Posiblemente esta sea la sexta o séptima vez que hacemos una ruta desde Zamora a El Cubo de la Tierra del Vino, y vuelta. Este hecho no es nada extraordinario, pero sí lo es por lo que significa para nosotros, y es que, tradicionalmente, es la última salida que hacemos antes de iniciar la Gran Ruta del Verano, en este caso el Camino Sanabrés, que comenzaremos en seis días, el 1 de julio.
Hoy el grupo quedó en un lugar inusual, en la Pandería El Viso, de Pinilla. Dos de los bíkers iban a desayunar allí y hasta ese lugar nos desplazamos, en salida neutralizada desde el lugar habitual :) los otros dos que partimos desde Zamora. El resto del grupo, por pitos o por flautas (viajes, imprevistos, trabajo...), no acudió a la cita. Eran poco más de las 8.30 cuando nos juntamos los cuatro a la puerta del establecimiento y, sin más demoras, partimos. El madrugar y adelantar la hora de salida fue para evitar el calor que se preveía hoy en toda la provincia.
Iniciamos la ruta con 24º, una temperatura más normal cuando se termina de rodar, no cuando se empieza. Al pasar por el cementerio se incorporó un quinto bíker, que se había desplazado desde Morales, ganas que tenía de rodar, porque hacia esa localidad fuimos por el denominado "carril bici" que, por cierto, lo han dejado que parece una autopista, allanado y compactado.
Al llegar a Morales ya estábamos sudando, no en vano, la Cuesta Blanca en invierno nos quita en frío, pero, como es lógico, a estas alturas aumenta las calorías. Callejeamos algo por el pueblo para terminar saliendo, después de una buena subidita, al Camino de Pontejos.
El camino nos llevó hasta la localidad que da nombre al camino, en realidad a un lateral del pueblo, pasamos junto a él y continuamos adelante. Nada más dejar atrás las últimas casas nos encontramos con varios campos de girasoles y, alguno, estaba en su punto álgido.
Nos enfrentamos a una gran recta con algunos pequeños altibajos, pero nos permitían rodar bien y a un ritmo muy bueno.
Podríamos haber ido algo más rápido pero pretendíamos ir acostumbrándonos a rodar más lento, a ritmo de "Gran Ruta" ya que en una semana ya estaremos haciendo la segunda etapa. No en vano, dos bicis ya tenían incorporado sus respectivos portabultos para las alforjas.
Después de algunos cambios de sentido llegamos a la localidad de Jambrina. Lo atravesamos de lado a lado por su larguísima calle principal.
Dejamos atrás esta localidad saliendo por la carretera que se dirige a Santa Clara de Avedillo, pero solo fueron unos cientos de metros porque enseguida giramos a la izquierda para seguir por un camino.
Por ese camino recorrimos los siete kilómetros que nos separaban de Avedillo (como lo llaman los locales). En él encontramos varias subidas y bajadas pero de poca importancia.
Después de un giro de noventa grados iniciamos una cuesta más, pero esta sí era de mayor entidad y más larga. A nuestra derecha, para recrearnos mientras ascendíamos, pudimos ver grandes campos de cereales ya totalmente agostados, con árboles aquí y allá rompiendo la monotonía de los trigos.
Al llegar a lo que creíamos era el fin de la subida había sorpresa, había una curva y se seguía ascendiendo. Eso sí, después la bajada permitía descansar y refrescarse con el viento chocando contra nuestros cuerpos.
No mucho después, cuando miramos a nuestra izquierda, vimos que teníamos a nuestro lado la archiconocida Parva de Avedillo, una muela que tiene una altitud de 857 m sobre el nivel del mar. Poco después llegamos a una carretera que cruzamos y la dejamos atrás, momento en el que le hicimos la foto.
Descendimos por una calle asfaltada hacia el pueblo, al llegar a la calle principal giramos a la izquierda y continuamos por ella. Pasamos junto a la iglesia y seguimos sin desviarnos, así que en nada salimos de la localidad.
Aunque todo el perfil desde que salimos de Zamora había sido ascendente, saliendo de Avedillo encontramos más de lo mismo, solo que ahora la cuesta era más larga e inclinada. En concreto hubo que subir unos 100 m en 4 kilómetros. No es una barbaridad pero va castigando a las piernas.
Después tocó descender, pero no fue mucho, ligeras bajadas a las que seguían pequeñas subidas.
Eso sí, al haber ganado altura, cuando la vegetación lo permitía nos topábamos con buenas vistas. Esta, en concreto, es una típica de la zona.
Antes de dar un giro de noventa grados atravesamos una zona muy frondosa. En realidad se trata de un bosque de pinos, pero después de tanto cereal y poco verde, la vista lo agradece.
Una vez terminado el pinar comenzamos a dejar a un lado y a otro más campos de trigo salpicados de encinas. Hay que comentar que en todas estas rectas de la ruta de hoy, en las que el esfuerzo para pedalear permitía charlar sin dificultad, fuimos comentado, como es lógico, aspectos del Camino Sanabrés: que si he tenido que hacer un acople para el portabultos, que si he revisado la bici, que a ver si este año llevo solo lo imprescindible, que va a hacer unos días de calor (soportable) y dos días de lluvia, etc. etc. Aunque hablábamos de otras cosas, es ya tan inminente, que cada poco volvíamos a este tema.
Después de dos giros continuamos rodando por una excelente pista. El calor era aún soportable porque no eran ni las 10.30 pero ya empezaba a escasear el agua en algunos bidones. En un momento dado comenzamos a bajar una cuesta más inclinada que las anteriores y eso nos hizo saber que ya estábamos a punto de llegar a El Cubo. Pasamos bajo un pequeño puente y enseguida pasamos junto a las primeras casas del pueblo.
Fuimos hasta la plaza y, aunque uno de los bares aún no estaba abierto, vimos al dueño dentro y le pedimos que nos vendiera una botella de agua fría. Rellenamos los botes, paramos un momento en el precioso y cuidado parque que hay a la entrada del pueblo y enseguida volvimos a las bicis para evitar pasar después calor.
Salimos de El Cubo siguiendo las indicaciones de la Vía de la Plata, un camino trazado en paralelo a la vía del tren (qué pena verla así, muerta, cuando podía estar ya convertida en una estupenda Vía Verde).
Después de unos seis kilómetros de rodar y rodar llegamos al punto donde hay que desviarse para ir hacia Cabañas de Sayago, pero no lo hicimos (Bikers Duri procura no repetir nunca una ruta), sino que nos escoramos a la derecha, cruzamos la vía y nos dirigimos con suave descenso hacia Peleas de Arriba.
Ya cerca del pueblo daba gusto ver una zona arbolada y rodeada de verde, imaginamos que producto de las intensas lluvias caídas en el mes de junio.
Al llegar a Peleas de Arriba ascendimos por sus calles casi hasta la iglesia, pero antes de llegar a esta nos desviamos a la derecha para bajar rodeando la montaña rocosa sobre la que se asienta la zona alta del pueblo.
Al llegar justo debajo de la iglesia comenzamos la primera de las tres subidas pronunciadas que tuvimos que realizar en los siguientes kilómetros.
Despúes de la tercera comenzamos a descender prácticamente hasta Villanueva de Campeán. Antes de entrar en el pueblo pasamos junto a las ruinas del Convento de Nuestra Señora del Soto. Despés nos adentramos en la localidad y salimos de ella por la Vía de la Plata.
Así lo atestiguó a la salida del pueblo un miliario, acompañado de una piedra con el universal símbolo del Camino de Santiago
Cuando ya veíamos San Marcial a lo lejos nos desviamos a la derecha, dejando a un lado la Vía de la Plata. Enseguida giramos de nuevo, pero esta vez a la izquierda, y comenzamos a rodar por un camino poco pisado con una enorme chopera a su izquierda.
Este camino nos llevó más adelante, sobrepasado ya San Marcial, a rozar de nuevo la Vía de la Plata, pero nosotros continuamos por el llamado Camino de las Viñas, una subida en su primera mitad, que nos llevaría hasta las proximidades de El Perdigón.
Rodeamos esta localidad para ir hacia Entrala. En las proximidades del pueblo el camino nos llevó hasta la carretera de lo une con San Marcial, continuamos por ella unos quinientos metros y nos desviamos a la izquierda. Pasamos por algunas calles y terminamos dirigiéndonos hacia Morales del Vino, para no hacer ir hasta Zamora, de nuevo, a nuestro compañero.
Llegamos a Morales del Vino y allí mismo, en el Ceis, tomamos la cerveza que, con la sed que teníamos, nos supo a gloria bendita. No nos demoramos mucho y en cuanto la bebimos nos subimos a las bicis y, los cuatro de Zamora, fuimos al encuentro del track que habíamos abandonado en las proximidades de Entrala.
Tres kilómetros nos costó sumergirnos de nuevo en él y en la Vía de la Plata. Poco después pasamos junto a un campo en el que había una cosechadora cosechando. Eso no tiene nada de particular pero sí las doce o quince cigüeñas que estaban buscando, imaginamos, los granos caídos durante la siega. La superficie cosechada no era mucha así que fue inevitable preguntarse, ¿cómo se avisan unas a otras para que, en tan poco tiempo, estuviera aquello lleno de ellas?
Como el último tramo de la Vía de la Plata "pica" hacia abajo, nos pusimos en San Frontis en muy poco tiempo. Desde allí la preciosa vista del conjunto de la Catedral nos dio la bienvenida de nuevo a Zamora.
Como la cerveza ya estaba tomada, una vez pasado el Puente de Piedra, cada uno fue "enfilando" para su casa. Llegamos contentos porque no habíamos pasado mucho calor pese a los 30º que ya teníamos, habíamos rodado a gusto y habíamos hecho casi el equivalente a la primera o la segunda etapa de nuestro Camino Sanabrés, sin problemas y sin demasiado cansancio.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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