Hace poco menos de un mes visitamos una parte de Las Arribes del Duero. Por el femenino de Arribes casi todo el mundo se habrá dado cuenta de que son los de la parte salmantina, ya que en la zamorana este paraje lleva el género masculino. En esa visita faltaba una parte importante del grupo así que decidimos repetir para que disfrutaran como lo habíamos hecho nosotros en esa visita anterior.
El camino parte justo a la derecha del cartel que indica Párking. Es un camino descendente, en buen estado y está trazado al abrigo de rocas y de encinas. Como no lo conocíamos sin niebla, con ella tenía también encanto.
Al llegar a la zona donde teníamos los coches decidimos continuar caminando hacia el Mirador del Fraile. Nos separaba como un kilómetro, casi todo por la carretera que desciende hasta él. Aunque en Google Maps ponía que estaba cerrado temporalmente, habíamos leído que en noviembre se había puesto la nueva plataforma en este mirador y que solo estaba pendiente, para abrirlo al público, de una prueba de carga, así que supusimos que ya estaría abierto. Pues bien, al llegar a él, aparte de no verse nada por la niebla, resultó estar aún cerrado. Una valla a la entrada impedía el paso. Eso sí, cuando se abra, que imaginamos que no tardará, va a ser espectacular.
Mientras dábamos cuenta de todo ello, vimos como la niebla se iba disipando, así que cuando terminamos el refrigerio nos planteamos volver al Picón de Felipe. Mi dicho con mi hecho, emprendimos de nuevo el mismo camino que habíamos hecho algo más de una hora antes.
Durante el descenso, las nubes que se mostraban reticentes a abandonar el Duero, nos regalaron una vista espectacular.
Continuamos el descenso y finalmente llegamos al mirador propiamente dicho. En realidad son tres miradores, uno que mira hacia la presa, otro que mira hacia la margen portuguesa del río y otro que mira al río aguas arriba. Las vistas desde cualquiera de ellos son espectaculares.
Al iniciar el regreso ascendimos por otras escalerillas que nos condujeron a otro mirador pero con una vista hacia la presa que no difería mucho de la que habíamos contemplado hacía unos minutos.
Con el sol la temperatura cambió radicalmente y, entre eso y la subida, nos empezó a sobrar toda la ropa.
Ya en los coches iniciamos la marcha hacia Mieza para, una vez allí, dirigirnos al aparcamiento del Mirador de la Code (está bien indicado en el pueblo). En ese lugar habíamos visto en nuestra anterior visita algunas mesas, y nos pareció un buen lugar para comer.
Cuando llegamos al párking eran más de las 15.30h, eso sí, como habíamos almorzado no habíamos tenido hambre. Unos cien metros más adelante encontramos la zona recreativa que buscábamos. Sobre una mesa de madera extendimos nuestra comida y allí dimos cuenta de ella. Mientras, algunos buitres empezaron a sobrevolarnos, poco después llegaron más y cada vez volaban más bajo. Sin duda estaban esperando a que nos fuéramos para aprovechar los restos que dejáramos.
El recorrido que realizamos no lo grabamos, pero coincide exactamente con el que hay bajo estas líneas. La única diferencia es que en este se va primero al Mirador del Fraile y después al Picón de Felipe.
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