Hace un par de días, a través de un amigo, nos enteramos de que, cerca de Villalazán, había unas lagunas que no conocíamos. Nuestra intención es visitarlas en bici próximamente, pero se nos ocurrió conocerlas antes a pie, partiendo de Villalazán y paseando hasta ellas.
Como no había ningún plan para la tarde de este sábado de marzo decidimos conocer esas lagunas de las que nos habían hablado. Nos desplazamos hasta Villalazán, dejamos el coche junto al Bar Restaurante Avenida y, tras tomar un café, comenzamos a caminar.
Partimos en dirección opuesta a las lagunas, pero lo hicimos con la intención de no ir y venir por el mismo camino, eso que nosotros llamamos "no pisar el track". Nos dirigimos hacia la carretera y, poco después de llegar a ella, nos desviamos a la derecha para tomar un camino ancho y de buen firme que va en dirección al río. Desviando nuestra mirada hacia la derecha podíamos observar algunos almendros, chopos y tierras sembradas de cereales que, en esta época, da gusto verlas.
De frente, al acercarnos al río, se distingue fácilmente su rastro por el arbolado de su ribera, en este tramo chopos en su mayoría.
El camino, una vez que nos aproximamos al río, gira a la derecha y va casi en paralelo a este. Sigue siendo llano y de buen firme.
Continuamos prácticamente en dirección recta y más adelante giramos de nuevo hacia la izquierda para dirigirnos, de nuevo, hacia el Duero. Para ello tuvimos que atravesar una zona con mucho arbolado.
Continuamos por ese camino, si bien poco más adelante volvimos hacia la izquierda, siguiendo, en un principio, entre chopos, pero en un siguiente giro hacia la misma mano continuamos por un camino de menor importancia rodeado de bastante vegetación.
Realizamos un par de giros más y terminamos divisando la primera de las lagunas. En esta fue fácil descubrir que es totalmente artificial porque hay movimientos de tierras visibles en todo su perímetro. Según nos comentó una persona de la zona, estas lagunas se realizaron para extraer arena para la construcción de la carretera N-122.
Proseguimos bordeando esta laguna y después cruzando por una zona muy frondosa en la que costaba distinguir unas roderas.
Poco después divisamos la segunda de las lagunas, más grande, más bonita, e incluso podría parecer natural porque los bordes están ya invadidos de espadañas.
Sus aguas tienen un color verdoso que la distingue de la otra. La fuimos bordeando durante unos cientos de metros hasta que ya comenzamos a alejarnos de ella tomando un sendero.
El sendero nos llevó por una zona muy bonita, con mucho verdor y rodeado de mucha vegetación.
Dicho sendero terminó llevándonos hasta un camino de mayor rango, y este nos condujo hasta el que habíamos pisado unos minutos antes, en la ida.
Paseamos por él unos cuatrocientos metros, tras los que nos desviamos hacia la izquierda, para encarar hacia el pueblo. Más adelante de nuevo realizamos otro giro, de noventa grados, hacia la derecha.
A pesar de lo nublado que había estado durante la caminata, en el camino de vuelta se fueron abriendo pequeños claros y el sol buscó estos para colarse y brindarnos un bonito atardecer.
Ya cerca de Villalazán realizamos otro giro, a la izquierda, para iniciar la subida hacia el pueblo. Desde lo alto pudimos contemplar toda la vega del Duero adornada de ese color meloso que regala algunas veces el atardecer.
Al llegar a la parte alta nos dirigimos hacia el lugar que teníamos el coche. Ya en él se nos ocurrió que un buen colofón podría ser tomar un café en el hotel Valbusenda, para así seguir disfrutando de esta vega. Y así lo hicimos.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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