Hoy, por fin, después de muchas salidas bajo mínimos, conseguimos juntarnos siete bíkers, solo faltaron dos para estar todos. Para celebrarlo, amaneció un día con un cielo sin una nube y con un sol espléndido, o eso nos parecía...
Quedamos a las 9.00 h, y cinco minutos más tarde partíamos del lugar habitual. La temperatura era de 3º pero ese sol prometía que nos iba a regalar una mañana agradable. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, nada más empezar a rodar, nos acercamos al río y allí nos encontramos con una niebla que acompañaba a las aguas, resistiéndose a ser vencida por el sol en esa lucha que siempre mantienen la una contra el otro. Eso sí, la estampa merecía la pena como pudimos comprobar al pasar sobre el Puente de Cardenal Cisneros.
Una vez que cruzamos el puente, bajamos las escalerillas y continuamos a ritmo tranquilo hacia Villaralbo por el denominado camino de San Miguel. En ese tramo aprovechamos para ponernos al día de las novedades de la semana de unos y otros.
En el momento en el que nos debíamos separar del río para enfilar hacia las primeras viviendas de Villaralbo no lo hicimos y continuamos recto por la ribera del mismo. Mientras, siguieron dirimiendo sus diferencias la niebla y el sol, estando ya a punto de vencer este definitivamente.
Poco después comenzamos a rodar por uno de los recorridos más bonitos que podemos encontrar cerca de Zamora. Se trata de una senda que serpentea igual de caprichosamente que lo hace el Duero porque está trazada bordeando este.
El rocío hacía brillar la hierba, que en estos días, ya casi primaverales, lo cubre casi todo y luce de un intenso verde. A nuestra izquierda el río, hoy azulado por mor del cielo, y a nuestra derecha mucho arbolado al principio, e hileras de chopos milimétricamente alineados más adelante, cuando la senda se convirtió en camino.
Poco después llegamos a la carretera que une Villaralbo con Villalazán. Nos incorporamos a ella durante menos de un kilómetro y la abandonamos girando a la derecha para seguir por un camino ancho que, tras otro giro y unas pedaladas más, nos llevó a Madridanos.
Pasamos por un lateral de este pueblo y seguimos por el GR-14, pero pronto giramos a la izquierda para dirigirnos a Villalazán. Poco más de un kilómetro más adelante estábamos cruzando de nuevo la carretera y tomando el camino de frente, dejando a nuestra derecha esa localidad.
Este camino nos dirigía hacia el Duero, pero antes de llegar a él giró y comenzamos a rodar en paralelo a su cauce.
Más adelante, justo tras pasar sobre un pequeño puente, volvimos hacia la izquierda. No tardamos mucho en abandonar ese camino y tomar un senderito precioso, rodeado de verde y árboles.
Poco después pudimos ver a nuestra derecha la primera de las lagunitas, en este caso la más pequeña. Unos cientos de metros más adelante llegamos a la segunda, que es una laguna en toda regla, parece incluso natural aunque nos dijeron hace unos días que se habían hecho para extraer arena para la construcción de la N-122. Junto a esta nos hicimos una foto de grupo y los que querían comer algo aprovecharon para hacerlo.
Tanto las lagunillas como el lugar donde estábamos en ese momento forman parte de un gran meandro que hace el Duero, siendo esta zona la parte interior del mismo. El recorrido que hicimos por ella incluyó varios cambios de dirección hasta acercarnos de nuevo al río, aunque no llegamos a verlo, y al paraje denominado La Isla.
Los poco más de tres kilómetros que tiene de recorrido ese camino los hicimos sin novedad. Al llegar a la carretera de Madridanos continuamos por ella, dirección Moraleja, claro. Recorrimos algunas de sus calles, nos sorprendió algún grafiti y salimos a la carretera de Zamora. Siguiendo por ella abandonamos el pueblo.
Más adelante llegamos a la carretera de Pontejos, nos incorporamos a ella menos de un kilómetro y la dejamos para continuar por un camino trazado en paralelo a la autovía Vía de la Plata. Cuando nos alejamos de ella continuamos realizando múltiples giros, pero también disfrutando del paisaje, muy propio de marzo.
Finalmente terminamos saliendo a la carretera de Fuentesaúco. La cruzamos y proseguimos, también cambiando de dirección muchas veces, hacia el Puente de Cardenal Cisneros. Al llegar a las proximidades de este giramos a la izquierda y fuimos hacia Pinilla. Cruzamos el Puente de Hierro y desde allí nos dirigimos al punto de salida. Como el Bar CD estaba lleno, fuimos a Cambalache para comentar la ruta y quedar para la posterior paella con la que nuestro bíker valenciano iba a celebrar su particular San José con todos nosotros y la Galanas.
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