En menos de un mes comenzamos nuestra gran ruta de verano. Este año será el Camino Sanabrés, desde Zamora a Santiago, pasando por Muxía y terminando en Fisterra. Hoy hemos querido hacer parte de la primera etapa, que nos llevará hasta Villanueva de las Peras, pero en esta ocasión paramos, y ya nos dimos la vuelta, en las ruinas de Castrotorafe.
Hoy quedamos algo antes de lo habitual porque teníamos kilómetros por delante. Pocos minutos después de las 9.15 h iniciamos la ruta. Teníamos que dirigirnos hacia la carretera de La Hiniesta, así que los seis que hoy nos presentamos a la cita atravesamos parte de la ciudad.
Una vez que dejamos atrás las últimas naves y pasamos junto a la Cruz del Rey don Sancho, continuamos por la carretera porque sabemos que el camino paralelo suele albergar muchos abrojos. Pasado ese tramo ya comenzamos a rodar por el camino, poco después pasamos por un puente que cruza la autovía y mantuvimos la dirección hasta llegar a la altura de Roales. Encaramos hacia el pueblo pero antes de llegar a él giramos a la izquierda y pasamos junto a algunas viviendas.
Tras pasar esta zona residencial de esa localidad enfilamos una larga recta salpicada de algunos pliegues por la que se rueda bien, y más cuando la temperatura acompaña, como en esta ocasión, unos 15º.
En esta recta pasamos a algunos peregrinos cargados con sus mochilas y antes de llegar a un paso elevado sobe las vías del AVE nos pusimos a la altura de un grupo de ciclistas. Nos dio tiempo a charlar un ratito con ellos y nos contaron que el año pasado habían hecho Cádiz - Zamora, y que este año deberían haber empezado en nuestra ciudad pero decidieron hacerlo en Madrid. Habían venido hasta Medina del Campo y después habían tomado el Camino de Levante. Ya en Zamora se han incorporado a la Vía de la Plata y al llegar a Granja de Moreruela se desviarán para seguir por el Camino Sanabrés. Eso sí, llegarán a Santiago, pero continuarán hasta Vigo, donde pondrán el punto y final.
Después de pasar por el viaducto sobre el AVE continuamos hacia Montamarta por otra, prácticamente, recta, ya que solo contiene dos ligeras desviaciones. Recorrimos rápidos los cinco kilómetros que nos separaban de esta localidad. Pasamos junto el monumento al Zangarrón, el personaje de las mascaradas de invierno que sale los días 1 y 6 de enero a recorrer las calles del pueblo para pedir el aguinaldo para después dirigirse a la ermita de Nuestra Señora del Castillo.
Nosotros hicimos lo mismo que el Zangarrón, tras pasar por la plaza recorrimos algunos calles más del pueblo y nos dirigimos hacia ese misma ermita, cruzando por el camino que, cuando el embalse está alto, queda cubierto por este.
La imagen que se percibe de la ermita cruzando por ese camino es magnífica, y al acercarnos también nos brindó una bonita perspectiva. Este templo, apoyado sobre una zona rocosa, junto a la rivera, fue el parroquial de la localidad, y tiene orígenes románicos, pero realmente lo que podemos ver hoy es, mayoritariamente, del siglo XVI y fechas posteriores.
Ascendimos por el camino que bordea la ermita por su derecha. Después de la cuesta, que continúa después de sobrepasar el templo, enfilamos otra recta que termina junto al cruce de Benavente. En ese ascenso nos encontramos con otro grupo de ciclistas que también se dirigían al Camino Sanabrés. A lo largo de la recta pudimos contemplar, como por casi todo el camino, cultivos de cereales ya totalmente agostados, solo que estos tenían de fondo los aerogeneradores que hay en la zona del Viaducto Martín Gil.
Casi al final de la recta, de nuevo sobrepasamos a otro grupo de bicis. También estos iban a realizar el Camino Sanabrés. Les encomendamos que lo fueran alisando todo y poniendo piedrecitas para no perdernos : )
Concluimos este tramo recto desviándonos a la derecha para cruzar por debajo de las vías del AVE. Continuamos por un camino más estrecho y donde comenzamos a encontrar encinas.
Pero poco después unas cadenas impedían el paso al tiempo que una flecha amarilla nos indicaba que nos desviáramos a la derecha. Así lo hicimos y terminamos saliendo a la N-630. Recorrimos unos cientos de metros y, cuando retomamos el track que íbamos siguiendo, nos indicaba que nos desviáramos a un camino que surgía a la derecha. Lo hicimos y nos condujo hasta un punto en el que nos dimos de bruces con un talud de la autovía. Dimos media vuelta y volvimos hacia la carretera.
De nuevo en la carretera hicimos la rotonda siguiendo las indicaciones de la N-630 y en la siguiente rotonda hicimos lo mismo. Continuamos por esta carretera como un kilómetro. Tras este nos desviamos ligeramente a la derecha para tomar un camino que ya estaba en nuestro track.
Este está trazado en paralelo a la autovía, si bien poco más adelante se desvía algo a la derecha para atravesar mediante un puente al llamado arroyo de Valdeludio. Tras cruzar el puente continuamos adelante y enseguida pasamos al otro lado de la autovía atravesando esta por un viaducto. Rodamos, a partir de entonces, en paralelo al embalse del que, en pocos minutos, pudimos disfrutar de las vistas que nos brindaba.
Poco después, tras una subida, nos encontramos delante con las ruinas de Castrotorafe, fin de nuestro camino de ida, y fin de nuestro ensayo de la primera etapa de nuestro Camino Sanabrés.
Ya a su lado, nos dirigimos hacia la izquierda y pasamos junto a los vestigios de lo que fue su muralla. Lamentablemente todo el recinto ha estado durante muchos años totalmente abandonado y está realmente deteriorado.
Siguiendo el camino llegamos a lo que la fortaleza, de la que aún queda el frente sur en bastante buen estado.
Castrotorafe, también conocida como "Zamora la Vieja", ya estaba localizada en el siglo XII. Algunos investigadores creen que hubo anteriormente un poblado romano. En 1129 se tiene constancia de que era una puebla fortificada. En ese mismo siglo la Orden de Santiago recibe Castrotorafe como donación real y en esos años se debió formar la villa. Tras pasar por varias manos se cree que el Castillo fue mandado construir en 1319 por el infante don Juan. Volvió Castrotorafe a manos de la Orden de Santiago y recuperó su importancia estratégica en la guerra de Sucesión de Enrique IV. Un siglo después se reforzó el castillo, y se mantuvo en buenas condiciones hasta el siglo XVII. Pero después fue abandonado.
Aprovechando que en la puerta de la valla que rodea el recinto del castillo hay huecos para pasar, la cruzamos para verlo por dentro.
Allí hicimos una foto de casi todo el grupo, ya que solo faltaba el que se encargó de hacerla.
Después de recorrer una parte de las ruinas del castillo salimos atravesando de nuevo la valla y volvimos a nuestras bicis para comenzar el regreso. Tuvimos que hacer un buen galimatías para poder cruzar la autovía. Antes de cruzarla íbamos por un camino que se fue cerrando cada vez más y que terminó bajo una carretera de acceso a la misma. Con la bici en la mano ascendimos el talud, pasamos al otro lado de la bionda la bici y nos subimos de nuevo con cara de "aquí no ha pasado nada".
Ya pudimos pasar al otro lado de la autovía atravesando dos rotondas. Después de la segunda, tomamos un camino que en poco más de dos kilómetros nos llevó hasta San Cebrián de Castro. Como es menester, pasamos junto a su iglesia, con una fachada principal muy original y una torre campanario bonita y esbelta. Aprovechando que estaba abierta pasamos un momento a su interior.
La plaza que la circunda está muy arreglada, bonita y muy limpia. En la fachada de una de las casas encontramos un par de placas que seguramente había en casi todos los pueblos de España hace unos años: la de Correos y la de una plaza o una calle dedicada a Franco.
Íbamos a salir del pueblo por una calle. Tras pasar las últimas casas de la misma comenzó el camino que debíamos seguir pero enseguida nos topamos con unas cancelas cerradas. No quedó otra que dar la vuelta, seguir por la carretera unos cientos de metros y después salir al encuentro del track. Lo encontramos y continuamos por él unos tres kilómetros que hicimos muy rápidos, así que enseguida entramos en Piedrahíta de Castro.
Pasamos por varias de sus calles pero no nos detuvimos nada, así que pronto llegamos a la carretera y desde esa nos desviamos ligeramente para continuar por un camino.
El camino nos iba a llevar a Moreruela de los Infanzones. Nos separaba de este una larga recta de unos seis kilómetros, en la que no hay mucho que resaltar, salvo que los tres que se pusieron en cabeza estaban fuertes y nos llevaban al resto a "matacaballos".
Eso provocó que enseguida nos enfrentáramos a una bajada tras la que se encontraba la localidad.
Atravesamos Moreruela recorriendo varias calles y saliendo de ella prácticamente en paralelo a la carretera de Cubillos.
Para llegar a este pueblo teníamos que recorrer antes unos siete kilómetros, "adornados" con alguna subidita que, si bien no eran muy empinadas, sí costaba subirlas porque llevábamos kilómetros en nuestras piernas.
Antes de llegar a Cubillos descendimos y enseguida nos desviamos hacia un camino poco pisado y que tenía barro "botijero", menos mal que no en la cantidad suficiente como para empezar a acumular capas en las ruedas.
Eso sí, resultaba muy bucólico y primaveral recorrerlo.
Atravesamos Cubillos prácticamente de lado a lado y salimos de él por un camino ancho de concentración.
Un par de kilómetros más adelante encontramos una obra en el camino que casi cerraba el paso. Y poco después, ya pegando a la autovía, otra en la que estaban trabajando, pero que también pudimos esquivar. Fuimos hasta un viaducto que cruza dicha autovía, pasamos al otro lado y cuando íbamos a tomar el camino de la izquierda, vimos que el paso estaba cerrado por la obra y la maquinaria. Un obrero nos dijo que no pasáramos, así que volvimos para atrás, y continuamos por carretera. Poco después nos desviamos hacia Valcabado pero enseguida giramos a la izquierda y volvimos a encontrarnos con nuestro track.
No tardamos en entrar en Zamora por La Villarina. Cruzamos una parte del barrio y al llegar a la carretera de Villalpando continuamos por ella hasta la pasarela sobre las vías, que cruzamos para ir a parar a Las Viñas.
Ya en Las Viñas, callejeamos hasta Príncipe de Asturias, donde hicimos un parada en el Vaivén para regenerar allí los líquidos perdidos en los casi 70 km recorridos.
Tras la regeneración volvimos a las bicis y cada mochuelo se fue a su olivo, deseándonos unos a otros una buena semana.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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