16 de junio de 2024

III Marcha BTT Sierra de la Culebra (in memoriam Ángel Zamora)

Después de la dura semana que hemos pasado todos por la repentina pérdida de nuestro compañero Ángel Zamora, quisimos sobreponernos y acudir a la III Marcha BTT Sierra de la Culebra porque estamos seguros de que él querría que estuviéramos allí. Nos pusimos un brazalete negro y pedimos a la organización si podría proponer a los participantes un minuto de silencio y todo fueron facilidades. Después, a lo largo de los kilómetros, todo fueron recuerdos.


En la salida, los propios organizadores nos pidieron que los cinco bikers que estábamos allí nos pusiéramos en primera fila para realizar el minuto de silencio. Faltaba la presencia de otros tres, que no pudieron estar en cuerpo pero sí en alma. Unos minutos antes de las 10.00 uno de los organizadores tomó el micrófono para dedicar unas emotivas palabras a nuestro compañero. También nos pasó el micro, dijimos lo mucho que habíamos sentido su pérdida y que siempre estaría con nosotros. Finalmente, dedicamos un aplauso para Ángel y comenzó el silencio. Habíamos llevado un maillot de nuestro compañero, que sostuvieron en alto durante esos sesenta segundos. Al igual que nos ha sucedido durante toda la semana, en ese minuto los recuerdos afloraron porque han sido muchos los momentos vividos juntos.




Al concluir ese tiempo todo el mundo aplaudió y se dio la salida. Nosotros nos echamos a un lado para que pudieran ponerse en cabeza los que iban a pelear por los primeros puestos del podio, rodeamos el campo de fútbol y continuamos por el camino asfaltado que conduce a la playa de Villardeciervos. 


Al llegar junto al embalse giramos a la izquierda para bordearlo y pasar junto a la playa, que estaba repleta de vehículos y de gente porque se iba a celebrar la Segunda Fase (Pruebas de aguas abiertas) del XIV Campeonato de Castilla y León de Verano de Salvamento y Socorrismo. 

Poco después de pasar junto a la zona de aparcamientos de dicha playa giramos a la izquierda para comenzar a rodar por un carril bici. Ahí mismo empezó una larga subida de casi dos kilómetros y medio. El primer tramo, el de la ciclovía, se hizo bien porque todavía íbamos muy agrupados e íbamos despacio.


Poco después, cuando este carril bici giraba para continuar hacia Villardeciervos, continuamos recto abandonando así el asfalto y continuando por una larga recta de tierra. 


Cruzamos la carretera que va a Cional y el camino viró levemente hacia la izquierda, si bien continuamos ascendiendo, eso provocó que el grupo se fuera estirando. Realmente son las cuestas las que van poniendo a cada ciclista en su sitio. 


En ese momento íbamos los cinco cerca pero no juntos porque era difícil aún adelantar, así que nos íbamos viendo, pero no conseguíamos rodar en grupo.


Terminado el ascenso hicimos un giro de noventa grados a la derecha y rodamos en llano por la ladera de la montaña, eso nos permitió tener buenas vistas del embalse de Valparaíso.


Poco más adelante un nuevo giro hacia la misma mano nos obligó a deshacer parte del trabajo hecho minutos antes, ya que descendimos por un cortafuegos muy pendiente y con cierto peligro porque había mucha piedra suelta. Al llegar a la parte baja otro giro de noventa grados, ahora a la izquierda, nos llevó a rodar en paralelo a la carretera, pero enseguida otro cambio de dirección nos puso junto a otro cortafuegos, pero en esta ocasión había que ascenderlo.


Como se puede apreciar en la foto, el día estaba perfecto, luminoso, con el cielo salpicado de nubes rompiendo la monotonía del azul y con una brisa fresca que hacía que se fuera muy a gusto sobre la bici. 

Al terminar de ascender el cortafuegos otro giro nos permitió rodar unos cientos de metros descendiendo, pero un nuevo cambio de dirección, hacia la izquierda, nos obligó a pedalear con fuerza para lograr ascender otra pendiente importante. Terminada esta comenzó una bajada hacia el embalse. Terminamos poniéndonos casi a su altura y desde allí la panorámica era muy bonita, por ese color especial que hoy tenía el cielo y su reflejo en el agua.


Continuamos como un kilómetro en paralelo a la orilla del embalse y terminamos saliendo a la carretera, justo para cruzar el puente y poder pasar al otro lado de las aguas. Allí estaba esperando el compañero que iba en cabeza. Al ver que veníamos ya todos comenzó a rodar de nuevo. A partir de ese momento ya fuimos en grupo todo el recorrido.


Nada más cruzar el puente giramos a la derecha y comenzamos un ascenso que nos llevó a pasar por un lateral de la localidad de Cional, de la que apenas vimos alguna construcción.




Los siguientes cinco kilómetros se caracterizaron por ser buenos caminos, la mayor parte rodeados de monte bajo y robles y con pequeños ascensos y descensos, si bien en el cómputo final subimos más que bajamos.


En ese tramo realizamos tres giros en ángulo recto hacia la izquierda. Si hubiéramos realizo uno más habríamos descrito un cuadrado, pero no, el cuarto giro fue hacia la derecha y, nada más hacerlo, comenzamos a descender. Casi al final de la cuesta abajo había personas de la organización invitando a frenar porque había que hacer un giro de casi ciento ochenta grados. Tras ese giro continuamos bajando para cruzar una pequeña cola del embalse. 

Al haber descendido, una vez al otro lado del embalse, tocó subir en pequeños tramos y así continuamos a lo largo de algo más de dos kilómetros.


Ese ascenso terminó al llegar a un punto muy próximo al pueblo de Codesal. A partir de ahí comenzamos a vivir de las rentas algo más de un kilómetro, de nuevo la causa fue que íbamos al encuentro de otra pequeña cola del embalse. Y claro, se repitió la historia, tras pasar al otro lado y alejarnos del embalse hubo que ascender. Y las pequeñas subidas, sin apenas bajadas, se prolongaron durante casi dos kilómetros que realizamos describiendo una curva muy abierta. 

Rompimos ese arco realizando un giro de noventa grados a la derecha y comenzando a rodar por una zona muy frondosa, sin duda porque teníamos a nuestra izquierda el arroyo de las Lineras, y donde hay agua, hay vida.


Después de unos cientos de metros junto a él volvíamos a estar muy cerca de Codesal. Realizamos otro giro, a la derecha, y de nuevo tocó subir en tramos de ascenso, pequeño llano, ascenso a lo largo de casi dos kilómetros. Tras ellos nuestras piernas se ganaron un descanso al comenzar a descender. ¿Hacia dónde? Efectivamente, hacia el embalse. Al llegar a su altura el camino continuaba recorriendo la orilla y rodeado de una vegetación muy espesa. Desde un hueco de esta pudimos ver esa cola en su plenitud.


Bordeamos dicha cola y desde el otro lado la perspectiva también era muy bonita. 


Seguimos bordeándolo y enseguida comenzamos una nueva ascensión, la última importante y la más larga del recorrido, de más de cuatro kilómetros. El primer tramo atravesando una zona con algunos pinos bordeando el camino. 


Proseguimos por una buena pista, más despejada de arboleda. Milagrosamente esta zona no se quemó en ninguno de los dos incendios que asolaron la Sierra de la Culebra hace dos años.


Según nos íbamos acercando a la sierra los pinares iban creciendo en magnitud. La ascensión era llevadera y rodábamos a buen ritmo.


Finalmente llegamos a un cortafuegos con un camino en el lateral. Dicho cortafuegos tenía una subida más pronunciada que las anteriores pero a lo lejos veíamos que se endemoniaba. Pero no nos importó porque vimos que los ciclistas que iban por delante de nosotros giraban a la izquierda bastante antes de iniciarse esa subida tan dura.

Y, lógicamente, nosotros hicimos lo mismo, realizamos ese giro y nos sumergimos en un cerradísimo bosque de pinos.


Tan cerrado que, salvo el camino, en el resto de terreno apenas entraba la luz del sol, de hecho los pinos solo tenían hoja en las copas, siendo sus troncos muy alargado y rectos producto de la búsqueda de los rayos de sol. 


El recorrido por el interior del pinar no llegó a un kilómetro, pero nos gustó mucho porque parecía que estábamos en un lugar fantasmagórico.



El camino, que había seguido siendo inclinado, desembocó en una pista ancha y más inclinada que los tramos anteriores. Esta zona ya estaba abierta y volvimos a disfrutar del sol. 


 Al terminar este último tramo finalizó la ascensión. Habíamos alcanzado la mayor altitud de todo el recorrido, estando a casi mil metros sobre el nivel del mar. 

A esta subida no le siguió la consiguiente bajada, al menos no enseguida, ya que recorrimos una corta zona lisa y después ya sí, comenzamos a descender. 


Enseguida llegamos a un cruce de caminos y allí se encontraba la bifurcación hacia la marcha corta (de unos 43 km) y la larga, de 20 km más. Cuatro de nosotros pensábamos hacer la larga pero el otro biker tenía un compromiso en Zamora y tenía prisa, por lo que quería hacer la corta. Como nos parecía que en este día debíamos de entrar todos juntos nos desviamos hacia la izquierda para realizar la de menor recorrido.

La bajada que habíamos iniciado poco antes continuó a lo largo de unos siete kilómetros. No era muy inclinada pero permitía, pese al viento, que soplaba con cierta fuerza, rodar a muy buen ritmo y sin demasiado esfuerzo. En estas estábamos cuando uno de los nuestros frenó. Paramos todos y no hubo ni que preguntar qué ocurría porque de su rueda de atrás se escapaba el líquido antipinchazos a chorros. Su cubierta se había rajado con una piedra.

Su primera intención fue, o ir caminando hacia Villardeciervos o llamar al teléfono de emergencias de la carrera para que vinieran a buscarlo. Pero le comentamos la posibilidad de poner una cámara para salir del paso. Nos pusimos manos a la obra. Quitar la tuerca que sujetaba la válvula a la llanta nos costó horrores y pudimos hacerlo gracias a la herramienta que llevaba uno de nosotros. Superada esa dificultad pusimos la cámara, hinchamos, montamos la rueda y a continuar. Eso sí, gastamos en todo este proceso veinte minutos.


Volvimos a subirnos encima de nuestros sillines, continuamos descendiendo y llegamos a la carretera, un tramo de la que une Cional y Codesal. Para evitar rodar por ella la organización había preparado un camino en paralelo a esta. Poco después la cruzamos y continuamos adelante. 


Después de un giro a la derecha nos metimos en una buena pista. Como el perfil y el firme lo permitía rodábamos muy rápido.


Poco después llegamos a un tramito de unos doscientos metros por el que ya habíamos rodado en sentido contrario una hora y algo antes. Más adelante también volvimos a "pisar" durante algo más de un kilómetro por donde lo habíamos hecho cuando llevábamos unos 10 km de marcha. Este camino era el mismo que nos permitió pasar junto a Cional y que desembocó en el puente sobre el embalse.


Nada más cruzar este giramos a la izquierda, y así volvimos a una zona inédita del recorrido de este año, pero conocida por nosotros porque el año pasado habíamos hecho este mismo recorrido, de casi cuatro kilómetros, en sentido contrario. Al principio el camino iba en paralelo a la orilla del embalse, poco después comenzó a estar rodeado de los mudos vestigios de los incendios que asolaron unas 30.000 hectáreas, se dice bien.


En algunos momentos el trazado se separaba algo del embalse pero enseguida volvíamos a su lado.


Comenzaron pequeños sube y bajas y algunos tramos de sendero técnico lo que hizo que nos divirtiéramos de lo lindo. En ese punto comenzaron a pasarnos los primeros clasificados de la marcha larga.


Aunque, milagrosamente, las cercanías de Villardeciervos no se vieron afectadas por el incendio, en esa zona un poco más alejada también había causado estragos.


Volvimos a pasar junto a las aguas del embalse y no pudimos por menos que sacarle una foto más porque lucía muy bonito.


Finalmente llegamos a la zona de la playa de Villardeciervos y allí volvimos a tomar el carril bici, el primer tramo era el mismo que el de un par de horas antes, pero en esta ocasión continuamos por él como dos kilómetros, una parte de ellos de suave ascenso. 


Finalmente, giramos a la derecha para continuar por un camino que en menos de un kilómetro nos llevó hasta los arcos de meta. Al aproximarnos a estos nos pusimos los cinco en paralelo porque la ocasión merecía que traspasáramos la línea de meta juntos y que el esfuerzo realizado se lo dedicáramos a nuestro querido compañero Ángel Zamora. Los dedos señalando hacia el cielo se lo hicieron saber.


Una vez más, decir que la organización fue perfecta. Aparte de la amabilidad y de todas las facilidades que nos dieron para realizar el minuto de silencio, de nuevo vimos a una gran cantidad de gente del pueblo implicada en todas las tareas que una marcha así requiere, que son muchas. 
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