómetros.
La llegada al final de la ruta fue como el rosario de la Aurora, primero llegaron dos, después otros dos, más tarde uno y, finalmente, el restante. Cuando llegaron los primeros eran las 3 de la tarde y habíamos quedado para comer cerca de Puebla a las 14.30, así que lo primero que hicimos fue llamar al restaurante.
Los que llegaron con ventaja fueron cargando las bicis y cambiándose (haciendo lo que viene a llamarse "el lavado del gato") y marcharon hacia el restaurante. El resto lo hizo más tarde.
Finalmente eran pasadas las 4 cuando logramos juntarnos en el Asador Montelueño, donde bebimos una cerveza con verdadera fruición. Y después comimos, claro. Además, lo hicimos muy bien, con una relación calidad precio muy buena. Durante la comida dio tiempo a comentar los detalles de la ruta, a reírnos, a recuperar fuerzas y a descansar. Tras los cafés, nos repartimos en los coches y dimos por clausurada la Padornelo-Presa Rota, habiéndonos dejado con un buenísimo sabor de boca.
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