Lo mal hecho, mal parece y ayer no había mucho tiempo para preparar una ruta, así que cogimos una de Wikiloc, le realizamos cuatro modificaciones y listo. Pero olvidamos tener en cuenta factores importantes en la planificación, como la dirección del viento. Ese error lo hemos pagado hoy, cuando nos tocó hacer prácticamente todo el camino de vuelta contra el viento. Eso sí, nos costó, nos cansamos, pero lo logramos.
Partimos de nuestro lugar de cita habitual con diez minutos de retraso sobre el horario previsto e iniciamos nuestra ruta saliendo de Zamora por el carril bici. Dentro de la ciudad no se notaba mucho el viento, pero en Los Tres Árboles lo percibimos. Eso sí, la temperatura era muy agradable y el cielo estaba especialmente bonito.
Al llegar a la zona de la gasolinera Vistalegre abandonamos la vía verde, cruzamos el río Valderaduey, la N-122, y continuamos en paralelo a esta.
Continuamos por el camino que, habitualmente, se sigue para ir a Coreses. Poco más adelante pasamos por encima del viaducto trazado sobre las vías del AVE y, como un kilómetro y medio después, al llegar a una explotación ganadera, nos desviamos a la izquierda y comenzamos un ascenso que nos llevó a cruzar por encima de la autovía, si bien continuamos subiendo un buen tramo más.
Después de culminar esa subida giramos casi noventa grados hacia la izquierda y comenzamos un descenso. Al fondo divisábamos ya Monfarracinos, pero el Valderaduey impedía continuar recto, así que, poco antes de llegar a su cauce, cambiamos de dirección, de nuevo hacia la izquierda, y comenzamos a rodar junto a su margen izquierda. No tardamos mucho en encontrar el puente por donde cruzar el río.
Tras pasar a la otra orilla continuamos recto y, poco después, entramos en Monfarracionos. Lo cruzamos rodando por varias de sus calles y salimos de él por uno de los caminos que conducen a Cubillos.
Si en los primeros kilómetros habíamos rodado muy a gusto con el viento de popa, al llegar a este punto empezamos a notarlo de costado y, como tenía cierta fuerza, era molesto. Recorrimos algo más de dos kilómetros por prácticamente una recta con un ligero ascenso y terminamos girando a mano derecha, iniciando así una subida más pronunciada hacia el Parque Eólico que hay en la zona.
Cuando culminamos el ascenso giramos a la derecha para rodar por el paraje conocido como Tardemayas, un teso con forma de punta de lanza. El camino lateral por el que íbamos nos ofrecía una panorámica impresionante de toda la zona, especialmente de Cubillos.
Al llegar al final del camino nos paramos para reagruparnos y desde allí la panorámica era de Zamora. También muy bonita.
Tocaba ahora rodar por el otro lateral de esa punta de lanza. El camino era un "single track" (queda mucho mejor este anglicismo que escribir "sendero", dónde va a parar...) que nos llevó de nuevo al mismo camino por el que habíamos ascendido hasta allí, solo que unos metros más adelante. Vamos, que habíamos hecho un rodeo en toda regla, pero eso sí, justificado para disfrutar de esas buenas vistas.
Continuamos por ese camino, de nuevo con el viento de espalda, por el que rodamos muy rápido unos dos kilómetros. Transcurridos estos llegamos a una zona que parecía una cantera abandonada. Había una caída muy pronunciada y nos paramos porque no sabíamos si era ciclable. Cuando comprobamos que sí nos tiramos por ella.
Esa rampa nos sumergió en una paisaje lunar, consecuencia de la mano del hombre. Recorrimos la zona y para abandonarla el camino nos abocó a una cuesta abajo, pero terminada esta apareció otra muy inclinada que terminaba en unas tierras de labor.
El problema es que no había camino entre las dos tierras diferenciadas. No sabemos si los agricultores no han respetado la servidumbre o nunca ha existido esta, el caso es que nos tocó rodar por el sembrado. Y eso tuvo sus consecuencias...
Nuestras ruedas empezaron a engordar así que saltaron todas las alarmas, estábamos ante una zona con "barro botijero". Menos mal que el tramo no era muy largo porque poco extenso más que hubiera sido habría logrado paralizar nuestras ruedas.
Salimos de la tierra hacia una carretera asfaltada semi abandonada (la que une Molacillos con las N-630). El propio asfalto y el atravesar algunos charcos fue ayudando a limpiar nuestras cubiertas. En este tramo el viento nos iba dando frontalmente y nos costó hacerlo.
Dejamos el asfalto al volver a la derecha y tomar una pista por la que se rodaba muy bien. Nuestro destino era Moreruela de los Infanzones y solo nos separaban de él cuatro kilómetros en los que la única dificultad es una pequeña subida hacia la mitad. Pasada esta se desciende algo y no mucho después se gira a la izquierda, encarando ya la recta que lleva hasta esa localidad.
En el interior del pueblo, en un lugar donde había algo de brigada hicimos una breve parada para que algunos pudieran ingerir algo de comer, para que otros aprovecharan para limpiar de barro la zona de la cadena y para que otro se percatara de un mensaje directo y claro que aparecía en la puerta de un garaje.
Tras el parón volvimos a sentarnos sobre los sillines y proseguimos nuestra marcha, primero rodando por algunas calles del pueblo, después saliendo a la carretera que va a Piedrahíta, pero solo poco más de un kilómetro.
Nada más pasar por debajo de un puente giramos a la izquierda, algo que agradecimos porque en el tramo de asfalto nos daba el fuerte viento de frente. Entramos en una recta inmensa, de unos cuatro kilómetros. Ahora el viento soplaba de costado y nos frenaba mucho. Los asistidos hicieron de parapeto de los pulmonares y así pudieron superar mejor ese tramo. Aún así todos sufrimos para lograr mantener una media decente.
La larga recta dio paso a un descenso. A continuación tomamos un camino en el que solo estaban marcadas las roderas de los vehículos. Este nos llevó hasta unas grandes naves de ganado y pocos metros después a la carretera que va hacia Moreruela.
Nada más entrar en el asfalto llegamos a las primeras edificaciones de Cubillos. Recorrimos por la carretera la mayor parte del pueblo.
Antes de llegar a la salida giramos a la derecha para tomar un camino que nos llevaría hasta otro trazado en paralelo a la autovía.
Pasamos sobre dicha autovía por un viaducto elevado y al salir de este encaramos ya hacia la localidad de Valcabado. Pasamos por algunas de sus calles y enseguida lo dejamos atrás.
Seguimos recorriendo caminos y cambiando varias veces de dirección. Estos cambios se agradecían cuando suponían quitarse de encima el viento frontal. Terminamos desembocando en la carretera que une Zamora con Cubillos.
Recorrimos por ella unas decenas de metros y la abandonamos enseguida para entrar en la Urbanización Siglo XXI. Pasamos por sus calles principales y, finalmente, llegamos a la carretera de Villalpando, que ya no abandonaríamos hasta entrar en Zamora.
Como traíamos mucho barro en las bicis entramos a lavarlas en el lavadero del Centro Comercial Valderaduey. Tras pasar por la ducha fresquita tocó refrescar las gargantas de los bíkers. No pudieron quedarse todos, pero los que lo hicieron brindaron por los ausentes.
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