Es ya una tradición que en abril hagamos una ruta para disfrutar de los campos de colza en plena floración que últimamente tanto proliferan en nuestra provincia y en nuestra región, líder a nivel nacional. El contraste del amarillo de estos campos con el verde de los cereales es dignos de ver. Solemos escoger para hacerlo la Tierra del Vino, pero podríamos haber ido a muchos otros sitios.
De nuevo un grupo muy reducido fue el protagonista de esta salida. Tan solo tres bíkers nos presentamos a la cita. Los viajes y el trabajo impidieron al resto estar con nosotros. Quedamos pronto, a las 9.00 h, porque la temperatura no se preveía baja y así, con tiempo y sin prisas, se disfruta más.
Para alejarnos de Zamora cruzamos el Puente de Piedra y atravesamos el barrio de Cabañales para terminar en la rotonda del Cementerio. Un poco más adelante tomamos el camino que sale en paralelo a la carretera N-630 para ir hacia Morales del Vino. Sin llegar a salir a la rotonda de la Ermita del Cristo de Morales, continuamos por camino y terminamos saliendo a la carretera de Entrala, pero solo la tuvimos que cruzar y seguir de nuevo por camino, por la llamada Cuesta Blanca, para terminar llegando a Morales del Vino.
A estas alturas el frescor de la mañana, que a la sombra molestaba algo, había quedado totalmente contrarrestado con el calor generado por nuestros cuerpos subiendo hacia Morales. En esta localidad fuimos por la vía de servicio y después hicimos una tournée por calles de distintas urbanizaciones y, finalmente, salimos a la carretera que va a El Perdigón pero poco después nos desviamos a la izquierda para seguir por camino. En esta zona ya empezamos a ver lo que íbamos buscando: campos de colza.
Hay que decir que ya no estaban en su máximo esplendor, posiblemente llegamos con unos días de retraso, pero aún así estaban muy bonitos. Este cultivo se ha popularizado porque es muy rentable y de él se obtienen forrajes, biodiésel y aceite vegetal.
Al terminar el asfalto continuamos rodando realizando algunos cambios de dirección y seguimos subiendo, una tendencia que nos acompañaba desde Zamora, cierto que no son grandes cuestas, pero se van ganando metros poco a poco. En esta zona cada vez que llegábamos a un alto podíamos ver el ajedrezado verde y amarillo formado por los cereales y la colza.
Al culminar una de estas subidas ya pudimos contemplar más adelante y hacia la izquierda la localidad de Casaseca de Campeán que, desde allí, nos ofrecía una bonita panorámica.
Llegando a las proximidades de Casaseca rodamos en paralelo a la olvidada línea ferrea y, ya muy cerca del pueblo, pasamos bajo ella atravesando un pequeño puente. De nuevo hablamos de lo fácil que sería aprovechar ese trazado para realizar una vía verde que uniera Salamanca con Zamora, en una primera fase, extendiéndola después para empalmar con los tramos ya realizados en el sur de Salamanca y el norte de Zamora.
No llegamos a entrar en esa localidad, continuando hacia Villanueva por varios caminos poco marcados y rodeados de verdes o de verdes y amarillos.
Algunos de esos caminos eran inéditos para nosotros y eso siempre gusta más, y si a eso le añadimos una mañana con esa luz y con esa temperatura, convertían el momento en perfecto.
Llegamos a las proximidades de Villanueva de Campeán por un camino que nos permitió tener una vista inédita del Convento de Santa María del Soto. Este edificio perteneció a la orden Franciscana y fue construido sobre una antigua ermita en 1406. De la obra primitiva no parece conservarse nada, ya que sufrió una total renovación a mediados del s.XVIII. Desamortizado, se convirtió en cantera para muchas edificaciones cercanas, fue invadido por la maleza y vendido por partes a los antepasados de los actuales propietarios. (https://listaroja.hispanianostra.org/ficha/convento_franciscano_nuestra_senora_de_soto/).
Al encontrarse en fincas privadas no se puede visitar el interior por lo que proponemos una Visita Virtual al exterior e interior.
Al llegar cerca de las primeras viviendas de Villanueva de Campeán giramos a la izquierda obteniendo así una vista también muy bonita del antiguo convento.
Tras la bajada nos encontramos también bonitas panorámicas. Eso sí, de no llover pronto, y con las temperaturas que estamos teniendo, que no son propias de este mes, en breve estos cereales tan verdes hoy empezarán a amarillear.
Después de una subida más pasamos por encima de la Vía de la Plata de nuevo gracias a un pequeño viaducto. Tras él comenzamos un descenso que nos llevó a los pies de Peleas de Arriba, pero mientras pudimos disfrutar de unas vistas de su iglesia que merecieron la pena.
El camino bordea por la izquierda la localidad, una vez que llegamos a una de sus calles rodamos por ella y ascendimos hasta la iglesia. Allí mismo hicimos una parada para comer algo porque aún nos quedaban muchos kilómetros por delante.
Al estar situada en un lugar tan estratégico imaginamos que habría buenas vistas desde una especie de mirador que hay tras el templo, y así era.
El receso fue corto y enseguida nos pusimos de nuevo "manos a la obra". Descendimos desde donde nos encontrábamos, la parte más alta del pueblo, a la más baja, que se encuentra junto a la carretera N-630. Cruzamos esta y continuamos por el camino de frente.
Tocó de nuevo volver a ascender, en este caso como un kilómetro y medio, pasando entre medias por encima de la Autovía Ruta de la Plata atravesando un viaducto.
Finalmente comenzó un descenso largo que, enseguida, nos permitió divisar Fuente El Carnero. No llegamos a entrar en esta pequeña localidad, donde nación Pablo Montesinos, pedagogo que fundó la primera Escuela de Párvulos y la Primera Escuela Normal (para formar a los futuros maestros), aparte de participar en la configuración legislativa del sistema escolar, entre otros méritos.
Dejamos a nuestra izquierda esta localidad y continuamos descendiendo hasta una zona con mucha vegetación.
Tras realizar dos giros comenzamos un nuevo ascenso. Al finalizar este comenzamos a bajar hacia la siguiente localidad de nuestro periplo: Santa Clara de Avedillo. La famosa "parva" (una montaña ancha y totalmente plana en su parte superior, una "muela") la delataba.
Entramos a este pueblo por una calle y no la dejamos en ningún momento, recorriendo así una parte del pueblo longitudinalmente. Dejamos a nuestra derecha la iglesia, cruzamos la carretera que lo une con Corrales del Vino y poco después dejamos atrás las últimas edificaciones.
Aunque no lo hemos citado anteriormente, en algunos tramos el viento se quiso unir a nuestra ruta, soplaba del este y, si bien no era fuerte, molestaba lo suficiente cuando nos daba de cara. Bien, pues tras el paso por Santa Clara de Avedillo, comenzamos a percibirlo de lado, por nuestra derecha, y eso lo hacía más soportable. Y si a eso añadimos que la tendencia era ir descendiendo suavemente, podemos decir que los kilómetros comenzaron a pasar más rápidos. Entre medias seguíamos encontrando campos de colza que, en ocasiones, se prolongaban hasta el horizonte.
Los siete kilómetros que separan "Avedillo" (así llaman los locales a Santa Clara de Avedillo) de Jambrina los hicimos muy rápidos. En esta ocasión apenas vimos el pueblo, ya que nada más entrar en él giramos hacia la izquierda, alejándonos enseguida de las últimas casas.
Desde Jambrina salimos con dirección a Cazurra, si bien antes de llegar a este nos desviamos a la izquierda como si fuéramos a ir a Pontejos. Nos enfrentamos a un tramo mayoritariamente llano, pero con la pequeña ayuda del viento rodamos a buena media. A esas alturas seguíamos disfrutando de la espléndida temperatura y de los persistentes campos de colza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario