24 de septiembre de 2023

A Sanzoles y más allá

A pesar de llevar ya unos cuantos años recorriendo la provincia en bici y, sobre todo, Zamora y su alfoz, no dejamos de sorprendernos de encontrar nuevos caminos y nuevos lugares, incluso por zonas en la que ya hemos estado varias veces. Hoy, por la zona de Sanzoles, lo experimentamos.

La ruta que habíamos diseñado para hoy tenía 66 km y algunas subidas importantes, así que para no andar apurados al final decidimos quedar a las 9.15 horas. A tenor de los hechos posteriores podríamos haber dormido una hora más...

A la cita solo nos presentamos cuatro bíkers, de los que uno llegó "calentando" desde Morales del Vino. Nos alejamos de la capital cruzando el Puente de Cardenal Cisneros, bajamos las escalerillas que hay al final del mismo con la bici en la mano y continuamos por el GR-14 hasta la entrada de Villaralbo.

Hay que aclarar que la mañana estaba fresca, solo 9º, así que algunos optamos por la manga larga, y no nos sobró en todo el recorrido. 

Continuamos con la narración. Evitamos pasar por el centro de Villaralbo y volvimos a retomar el GR-14 tras dejar atrás este pueblo y, sin ninguna novedad, nos llevó hasta Madridanos. En el trayecto aprovechamos para ir charlando, por parejas o en grupo, momentos estos que son tan importantes como la propia ruta.


Una vez sobrepasado Madridanos enfilamos, siguiendo por el GR-14, hacia Las Contiendas, zona también conocida entre los locales como "El culo del mundo". En ese tramo nos enfrentamos a las primeras, y suaves, subidas y bajadas de la mañana.


Rodamos en paralelo a este paraje unos cinco kilómetros, tras los cuales realizamos un giro a la izquierda y continuamos por una larga recta de casi dos kilómetros por la que no habíamos transitado nunca. 

Tras recorrer esa distancia hicimos un giro de más de noventa grados a la izquierda y, tras unos cientos de metros llanos, comenzamos a ascender.


Al principio la subida era suave, pero fue ganando en inclinación. Hacia la mitad pasamos por una zona muy frondosa. Tras ella, la inclinación fue mayor.


El último tramo, ya despejado de vegetación, no fue menos duro y, finalmente, culminamos esta subida de alrededor de un kilómetro de distancia y unos ochenta metros de ascenso acumulado.

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Tocó ahora girar a la derecha y descender, pero fue un engaño, ya que la bajada fue corta y nos condujo a otra subida, no muy larga, pero subida al fin y al cabo.


Después de esa sí, ya nos enfrentamos a un descenso largo en el que pasamos junto a zonas de pinares, otras de encinas y también de algunas viñas de generosas dimensiones, aún con los racimos de uva tinta madurando en sus ramas.


Al final de la bajada salimos a otro camino. En esa intersección teníamos que virar a la derecha y enseguida tomar un camino que partía a la izquierda. 


Pero seguir las indicaciones del track era imposible porque el camino que debíamos coger lo veíamos a diez metros de nosotros, pero entremedias había una valla de postes y alambre de espino. Tras las valla había mucho ganado vacuno pastando entre encinas sobre el casi recién estrenado manto verde otoñal.
 

Viendo el GPS decidimos que la mejor opción era ir hacia la derecha porque siguiendo esa dirección más adelante nos volveríamos a encontrar con el track. Y así fue, pero antes tuvimos que realizar un ascenso suave primero, seguido de un descenso muy pronunciado. La zona, ya próxima a Sanzoles, pertenece a la Denominación de Origen Toro por lo que encontramos muchas viñas a nuestro paso.


La bajada terminó en una vaguada por la que discurre un arroyo. En ese punto volvimos a pisar de nuevo el track que teníamos cargado en nuestros GPS, pero eso sí, nos habíamos "comido" casi nueve kilómetros.

Durante el descenso pudimos ver la localidad de Sanzoles relativamente cerca, pero desconocíamos que para llegar había que salvar dos escollos. El primero era una subida con una inclinación importante de unos 800 m.


Después de una pequeña bajada nos encontramos con otro ascenso, pero esta vez más corto. Este nos llevó hasta las primeras edificaciones del pueblo. Al llegar a ellas dedujimos que la localidad estaba en fiestas porque había banderines cruzando la calle de lado a lado. Después nos informamos y no, habían sido a finales de agosto. Pero bueno, así el pueblo tiene aire festivo hasta que el tiempo y las inclemencias estropeen los banderines.


Salimos de Sanzoles descendiendo y enfilando hacia El Viso. Después de ese descenso continuamos con varios sube y bajas, tras ellos nos desviamos a la izquierda. No mucho después a la mano contraria para rodar en paralelo a la falda de este teso. Desde el camino pudimos contemplar una bonita vista del mismo.


Tras culminar un suave ascenso tocó rentabilizar parte de todas las subidas del día y bajamos por una recta de casi tres kilómetros hasta, prácticamente, la localidad de Bamba.


Atravesamos este pueblo y, a la salida, giramos a la derecha para tomar el camino que, habitualmente, seguimos para ir a Moraleja del Vino. El tramo entre las dos localidades lo hicimos bastante rápido aunque no es completamente llano. 

Pasamos por Moraleja pero se puede decir que de soslayo porque solo tocamos un lateral del pueblo. Pasamos junto al campo de fútbol y junto al cementerio, pero poco después giramos a la izquierda y, tras unos cientos de metros, cruzamos la carretera y nos dirigimos hacia Arcenillas.

Aprovechando cierta tendencia hacia abajo y que la subida que teníamos que hacer era suave, también llegamos en poco tiempo a este pueblo conocido por sus famosas tablas de Fernando Gallego, albergadas en el interior de la iglesia. Pasamos junto a ella y continuamos recto, abandonando así esta localidad.


Y la dejamos atrás enseguida porque tuvimos la suerte de descender durante casi dos kilómetros. Eso sí, entre el "tijeretazo" que por las circunstancias tuvimos que darle a la ruta y que el ritmo había sido bueno, eran las 11.45 y ya íbamos camino del final. Lo dicho, que podíamos haber dormido una hora más.


Pusimos fin a la bajada girando a la derecha y poco después a la izquierda, para llegar enseguida a la carretera de Pontejos. Rodamos por ella unos quinientos metros y la abandonamos tomando un camino que partía a la derecha. 

Ese camino nos llevó en paralelo a la autovía unos dos kilómetros, tras los cuales comenzamos a realizar varios cambios de dirección y pasamos, a través de un puente, por encima de dicha autovía.


Poco después nos encontramos con un rebaño de ovejas. Pacientemente rodamos a su ritmo para no prepararle un lío al pastor y a llegar a un cruce, ellas fueron hacia un lado y nosotros hacia el contrario. Eso sí, nos llevamos pegado en nuestras ruedas algún que otro excremento ovino, pese a que tratamos de esquivar todos los que vimos.


Desde allí ya fue "coser y cantar". Pronto llegamos a la carretera de Moraleja, la cruzamos y continuamos hacia el final del puente de Cardenal Cisneros, pero en lugar de ir hacia las escalerillas seguimos recto hacia Pinilla. Desde este barrio fuimos hacia el punto de salida que, como casi siempre, también es el de llegada.

Aprovechamos que allí mismo venden bebidas espiritosas tales como el zumo de cebada, que nos sirvió para recuperar las fuerzas perdidas. Cuando estábamos allí se presentó un quinto bíker que, habiéndose quedado dormido por la mañana, había salido a rodar por su cuenta. 


Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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