19 de junio de 2023

Desolación en la II BTT Sierra de la Culebra (Villardeciervos)

El 15 de junio de 2022 se produjo el primer gran incendio de la Sierra de la Culebra, el 17 de julio el segundo. Entre ambos se quemaron 66.000 hectáreas, muchas de ellas dentro del Espacio Natural de la Sierra de la Culebra. El que más afectó a la zona de Villardeciervos fue el primero, dos semanas después hicimos una ruta por la zona y quedamos desolados. Hoy, un año después, la desolación casi es la misma, nuestros ojos ya no volverán a ver este espacio como siempre lo conocimos.

La II BTT Sierra de la Culebra se iniciaba a las 10.00 h en Villardeciervos. Como la N-631 está cortada hasta Pozuelo de Tábara, tuvimos que salir de Zamora más temprano de lo que sería habitual para dar el rodeo necesario. Fuimos por Granja de Moreruela, Puente Quintos, Faramontanos, para salir a Tábara.

Cuando llegamos a Villardeciervos descargamos las bicis, nos preparamos y fuimos a buscar los dorsales. Poco después estábamos colocados a un lado de un enjambre de ciclistas, algunos locos por estar en las primeras filas, y nosotros sin importarnos demasiado cuántos teníamos delante (muchos) y cuántos detrás (muy pocos).


La salida se dio con puntualidad y salimos con dirección a la Playa de Villardeciervos, hasta donde fuimos en marcha neutralizada. 



En cuanto dejamos atrás este atractivo espacio para el baño comenzamos a ascender y lo haríamos durante unos dos kilómetros. Bien es verdad que la pendiente no era excesiva, pero subir en frío gusta a pocos, y a ninguno de los cuatro bíkers que estábamos hoy no nos agrada.


También justo después de alejarnos de la playa comenzamos a ver árboles quemados por todos lados. Miráramos donde lo hiciéramos allí estaban ellos, recordando lo que sucedió, prácticamente, hace un año.

Una vez terminada esta primera subida pudimos contemplar una bonita vista del Embalse de Valparaíso, afeada por los troncos negruzcos que había por delante.


Descendimos por un cortafuegos y volvimos a ascender enseguida por otro semejante. El terreno estaba suelto y había mucha piedra y eso hizo que, ya casi arriba, se hiciera un tapón que obligó a casi todos a poner el pie a tierra.


Subimos y bajamos alguna pequeña cuesta más y descendimos una más larga, y con cierto peligro, por las piedras sueltas que cubrián gran parte del camino. Terminamos junto a una entrada del embalse. Un tramo muy bonito de casi dos kilómetros en el que fuimos orillando dicho embalse.


Después de ese tramo giramos noventa grados y comenzamos otro ascenso de unos cuatro kilómetros por una zona que hace un año era un pinar muy cerrado y que ahora está repleta de troncos negros. Menos mal que, al menos, el suelo se ha regenerado y hay zonas verdes.


Fue en esa zona donde uno de los bíkers nos avisó de que su bici había dejado de asistirle. Un problema que está arrastrando desde hace semanas y al que los especialistas no le dan solución. Pensábamos que hoy no tendría problemas pero bastaron poco más de 10 km para tenerlos. Nos dijo que continuáramos que él ya volvería hacia Villardeciervos poco a poco. Como allí no le podíamos ayudar a nada decidimos hacerle caso y continuar, pero con pena por el fastidio de esta avería para nuestro compañero.

El recorrido que estábamos haciendo por el bosque fue cambiando de dirección en varias ocasiones y, tan pronto íbamos por una pista, como atravesábamos una zona de carga de los camiones que transportan la madera quemada, que es talada a diario.



Incluso hubo unos tramos con una buena dosis de barro, por si lo íbamos echando en falta. Además, debido a los arrastres de las lluvias, tanto el barro como el agua era negro.


A continuación realizamos un par de pequeños descensos y, comenzamos una nueva subida. Después de algún cambio de dirección entramos en una pista ancha en la que fuimos encontrando a muchos ciclistas porque el desnivel era alto y todo el mundo (de esa zona del pelotón) iba despacio porque no quedaba otra...

Coronamos este ascenso después de tres kilómetros que se hicieron duros. En el trayecto íbamos mirando el paisaje y, la verdad, se nos iba cayendo el alma a los pies, a ver, desde lo alto, las manchas negras correspondientes a las zonas quemadas.





Aunque se está talando mucho pino quemado, aún hay muchísimo trabajo por hacer hasta que la Culebra se vea liberada de la madera quemada y sea restaurada con árboles propios de la zona.

Al llegar a la cima había un avituallamiento y allí se dividía la carrera. Hacia la izquierda debían continuar los que iban a hacer la ruta corta y hacia la derecha los de la larga. Tras una brevísima parada para comer medio plátano continuamos hacia la ruta larga.

Recorrimos un pequeño tramo por la zona más alta desde donde gozábamos de buenas vistas hacia la zona de Villardeciervos.


Nos gustó especialmente un tramito en el que había pinos quemados, pero junto a los que habían nacido ya escobas y el camino se había adornado con pequeñas flores amarillas. La vida continúa, está claro...


Iniciamos enseguida una bajada larga, prácticamente de la misma distancia que la subida anterior, unos tres kilómetros, y fue una gozada "dejarse caer", si bien había que frenar de vez en cuando porque el firme del suelo tenía muchos cantos y había poco agarre.

Procuramos mirar hacia adelante, pero cuando lo hacíamo hacia los lados, de nuevo nos dábamos de bruces con los troncos negros.


Terminamos la bajada con una curva en ángulo recto y un recorrido prácticamente llano en paralelo a la vía del tren.


Terminó este tramo girando noventa grados y pasando bajo la vía. A la salida de este pequeño túnel iniciamos una cuesta abajo de algo más de tres kilómetros que terminó a los pies de Mahíde. Pero no llegamos a entrar en esta localidad, sino que unas decenas de metros antes giramos a la izquierda y comenzamos un bonito recorrido por una zona sin quemar y que corresponde a la ribera del río Aliste.

Cambiamos los pinos quemados por robles, hierba alta y verdor por todos lados. 


Rodamos llevando cerca el río algo más de tres kilómetros, la mayoría planos y muy bonitos. Durante el recorrido cruzamos hacia un lado y hacia otro el pequeño río, así que habíamos tardado mucho en mojarnos los pies...

Una vez que cruzamos por segunda vez el río, pasamos también la carretera y tomamos dirección la Sierra de la Culebra. 


En ese tramo pensábamos que íbamos fatal porque parecía que las piernas no nos funcionaban como queríamos. Sin embargo, al ver que era mal de muchos comprendimos que íbamos ascendiendo aunque no lo pareciera. 


Al llegar a la vía del tren pasamos por encima de un puente y giramos a la izquierda para continuar en paralelo a esta por una buena pista casi cuatro kilómetros de ascenso suave y por la que rodamos a gusto y a buen ritmo.

Una curva muy cerrada a la izquierda puso fin al tramo anterior y comenzamos a ascender con una inclinación mayor. Estábamos en la falda de la Sierra de la Culebra y teníamos que pasar al otro lado para llegar a Villardeciervos, así que no quedaba otra que ascender y ascender. Fuimos pasando a bastantes ciclistas que iban notando ya sobre sus piernas el esfuerzo y, aunque nosotros también, la ayuda eléctrica marcaba la diferencia.


Después de cuatro kilómetros llegamos a la cumbre, muy cerca de la Peña del Mogorrón. Justo al iniciar la bajada había un puesto de control. Una vez pasado este comenzamos el descenso.


La bajada fue una gozada. Después de mas de quince minutos subiendo y con calor, poder dejar de pedalear y sentir el frescor producido por la unión de velocidad y sudor es una sensación muy agradable. Llegamos a ver en el cuentakilómetros 60 km/h en algunos momentos así que los cuatro kilómetros del descenso los recorrimos en pocos minutos.


Finalmente terminamos junto a la carretera que une Villardeciervos y Ferreras de Arriba. Allí mismo se iniciaba una cuesta corta, pero muy inclinada que, a esas alturas, se atragantaba a todos. 

Poco después cruzamos la carretera de Boya y un poco más adelante nos sumergimos en una zona muy frondosa, con una senda con muchos altibajos por la que costaba rodar. Además, había tramos con mucho barro. Esta zona terminó al cruzar la carretera de Cional. Después de pasar al otro lado de la misma volvimos a encontrar un buen camino que ya nos llevó hasta el mismo lugar del que partimos. 

Unos metros antes de pasar bajo el arco de meta, nos pusimos juntos los tres que habíamos hecho todo el recorrido. 

En la meta nos estaba esperando el cuarto bíker, el de la bici averiada, que fue el que se encargó de grabar el momento de la entrada para la posterioridad.

Al bajar de las bicis bebimos algo y nos fuimos a lavarlas. Después de quitarles el polvo y el barro las cargamos en los coches, nos aseamos, nos vestimos, regresamos a la zona de meta para beber algo más y poco después iniciamos la marcha a Grisuela, donde nos esperaban para comer las Galanas.

Decir que, de nuevo, un pueblo entero se vuelca con un evento de este tipo. La organización ha estado muy bien. La ruta estaba perfectamente señalizada, había varios avituallamientos, había bebidas y empanada en la llegada y, para los que así lo eligieron, comida. No nos queda otra que decir una vez más: ¡Enhorabuena y gracias!


Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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