En 1899, Federico Cantero Villamil, un adelantado a su tiempo, impulsó la creación de la sociedad anónima El Porvenir de Zamora, teniendo por objeto gestionar la distribución de la red eléctrica de la provincia. En 1902, dicha sociedad comenzó a construir el salto de San Román de los Infantes, inaugurado el 1 de enero de 1903. Desde él se gestionaba la distribución de electricidad a la ciudad de Zamora, Salamanca y parte de Valladolid. A ese salto se le ha conocido popularmente como "El Porvenir". Hoy lo hemos visitado.
Solo cuatro nos presentamos a la convocatoria de esta mañana. A última hora se unió un amigo que quiso acompañarnos, por lo que finalmente fuimos cinco los protagonistas de esta bonita ruta, si bien más adelante se uniría el sexto.
A las 9.30 los termómetros marcaban -1º y esa temperatura se dejaba notar en el ambiente, pero, sin duda, la gran protagonista era la helada. Después de cruzar el Puente de Hierro empezamos a hacer un recorrido inusual para salir de la capital, y en un camino entre Cabañales y San Frontis fuimos testigos de que, efectivamente, la escarcha se había adueñado de todo.
Ese inusual recorrido al que nos referíamos terminó llevándonos hasta la rotonda que hay algo más abajo de las escuelas de San Frontis, ascendimos hasta la carretera de Bermillo de Sayago, la cruzamos y comenzamos a rodar por el GR-14.
A todo esto, íbamos dos en cabeza y no nos habíamos dado cuenta de que faltaba el resto. Esperamos, pero como no llegaban, hablamos por teléfono y nos dijeron que estaban solucionando un pinchazo, que fuéramos rodando para así encontrarnos con el sexto bíker, que venía a nuestro encuentro desde Morales.
Pasada la zona del Polígono de "Los Llanos" lo que veíamos al frente parecía más propio de la tundra que del término de Entrala.
Antes de llegar a Tardobispo nos encontramos con ese sexto bíker, y dos minutos después apareció el grupo de tres que había quedado en Zamora realizando labores técnicas. Ya los seis juntos continuamos rodando y no tardamos mucho en llegar a esa localidad.
En más de una zona tuvimos que salirnos del camino o extremar las precauciones porque la acumulación de barro era grande. Nos sorprendió que hubiera tanto después de más de una semana sin llover. Suponemos que la humedad de los días de niebla y la ausencia de viento han propiciado que se haya mantenido tantos días. Menos mal que en muchas zonas estaba aún helado y, por lo tanto, duro.
Continuamos sin novedad por el GR-14, pasamos junto a La Pueblica de Campeán, atravesamos el arroyo de los Barrios por el puente Potato y seguimos hacia Pereruela.
A pesar de la baja temperatura no íbamos pasando demasiado frío, en gran medida porque el leve viento que había nos daba de espalda.
Como ahora ya el firme acompañaba íbamos rodando a buen ritmo. En un momento dado el GR-14 gira noventa grados para realizar una "uve" antes de encarar hacia Pereruela, pero nosotros no hicimos ese giro y continuamos hacia adelante. La tendencia era ascendente pero se llevaba muy bien. Ya en las cercanías de esa localidad cambiamos de dirección noventa grados a la derecha para ir a encontrarnos con la carretera.
Al llegar a ella la cruzamos, y proseguimos por un nuevo camino de concentración. Dejamos el conocido pueblo de los cacharros de barro a nuestra izquierda y poco después hicimos un giro a la derecha, para encarar una larga recta.
Al principio el firme era bueno, pero más adelante fuimos encontrando zonas con bastante barro. Algo más adelante el tipo de camino cambió.
Se hizo más estrecho y se limitaba a poco más que las roderas producidas por los vehículos que circulan por él. En un momento dado teníamos que realizar un giro en ángulo recto a la izquierda, pero había una cancela cerrada y con un cartel de prohibido el paso. La vista de satélite nos había jugado una mala pasada porque al trazar la ruta allí habíamos visto un camino que nos iba a acercar al río Duero. También es verdad que en esa vista habíamos visto una línea atravesando ese camino, que podía ser una cancela, pero que con la mala definición de la imagen no se podía asegurar.
Como ante los problemas hay que buscar soluciones, continuamos adelante, porque, consultado el GPS, siguiendo en esa dirección nos encontraríamos más adelante con el track. El camino hasta ese encuentro era casi inexistente, se querían adivinar unas roderas, pero prácticamente era como ir campo a través. Poco menos de un kilómetro después volvíamos a estar sobre el track, pero eso sí, con cuatro o cinco kilómetros menos a la espalda
Ya siguiendo el track previsto, no tardamos en llegar a San Román de los Infantes, un pueblecito en el que parece como si el tiempo se hubiera detenido.
Gracias al amigo que hoy nos acompañaba, vimos un cactus gigante que nos había pasado desapercibido en otras ocasiones que hemos estado en el pueblo. Para hacernos a la idea de las proporciones reales, podemos decir que el bíker que posa a su lado mide 1,90 m.
En el lugar había un grupo de ciclistas de la Asociación Plato Grande con los que estuvimos charlando unos minutos. Pero no nos demoramos y enseguida volvimos a las bicis. Bordeamos el pueblo por una calle con mucha pendiente, y esta se incrementó más a la salida del pueblo. Eso sí, las vistas hacia nuestra derecha eran magníficas.
La carretera por la que íbamos rodando asciende, y mucho, a lo largo de algo menos de un kilómetro, en concreto hasta el cementerio.
Ya casi coronando, a nuestra izquierda, teníamos una buena panorámica de las terrazas utilizadas para los cultivos.
Poco después del cementerio dejamos el asfalto para desviarnos a la izquierda y continuar por un camino. El ascenso continuó algunos cientos de metros más, pero poco después comenzamos un ligero descenso. Pasamos junto al arco que da entrada a la Dehesa de Congosta, pero seguimos adelante.
Descendimos alrededor de dos kilómetros, atravesando una zona caracterizada por tener bastante vegetación y ausencia de campos cultivados, lo propio de una dehesa. Llegamos a una bifurcación en la que se indicaba, a la izquierda la central, y hacia la derecha la presa. Nosotros giramos a la izquierda.
El caso de este salto eléctrico es curioso. Aprovecha una herradura que hace el río Duero. En el lado derecho del recorrido del río está la presa y la captación de agua. Desde allí, mediante un túnel que atraviesa la montaña, lleva ese agua hacia el otro lado, donde está la central. Para entenderlo mejor lo hemos reflejado en un mapa de la zona:
Después de tomar la opción de la Central, iniciamos un descenso por una carretera estrecha, sinuosa, blanquecina por la helada en las zonas sombrías, y con el asfalto en muy mal estado.
Esta carretera baja hasta un cañón, por el que discurre el regato de Valmadero, y desde ahí continúa bordeando el mismo. Poco después se divisa ya la coqueta edificación que se supone sería uno de los inmuebles de la central.
Después de sobrepasar este edificio se descienden unos metros más y ya encontramos otras instalaciones propias de estas "fábricas" de electricidad. También nos dimos de bruces con el río, justo en el punto en el que comienza a "abrigarse" mediante esos grandes cortados, que ya lo acompañarán durante una gran parte de su recorrido, a los que llamamos Arribes.
Nos bajamos de la bici para disfrutar mejor de las vistas y allí mismo posamos para hacer una foto que deje constancia de que el grupo estuvo allí.
Minutos después volvimos a sentarnos en nuestros sillines y comenzamos el ascenso. Teníamos por delante unos tres kilómetros de subida, así que nos lo tomamos con cierta calma y cada uno pedaleando a su ritmo.
Durante los primeros metros del ascenso pudimos disfrutar mejor de las vistas de esa especie de cañón por el que discurre el ya nombrado regato de Valmadero.
La larga subida la hicimos bien y, en menos tiempo del que pensábamos ya estábamos de nuevo ante el arco de entrada a la dehesa de Congosta. Poco después de traspasar dicho arco comenzamos el descenso de la llamada, entre los aficionados a la bici, "La Carva". Durante el descenso volvimos a encontrarnos con el río.
Pasamos junto a la Casa Rural Congosta y continuamos en paralelo al Duero con dirección a Carrascal. Poco después nos despedimos de él porque comenzamos a alejarnos de su recorrido, si bien al llegar a Zamora volveríamos a su vera.
Por delante teníamos buen terreno y un par de subidas de cierta entidad. Después de la segunda comienza un descenso que ya casi no parará hasta la capital.
Tras dejar a un lado Carrascal, continuamos sin cambiar en ningún momento de dirección y ya comenzamos a ver a lo lejos Zamora.
Ya cerca de la capital nos desviamos a la izquierda para ascender por una rampa de cemento que nos llevó a pasar por delante de varias edificaciones, para poco después descender hacia la carretera de Carrascal.
De nuevo al lado del Duero, no quisimos abandonarlo y fuimos junto a él hasta el Puente de Piedra. Lo atravesamos, nos sumergimos en los Barrios Bajos y enseguida llegamos al punto de salida, que también se convirtió en punto de avituallamiento, donde repusimos hidratos y hablamos de los planes para estas Navidades.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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