2 de enero de 2022

Rutas Detox después de tanta fiesta

Después de tanta fiesta, tanto comer y tanto beber, los cuerpos pedían hacer algo de ejercicio y desintoxicar, pero con mesura, que tampoco se trataba de morir en el intento. Así que tanto ayer como hoy hemos hecho sendas rutas de pocos kilómetros, con alguna zona exigente, pero disfrutonas. Además, la de esta mañana nos dio la oportunidad de ver las famosas Tablas de Arcenillas.

Ayer fuimos pocos los valientes que vencimos la pereza y nos enfrentamos a la niebla que inundaba la ciudad y a los 0º que enfriaban el ambiente. Solo cuatro. No teníamos un plan prefijado así que decidimos ir a la zona de Las Chanas. Salimos de Zamora por esas nuevas alternativas que descubrimos hace unos días, realizando el último tramo por Rabiche, donde ya empalmamos con el camino que va hacia Carrascal. 

Tras recorrer un tramo de la pista que lleva a esa localidad, nos desviamos a la izquierda para iniciar ese recorrido por Las Chanas que tanto nos gusta, porque se parte de una subida, cuando se corona se rueda serpenteando por el borde de una loma (en esta ocasión sin vistas) y finalmente se desciende por una bajada técnica; y todo ello por un "single track", es decir, un senderito. 



En esta ocasión, antes de llegar al descenso, tuvimos un problema. De la nada, es decir, de entre la niebla, nos aparecieron de repente varios perros. Uno de ellos fue directamente hacia el que iba el primero. Este hizo un extraño con la rueda y cayó al suelo. Una vez en la bici, de nuevo nos enfrentamos a otros ocho o diez perros que se nos acercaban, nos ladraban sin parar e iban avanzando a la vez que nosotros. Al fin aparecieron los dueños, un hombre y una chica, que los llamaban pero a los que no hacían ni caso. Finalmente nos zafamos de ellos y conseguimos llegar al comienzo de la bajada.

Una vez abajo, decidimos seguir de frente para ir por otra senda preciosa, que discurre entre encinas. Hay que bordearlas, esquivarlas y agacharse muchas veces para no darse con sus ramas y todo eso lo hace más bonita aún.



Finalmente el sendero desemboca en la pista que va hacia Carrascal, la misma por la que habíamos rodado minutos antes, pero unos trescientos metros más allá de donde la habíamos abandonado.

Seguimos por ella hasta entrar en ese barrio de Zamora. Allí llegamos hasta la plaza y tomamos la calle de la izquierda. Poco después se convirtió en un camino por el que continuamos. En una bifurcación que había poco más allá, tomamos la opción de la izquierda. Se trata de un camino cómodo por el que se rueda bien. Queríamos ir hacia el vertedero pero con la niebla no estábamos seguros de si íbamos bien. No hubo dudas porque enseguida por el olor supimos que estábamos cerca. Y así fue, enseguida vimos el montón de residuos y entramos en la carretera que lo une con la de Bermillo.


Al cruzar esta íbamos a continuar recto, como otras veces, pero unas bandas rojas y blancas cerraban el acceso al camino. En estas había puesta una fotocopia de un escrito del dueño de una de las fincas que dan al camino, enviado al Ayuntamiento para que este aclarara a quién pertenecía ese camino. Pero se conoce que antes de recibir respuesta ha creído que le pertenece. Evidentemente pasamos bajo las cintas y continuamos, pero eso sí, nos encontramos como otras diez o doce cintas más atravesando el camino cada cincuenta metros. Deberíamos haberlas cortado, pero fuimos respetuosos, lo que no ha sido él con los que pasamos por allí. Lo cierto es que el camino tiene toda la pinta de ser una servidumbre de paso porque, de hecho, tiene vallas a un lado y a otro del mismo. Si hubiera pertenecido a alguna de estas fincas lo habrían incluido en el vallado.


Este camino, una vez libre de cintas, desciende suavemente hasta la carretera que va hacia La Tuda. Se cruza esta y se comienza a ascender por otro camino que termina empalmando con el GR-14, en un tramo anterior a la localidad de Tardobispo.


Una vez incorporados a este lo tomamos dirección Zamora, pero al llegar a las cercanías de Entrala, en vez de girar hacia El Brocal de las Promesas, continuamos recto para dirigirnos a este pueblo y así evitar la zona de barro que hay cerca de Los Llanos.

Justo antes de entrar en el pueblo parecía que el sol iba a ganar el pulso a la niebla. Le faltaba poco, ya se intuía bajo las nubes, pero aún no lograba asomarse.


Desde Entrala nos dirigimos a Morales del Vino, primero por el camino de las bodegas para salir después a la carretera. Ya por esta llegamos a esa localidad enseguida. Desde allí tomamos el llamado carril bici Morales-Zamora y llegamos a nuestra ciudad en un plis plas. Según descendíamos hacia la capital vimos que en ella la niebla ya había conseguido levantarse, así que fue entrar en Pinilla y ver, por fin, el sol. Continuamos por Cabañales y al cruzar el Puente de Piedra pudimos ver la Catedral ya en su esplendor habitual.


Ya en Zamora paramos en una terraza al sol para disfrutar de este y de una cañita. No hace falta decir cómo disfrutamos del uno y de la otra...

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La segunda ruta del fin de semana, la del Domingo, también tenía carácter Detox, es decir, estaba destinada a purificarnos después de tanta ingesta navideña. 

La niebla hoy se había desplazado hacia capas más altas, así que no era molesta pero no dejaba salir el sol. La temperatura era mejor que ayer, 3º, y no había viento, así que la sensación sobre la bici no era mala. Partimos del lugar habitual e hicimos una tontería, que fue ascender hacia la avenida de Portugal por unas escalerillas que hay entre dicha avenida y la calle de Puerta Nueva. Cruzamos el Puente de Hierro y giramos a la izquierda. Poco después, en la bifurcación, tomamos también la opción de la izquierda y cogimos el llamado Camino de San Miguel, que nos llevó hasta la entrada de Villaralbo. 

Ese tramo lo aprovechamos para ponernos al día unos y otros de lo sucedido durante las fiestas, es decir, fue un rato de charleta y de ir cómodos sobre la bici. En Villaralbo hicimos un recorrido que nunca habíamos hecho para llegar a la carretera de circunvalación. La cruzamos y tomamos el GR-14.

Seguimos por él sin ninguna novedad hasta la localidad de Madridanos. Ya en ella recorrimos algunas de sus calles y terminamos saliendo del pueblo pasando junto a la iglesia.


El camino por el que salimos del pueblo va dejando siempre al Viso a la derecha. Hay algún tramo en el que han echado escombro para mejorar el firme, pero en general se rueda bien. Eso sí, hay bastantes tramos con suaves ascensos.



Aunque ya lo percibimos ayer, hoy lo vimos más claro al ser zona cerealista. Las suaves temperaturas que estamos teniendo han hecho que el campo esté casi como en marzo. La verdad es que da gusto verlo, así que lo fuimos disfrutando.
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Ya cerca del Viso, el camino giró a la derecha. Desde él podíamos contemplar Sanzoles al fondo. Un poco más adelante volvimos a girar a la derecha para ir hacia el inicio de la subida.


Teníamos miedo a este último tramo porque en ocasiones lo hemos encontrado con barro, y del que llamamos "botijero", pero en esta ocasión tuvimos suerte.


Al llegar al inicio del ascenso cada uno puso el desarrollo que estimó oportuno y poco a poco a dar pedales y a ir ganando metros.


Cada uno fue haciendo la subida a su ritmo. Cuando se va cansado ayuda mucho el ir contemplando lo que van ganando las vistas a medida que se va ascendiendo. No baja las pulsaciones pero distrae algo...


Poco a poco fuimos coronando y, una vez recuperado el aliento, pudimos disfrutar, como siempre, de las excelentes vistas que se pueden contemplar desde allí.


Algunos incluso hicimos el primer posado del año. Eso sí, no estábamos todos los que éramos, pero sí éramos los que estábamos (salvo el que hizo la foto, claro).


También dio tiempo para que los que traían una fruta o una barrita la pudieran comer.


Y enseguida llegó el momento del descenso. Nos apetecía probar una forma distinta de descender. Tres optamos por la nueva vía y los otros tres se decantaron por la tradicional. 

La "nueva vía", en sus primeros metros, era campo a través. Después llegamos a un sendero muy, muy, empinado. Nos pareció que con lo que resbalaba el terreno no iba a ser posible bajar sobre la bici, ya que al frenar las ruedas arrastrarían y no frenarían, así que bajamos con la bici en la mano. Eso no impidió que uno se cayera sin mayores consecuencias. 


El último tramo ya nos atrevimos a hacerlo sobre la bici. El sendero terminaba en el primer tramo del ascenso ya allí nos estaba esperando el resto del grupo.


Desde ese punto, ya todos juntos, volamos hacia Bamba, porque ese tramo se hace muy rápido. En esa zona las nubes altas se habían ido disipando y ya dejaban asomar al sol. 


Llegamos a esta localidad, recorrimos su calle principal y nos desviamos, a la salida, a la derecha para seguir por el camino que va hacia Moraleja del Vino. También este tramo lo hicimos enseguida. Son pocos kilómetros, y al ser una pista, se rueda rápido.

Terminamos saliendo a la plaza de esta localidad. Tomamos allí mismo la carretera de Zamora. Al pasar por una de las calles que desemboca en ella nos encontramos con esta obra de arte hecha en la entrada de un garaje. Olé por la persona que ha puesto su trabajo, su tiempo y sus ganas en hacer algo tan original. Nos encantó, la verdad.


Salimos del pueblo por la misma carretera y, como unos quinientos metros después, giramos a la izquierda, para enfrentarnos al camino que nos llevaría hasta Arcenillas. También es una pista por la que se rueda muy bien. Además, está todo tan verde, y con el sol lucía tanto, que estar montado sobre la bici contemplando todo esto era un lujazo.



Al llegar a esta localidad zizagueamos por algunas de sus calles y el azar quiso que termináramos junto a la iglesia. Comentamos la existencia de las famosas tablas y algunos dijimos que nunca las habíamos visto porque siempre había estado cerrado cuando habíamos ido. Nos fijamos al pasar que la puerta estaba abierta, así que algunos dejamos las bicis en el suelo y entramos.

Estas tablas, de Fernando Gallego y su taller, fueron realizadas entre 1490 y 1494 y formaban parte de un gran retablo de 35 tablas que esta iglesia adquirió a la Catedral de Zamora en 1712. Este retablo fue desmontado sobre el año 1820 para realizar unas obras en la bóveda del ábside, siendo entonces cuando desaparecieron unas 19, más otra que desapareció a finales del siglo XIX.


Pudimos contemplar las once tablas originales que se conservan, más la cuatro réplicas de las que fueron robadas en 1993, y que aún hoy no han aparecido. 



Contentos por la visita cultural continuamos nuestra ruta cogiendo la calle que sale a la derecha de la iglesia y salimos a un camino por el que continuamos como kilómetro y medio. Giramos a la izquierda, poco después a la derecha, y nos enfrentamos a otro camino que, ascendiendo, nos llevó hasta la Autovía de la Plata.


Al llegar a su altura giramos a la izquierda y rodamos en paralelo a ella hasta un viaducto. Lo bordeamos y pasamos por debajo. Estábamos ya en el camino que une Pontejos y Morales. Enseguida llegamos a esta localidad. Allí perdimos una unidad y continuamos los cinco restantes hacia Zamora. Bajamos por el camino que forma parte del carril bici que une ambas localidades, pero al llegar a la carretera cruzamos esta y exploramos una nueva vía, que es una buena alternativa para no rodar por el asfalto.


Este camino poco marcado terminó saliendo al habitual que seguimos para ir a Zamora, pero ya sobrepasado el Cristo de Morales. Desde allí coser y cantar hasta la capital. Al llegar al cementerio continuamos por Cabañales, cruzamos el Puente de Piedra y entramos en los Barrios Bajos, donde hicimos una parada para recuperar los líquidos perdidos. A las bestias las dejamos descansando sobre una isleta.


Con los líquidos ya repuestos cada uno marchó para su casa, dando así por concluida las salidas Detox.


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