Desde hace tiempo teníamos en mente hacer una ruta por la Sierra de Béjar. Hoy, por fin, la hemos hecho realidad y la espera ha merecido la pena. Como no pretendíamos que fuera de mucha dureza hicimos un "fifty-fifty", la mitad del recorrido por la montaña y la otra mitad por la Vía Verde que une Hervás y Béjar.
Como es lógico lo primero que hay que hacer para disfrutar de la Sierra de Béjar es desplazarse a la zona. Nosotros madrugamos y a las 8 en punto ya teníamos las bicis cargadas y estábamos dispuestos a comenzar el viaje. Poco antes de las 9.30 h estábamos ya aparcando junto al Palacio Ducal de Béjar. Tras preparar las bicis y nosotros mismos, iniciamos la ruta bordeando ese bonito entorno que conforman el citado Palacio Ducal, la Plaza Mayor, la iglesia de San Salvador y el Ayuntamiento.
En el momento que dejamos atrás la Plaza Mayor empezamos a recorrer una suerte de callejuelas estrechas, empinadas y, en algunos casos, con algunas escaleras. Finalmente llegamos a un caminito que da servicio a múltiples huertas.
El camino nos llevó hasta la carretera de Aldeacipestre, justo allí encontramos la primera huella del pasado de Béjar, una de las múltiples fábricas textiles abandonadas.
Continuamos por dicha carretera local, descendiendo y disfrutando de la bonita mañana que nos había regalado el día. Tras dos kilómetros por el asfalto, el track que habíamos preparado nos indicaba abandonarlo para descender por un camino hacia el río Cuerpo de Hombre y, después, continuar a su vera. El descenso era muy empinado y terminamos junto a una pequeña central hidroeléctrica, pero allí el camino se cortaba, justo junto a un rápido del río. Aunque teníamos que darnos la vuelta, el espectáculo merecía la pena.
Ascendimos hacia la carretera y por ella continuamos otros dos kilómetros que recorrimos rápidamente porque seguían siendo descendentes. Llegamos al cruce que va a Calzada de Béjar y eso nos trajo muchos recuerdos porque por allí habíamos pasado en 2018, cuando realizamos la
ruta Zamora - Sevilla. Poco después, en una bifurcación continuamos por la opción que va a Montemayor del Río, si bien no rodamos por ella sino por un camino trazado en paralelo a esa y que es parte de la Vía de la Plata.
Este camino no puede ser más bonito, flanqueado a la derecha por montañas y la izquierda por el río, con grandes praderas repletas de verde. Incluso con algún miliario romano indicando la milla de la Vía de la Plata.
Entre el río y el camino hay multitud de fincas y, en muchas de ellas, hay ganado bovino que nos miraba con cierto interés.
Los poco más de tres kiómetros de este tramo nos encantaron y no dejábamos de admirar todo lo que nos transmitían nuestros ojos.
Poco a poco nos fuimos acercando a las faldas de una montaña de envergadura, así que sabíamos que estaba próximo el comienzo de un ascenso.
Y así fue. Tomamos un desvío a la izquierda, cruzamos el río por un puente y comenzó una subida con tramos de cierta dureza que se prolongó durante algo más de tres kilómetros.
La subida nos permitió ir disfrutando de buenas vistas que iban mejorando a medida que íbamos ganando altura.
La subida terminó al llegar a la localidad Puerto de Béjar, cuyo núcleo urbano dejamos a un lado. Justo antes de incorporarnos a la N-630 pasamos bajo un pequeño viaducto de la Autovía Ruta de la Plata donde está representada esa vía de comunicación de origen romano.
Ya en la N-630 recorrimos unos dos kilómetros, todos cuesta abajo, así que empleamos poco tiempo en este trayecto. La abandonamos para tomar un pequeño camino, que en algunos puntos estaba casi cerrado por la vegetación.
Volvimos a salir a la N-630, la cruzamos y continuamos por otro camino estrecho que conduce a Baños de Montemayor.
Desde él pudimos contemplar una bonita panorámica de esta localidad, al tiempo que descendíamos con pendientes de hasta el 20% en algún tramo.
Después de un breve callejeo por Baños, terminamos de nuevo en la N-630 y por ella abandonamos la localidad, si bien unos cientos de metros más adelante nos desviamos a la derecha para continuar por un camino que nos condujo descendiendo hasta la orilla del Embalse de Baños. Una vez a pie de agua el camino continúa perimetrando una de las orillas, lo que nos permitió recorrer seis kilómetros disfrutando de la paz y quietud que nos transmitían las aguas y de las vistas de la Sierra de Béjar tras ellas.
Finalmente el camino sale a un camino asfaltado que recorre la parte sur del embalse, justo por encima de una especie de dique. Desde allí la vista hacia las aguas era magnífica.
Pero mirando justo al otro lado nos topábamos con una vista igual de bonita o más.
Decidimos que ese era un buen sitio para hacer una foto de grupo, así que posamos y dejamos que la máquina hiciera su función.
Continuamos bordeando el embalse por ese mismo asfalto, que terminó por llevarnos a cruzar la N-630, una vez más. Seguimos por el camino de en frente pero enseguida giramos a la derecha y nos encontramos con uno más estrecho y mucho más bonito, rodeado de olivos, paredes de piedra y vegetación que, en poco más de dos kilómetros de suave ascenso, nos acercó a Hervás.
Pronto pudimos ya ver la torre de la iglesia, situada en la parte más alta del pueblo. Solo nos faltaba subir por una calle con bastante inclinación para acceder al mismo.
Terminada la cuesta volvimos a la derecha y nos encontramos con un bonito puente sobre el río Ambroz. Al cruzarlo nos sumergimos de lleno en el Barrio Judío.
Este barrio está repleto de callecitas estrechas y viviendas en las que se mezcla la madera y el adobe. Tras cruzar el puente continuamos por la que teníamos en frente. Ascendimos a la parte alta de la localidad, callejeamos y, finalmente, paramos en un bar a tomar algo.
Después de recuperar fuerzas y líquidos nos dirigimos a la Estación, allí encontramos una terraza muy animada con gente que terminaba o iba a comenzar un recorrido en bici por la Vía Verde. Nosotros nos incorporamos a ella y comenzamos a rodar con destino a Béjar.
Durante todo el recorrido el trazado ferroviario que en otros tiempos fuera la Ruta de la Plata es ahora un camino de tierra compactada, con vallas de madera en los laterales en todos aquellos tramos en los que no exista una barrera natural a los lados, con dos túneles iluminados, con varios viaductos y algunos puentes para el paso por encima de otros vehículos o personas.
Desde el mismo punto donde iniciamos este recorrido hay ascenso. Es cierto que es suave, pero es constante y va cargando las piernas.
Los cuatro primeros kilómetros del trazado se emplean en hacer varias curvas de amplio radio que, imaginamos, en su día se harían para ir suavizando el ascenso y no ir directo a la sierra, lo que supondría una subida insalvable para el tren. Así que cuatro kilómetros después de salir pudimos contemplar una vista magnífica de todo Hervás.
Poco a poco los kilómetros iban sucediéndose e íbamos disfrutando encontrando a nuestro paso a bastantes ciclistas que hacían el recorrido en sentido contrario y a mucha gente, familias fundamentalmente, caminando. Y es que nos encanta que estas iniciativas tengan éxito y esta, por lo que pudimos comprobar ayer, la tiene.
Más adelante cruzamos un puente bajo el que se encontraba el cauce del río Santihervás, flanqueado por árboles y extensas praderas.
Como íbamos ganando altura, a medida que avanzaban los kilómetros las vistas eran mejores. Así pudimos ver el Embalse de Baños con esta perspectiva casi aérea.
El ascenso no nos permitía coger una velocidad alta y nos costaba mantener un ritmo alegre, de hecho no llegábamos a 20 km/h.
A nuestro paso pudimos ver dos estaciones. La de Baños de Montemayor tiene a su lado un parque infantil y también un amplio aparcamiento para todos aquellos que deseen dar un paseo por la Vía Verde o no hacer todo el recorrido.
En este caso la propia estación está cerrada. Pero más adelante, en la de Puerto de Béjar, había más instalaciones. Nos pareció ver un bar, pero nos dio la impresión de que estaba cerrado.
No solo hay estaciones, también encontramos algún edificio, relacionado con el trazado férreo original, abandonado.
Poco después de pasar a la altura de Baños de Montemayor encontramos el primer túnel. Está iluminado, si bien conviene quitarse las gafas de sol porque la luz es pobre, pero suficiente (la foto es engañosa y no muestra la luz real). Eso sí, lo que hacía era bastante menos temperatura que en el exterior.
Poco después de salir del túnel percibimos que la inclinación de la vía verde se había suavizado y eso nos permitió ir subiendo nuestra velocidad. Comenzamos a pasar de 20 km/h y algo más adelante comenzamos a rodar a muy buena velocidad, entre 25 y 28 km/h.
Por ello los kilómetros comenzaron a sucederse más deprisa. Cuando llevábamos como una hora sobre la vía verde pudimos ya vislumbrar Béjar.
Pasamos junto a todas las instalaciones que en su día dotaban de vida a aquella zona y variamos el track original, que no contemplaba cruzar un túnel que atraviesa Béjar por su subsuelo.
Entramos en él y enseguida nuestros ojos se hicieron a la luz tan diferente de la del exterior, a lo que no nos hicimos fue al frío que se percibía. Este es más largo que el de Baños, pero no tardamos mucho en comenzar a ver la luz que se colaba desde el exterior.
Nada más salir de él cruzamos por un puente el río Cuerpo de Hombre y nos encontramos con más muestras del pasado textil de esta localidad, las fábricas de todo tipo de telas, pero eso sí, todas cerradas. ¡Qué triste!
Después de atravesar el puente comenzamos a ascender hacia el centro de la villa. Cuando llegamos de nuevo a la plaza decidimos tomar algo antes de dejar las bicis y cambiarnos. Sin habernos puesto de acuerdo, en el lugar que elegimos estaban Las Galanas tomando el vermut después de haber hecho una visita turística a la localidad. Tras disfrutar de este piscolabis juntos nos volvimos a subir a las bicis, pero solo para llevarlas hasta los coches y cambiarnos, poniendo así fin a esta bonita ruta.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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