24 de noviembre de 2019

A Villanueva de Campeán, pese a las vallas

La previsión de viento condicionó un domingo más nuestra ruta. Como todo indicaba a que soplaría de suroeste planeamos una ruta hacia el sur, para llevarlo de cara con las fuerzas íntegras, y de espalda cuando estas empiezan a flaquear.

Partimos de la C.D. siete bíkers. Tras cruzar el Puente de Hierro, el barrio de Pinilla y pasar junto al cementerio, tomamos el camino de Morales, que seguimos hasta la ermita del Cristo, donde nos esperaba un bíker más.



23 de noviembre de 2019

Pisando nieve en el Hayedo de Ciñera

El año pasado una avanzadilla compuesta por dos galanas y tres bíkers fueron a este hayedo y les gustó tanto que convencieron al resto para volver este año.

Y así fue como dieciséis personas nos desplazamos hasta Ciñera (León) para volver a pasear entre las hayas o para hacerlo por primera vez. Sabíamos que deberíamos haberlo hecho antes para ver en las hayas el otoño en pleno esplendor, pero por circunstancias no pudo ser.

El día tampoco nos acompañó, la luz del sol es necesaria para que un hayedo luzca al máximo y ayer parecía que íbamos a tener suerte porque salimos de Zamora con el cielo azul, pero antes de llegar apareció un frente cubriéndolo todo y cuando llegamos a Ciñera tuvimos que ponernos capuchas, gorros o abrir paraguas, porque estaba lloviendo.

17 de noviembre de 2019

Íbamos a Almendra... y terminamos en Fresno de la Ribera

Hay días en los que todo sale redondo y otros en los que casi todo se tuerce, y eso precisamente ocurrió esta mañana.

De entrada el día amaneció plomizo, tristón, oscuro y amenazando lluvia; atributos todos que no nos gustan pero que no impiden que salgamos con nuestras bicis. Los que llegaron antes de las 9 al punto de encuentro tomaron un café mientras llegaba el resto. Cuando ya estábamos casi todos un mensaje avisó de que un sexto bíker, que había dicho que se caía de la convocatoria, finalmente venía pero que le teníamos que dar un cuarto de hora de margen. Así que retrasamos la salida.

En cuanto llegó el sexto iniciamos nuestro camino. La idea era ir contra el viento, para traerlo a la vuelta de espalda, y así llegar a Almendra. Pero de momento, íbamos rodando junto al Duero. Enseguida empezó a chispear. Continuamos y, tras pasar bajo el Puente de los Poetas, tomamos el camino que discurre junto al río hasta las Aceñas de Gijón. Lo que antes era chispeo comenzaba a ser lluvia ligera... Salimos a la carretera de Almaraz y continuamos por ella hasta pasada la antigua cárcel. Poco después nos desviamos para coger el camino de las Aceñas de los Pisones.


16 de noviembre de 2019

Donde el Esla se hace Duero

El destino de nuestra caminata era Peñalcarro, en el término de Villaseco del Pan. Como ir y volver desde esta localidad era excesivamente largo (unos 17 km), y con pocos atractivos en los primeros kilómetros,  decidimos ir en coche a través de un camino de excelente firme a lo largo de 4 km. Lo aparcamos junto a un cruce de caminos y allí mismo empezamos a caminar.

Desde ese cruce de caminos, para que la ida no fuera totalmente igual que la vuelta, dimos un pequeño rodeo para lo cual, continuamos recto durante unos 2 km.



Giramos a la izquierda al llegar a un cruce de varias pistas, seguimos caminando unos 500 m y volvimos a la derecha para tomar el camino que ya nos llevaría, prácticamente descendiendo todo el tiempo, hasta Peñaelcarro.

En la bajada ya se va viendo el Duero, y el paisaje cambia, dejando las tierras de labor paso a las zonas de bosque bajo y encinas. 




Al llegar al destino la vista es impresionante, a un lado el Esla, y frente a nosotros el Duero recogiendo las aguas de su afluente.


El Duero, antes de encontrarse con el Esla.
Últimos metros del río Esla
La subida la hicimos ascendiendo por el mismo camino que habíamos pisado minutos antes, camino que ya no abandonamos en ningún momento hasta llegar adonde habíamos aparcado los coches.


Una vez en los coches regresamos a Villaseco del Pan y allí paramos en su agradable bar (está junto a la iglesia y el Ayuntamiento) donde pudimos reponer los líquidos perdidos y tomar alguna tapa (los cueros buenísimos, por cierto).

Al salir dio la casualidad de que la iglesia estaba abierta porque la estaba limpiando una señora, nos asomamos y ella mismo nos explicó detalles de la misma, nos mostró una de sus joyas, un Cristo del siglo XIII, al que en el pueblo siempre llamaron el Cristo de las pecas, por la carcoma que invadía su rostro antes de ser restaurado.


Y también nos invitó a subir por la estrecha escalera de caracol de piedra hasta el campanario.


Por último, comentar que la dificultad es mínima, se puede hacer perfectamente con niños si aguantan unos 8 km, y teniendo precaución con ellos en el entorno de Peñaelcarro.

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El track del tramo a realizar en coche (Villaseco-cruce) es este: 

10 de noviembre de 2019

A Valdeperdices por la Dehesa de Palomares

Por diversas razones en la mañana de hoy sólo cinco bíkers se atrevieron a desafiar el frío y la jornada de votaciones para hacer una ruta que fue hasta Valdeperdices.

Cuando partimos de la Ciudad Deportiva el ambiente era frío, la ausencia de sol y el viento producían una sensación por debajo de los 5º que marcaban los termómetros. Así que podríamos considerar la jornada de hoy como la primera invernal.

Recorrimos el carril bici bordeando el río hasta las proximidades del Bosque de Valorio. Atravesamos este, continuamos por Valderrey y tomamos el camino que se coge habitualmente para ir a La Hiniesta. Pero más adelante, en vez de girar hacia la carretera, lo hicimos al contrario, hacia la izquierda para así continuar por una pista de concentración. No mucho después giramos noventa grados a la derecha para enfilar una larga recta repleta de toboganes.


El sol se había abierto paso, pero aún así, como íbamos contra el viento, la sensación seguía siendo fría. Eso sí, esos toboganes lograron mitigar algo esa sensación.

Más adelante viramos a la izquierda y poco después a la derecha para descender hacia Palomares.


Como suele suceder, tras un descenso viene un ascenso, y este, tras pasar junto a algunas viviendas abandonadas de la dehesa, es largo, de unos 4 km. Kilómetros bonitos, en los que el camino está flanqueado por pinos y encinas.



Dimos por culminada la ascensión al llegar al memorial de Merchán, lugar donde tomamos la opción de la izquierda. Descendimos algo y volvimos a subir ligeramente pero eso sí, contra el viento que, además, a medida que avanzaba la mañana iba cogiendo fuerza.



Agradecimos poco después cambiar de dirección noventa grados para entrar en la carretera que une la N 122 con la que va a El Campillo. Ya por esta, con el viento lateral, molesto pero más llevadero, empezamos a rodar mejor y más rápido. Tras cruzar la carretera de El Campillo continuamos dirección Valdeperdices, pero por el camino que teníamos en frente, no por la carretera.

Este tramo lo hicimos en un plis plás porque era descendente en su totalidad. Entramos en Valdeperdices y recorrimos varias de sus calles para terminar saliendo a la zona a la que llega, cuando está crecido, una cola del embalse. Avanzamos por un camino que en breve quedará anegado, terreno que según nuestros GPS era agua.


Como continuamos por esas roderas en lugar de seguir el camino (paralelo) que marcaba el track, cuando nos dimos cuenta subir a su encuentro era casi imposible sin bajarse de las bicis, así que no nos quedó otra que desmontar y tirar de ellas esos metros que nos separaban del camino.


Nada más retornar al camino nos encontramos con un puente sobre las aguas del embalse que, debido al bajo nivel de las mismas, mostraba casi todo su esqueleto.




Al otro lado del puente nos esperaba una ascensión del 8% y de unos 400 m que nos puso a los pies de la localidad de Palacios del Pan.


Eso sí, durante el ascenso cabía la posibilidad de aliviar el cansancio contemplando las bonitas vistas. Entramos en la localidad y no mucho después volvimos a la derecha para descender hacia el lecho del embalse, lo cruzamos y salimos a la carretera, justo donde comenzaban las primeras casas de Andavías.

Atravesamos el pueblo de lado a lado y, tras abandonar las últimas casas, hicimos varios cambios de dirección y terminamos ante un pequeño túnel bajo la vía que acumulaba bastante agua.


Al salir de él nos dimos cuenta de que estábamos justo en el camino que habíamos transitado el Domingo anterior, que viene desde el Viaducto Martín Gil en paralelo a la vía. Pero apenas lo pisamos porque continuamos por otro que salía a un lado. 

De nuevo realizamos varios cambios de dirección para finalmente pasar por encima de las vías del AVE. 


Tras volver a tierra firme rodamos por una larga recta que nos llevó hasta Roales. Tras transitar por alguna de sus calles cruzamos la N 630 y continuamos recto, si bien poco después giramos para dirigirnos a Valcabado, localidad a la que llegamos enseguida. 

Allí cogimos una de las calles que salen a la derecha y, casi en línea recta, terminamos llegando a las últimas casas del Barrio de La Villarina, de Zamora.


Volvimos a girar a la derecha y salimos a una de las rotondas de Cardenal Cisneros. Descendimos en paralelo a esta vía y tras algún "intríngulis" terminamos en el Centro Comercial Valderaduey. Y ya estando allí decidimos saciar nuestra sed en el bar Tramontana. Con fuerzas renovadas cada mochuelo se fue hacia su olivo, eso sí, algunos dando algo de rodeo y volviendo a la entrada de Valorio para allí retomar el carril bici hasta los Tres Árboles.

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Relive 'Morning Nov 10th'

3 de noviembre de 2019

Improvisando por el viento

La ruta que teníamos prevista para hacer hoy nos debería haber llevado a Sanzoles, pero no fue la que terminamos haciendo, y sólo hubo un culpable: el viento.

Viendo que la previsión esta mañana era de vientos de 25 km/h, con rachas de 45 km/h, previsión que es posible que se quedara corta a tenor de lo que hemos sentido en nuestras carnes; decidimos tratar de ir, bien en su contra o con él de lado, para que la vuelta fuera mejor.

Por ello fue que los seis bíkers que esta mañana acudimos a la cita habitual encaramos nuestras bicis hacia Valorio, recorriendo antes la orilla del Duero. Al llegar al puente Croix seguimos el carril bici y tras terminarse este continuamos hacia La Hiniesta siguiendo el itinerario habitual



Una vez que cruzamos la carretera que va a Roales continuamos recto, en vez de girar hacia La Hiniesta, por un camino ancho de concentración. Por cierto, a pesar de que había llovido durante la semana, sólo encontramos algunos charcos aislados.

Continuamos por ese camino unos dos kilómetros, hasta el primer ramal que encontramos que giraba a la derecha. Ascendimos suavemente por él y empezamos a rodar en paralelo a la N 630.


Y así seguimos hasta que unos kilómetros después nos encontramos con un viaducto sobre las vías del AVE. Lo bordeamos y, en vez, de cruzarlo por encima, continuamos recto.



Algunos bíkers sugirieron que mejor no ir con el viento de espalda, hacia San Cebrián como habíamos pensado sobre la marcha, porque la vuelta sería peor. Así que cuando tuvimos oportunidad de volver a la izquierda lo hicimos. Poco después cruzamos por encima la autovía (Ruta de la Plata) y en nada estábamos en la gasolinera de la entrada de Montamarta. Cruzamos la carretera y encaramos de frente, por el camino de concentración asfaltado que lleva a Andavías, con la intención de ir hacia el Vidaducto Martín Gil. Como el viento en esa dirección nos daba totalmente de frente, de nuevo voces en el pelotón recomendaron ir hacia Montamarta, y así lo hicimos. Sólo que en vez de ir directos, fuimos primero hasta la ermita, vista por todos cientos de veces, pero junto a la que nunca ninguno de nosotros había estado.


Una vez que ascendimos hasta ella encontramos un banco totalmente protegido del molestísimo viento y allí nos sentamos a comer algo antes de emprender el regreso.



Tras esos minutos de relax, descendimos el camino hacia la carretera, cruzamos el puente y recorrimos algunas calles de Montamarta. Al llegar de nuevo al camino asfaltado que va a Andavías, lo cogimos para ir hacia la vía, para así seguir en paralelo a esta hasta prácticamente La Hiniesta. Los más de tres kilómetros que rodamos por él tuvimos que soportar un viento fortísimo de cara. Fuimos haciendo abanicos y luchando contra él como pudimos y sentimos un enorme placer cuando, al llegar junto a la vía, giramos a la izquierda y dejamos de sentir el viento de cara y el molestísimo zumbido que produce en los oídos.




Paramos a agruparnos y al llegar el que venía unos metros más atrás nos comunicó que el sexto, harto de viento en contra, giró cuando pudo en dirección a Roales. Los cinco restantes encaramos el camino y, aunque al principio el viento nos dio casi de espalda, enseguida empezamos a notar de nuevo sus zarpazos, pero ya menos leves que cuando lo padecíamos frontalmente.


Los kilómetros avanzaron rápidamente, a pesar de los sube y bajas continuos de ese trayecto. Al terminar este volvimos a la izquierda y tras una recta, giramos a la derecha, para enlazar con el camino que nos llevó hasta La Hiniesta de nuevo.

Desde esa localidad desandamos el camino que habíamos hecho a la ida recorriendo de nuevo Valorio, de punta a punta, la margen derecha del Duero y terminando, casualmente, en Cambalache, para tratar de recuperar los líquidos perdidos contra el viento a la salud de un bíker que recientemente cumplió años.




Así dimos por concluida esta etapa que, pretendiendo ir a Sanzoles, iba a ir San Cebrián, aunque más tarde pretendía llegar al Viaducto y terminó en la ermita de Montamarta, y todo porque tuvimos que improvisar por el viento...



28 de octubre de 2019

Evolución

Todo cambia, todo evoluciona y Bikers Duri también lo hace, pero sólo en su apariencia, seguimos siendo los mismos, nos sigue uniendo la misma afición y seguiremos recorriendo los caminos para disfrutar de nuestra amistad y de la naturaleza.



Nuestro logo ha evolucionado. Desde hace más de 5 años manteníamos la misma imagen, si bien en alguna ocasión ha variado el colorido; sin embargo ahora ha cambiado casi por completo aunque, como podéis ver la esencia es la misma.

El cambio más significativo es la figura del bíker. Aunque el originario era un ciclista con su bicicleta de montaña, a más de uno le parecía un motorista sobre su moto de cross. Ahora claramente es un ciclista de mountain bike. Lo demás son pequeños retoques.

Esperamos que os guste.

27 de octubre de 2019

Al Molino de La Viñuela

Hoy se celebraba la marcha Titán Matacucos y uno de los bíkers se había apuntado. Como no nos gusta dejar a nadie solo le dijimos que no fuera y él contestó que no iría siempre que la alternativa fuera una buena ruta. Y así lo intentamos.

Esa "buena ruta" ya la habíamos hecho casi igual algunos de los siete bíkers que hoy nos dimos cita en el lugar habitual, pero aún así merecía la pena. Eso sí, finalmente fuimos seis porque el séptimo tenía un problema con el mando del cambio y no fuimos capaces de solucionarlo.

Dejamos atrás Zamora cruzando el Puente de Piedra, recorriendo San Frontis y tomando el GR-14 tras cruzar la carretera de Bermillo. Los primeros kilómetros los hicimos con frío. Las previsiones eran de una mañana de temperatura agradable, en la que haría casi calor al filo del mediodía, y no nos abrigamos; y la realidad fue que el sol no salió y eso provocó que no entráramos en calor.


Y no lo hicimos hasta poco antes de llegar a Tardobispo, y no porque subieran las temperaturas, sino porque hubo que subir unas ligeras pendientes. Tras pasar esta localidad continuamos por el trazado del GR-14 hasta La Pueblica sin más novedades que alguna zona con barro. Aún así, menos de lo que esperábamos con toda la lluvía caída durante la semana.


Tras pasar esas zonas de barro, llegamos al conocido como Puente Potato, que cruza la ribera del Campeán y que era parte del camino tradicional que unía Zamora con Ledesma. Lo cruzamos y seguimos adelante hacia Pereruela.



Cuando llegamos junto a la carretera, en vez de seguir el camino habitual que va a la izquierda de esta, decidimos aventurarnos por uno de reciente factura que, como imaginábamos, también nos llevó hasta Pereruela. Allí volvimos al GR-14 y no lo abandonamos hasta las proximidades del Puente de Las Urrietas.


Antes de cruzar dicho puente giramos a la derecha y seguimos rodando por otro nuevo camino, abierto sobre otro más estrecho existente, que ya no abandonamos hasta nuestro destino, si bien en un momento dado se termina el nuevo y continúa el viejo trazado. 

Sin duda ahí empieza lo más bonito de la ruta, un descenso en el que se empieza a divisar el Duero, en su lento transcurrir hacia Portugal, y donde empieza a estar encajonado, preludio de Los Arribes.


Unos cientos de metros más adelante no pudimos por menos que pararnos a admirar el paisaje que, sin duda, y a pesar de la falta de sol, nos pareció impresionante.


Desde allí ya divisábamos nuestro destino, el molino que unos llaman La Central y otros de la Viñuela. En cualquier caso, un bonito molino caracterizado por tener forma de barco. Tras la pequeña parada volvimos a las bicis y el camino parecía llevarnos en sentido contrario al molino, si bien poco después realiza un giro de casi 180º, que nos enfiló de nuevo hacia él.


En el último tramo el camino se convierte en una senda muy bonita, rodeada de escobas y vegetación baja. Al llegar a las cercanías del molino paramos y aprovechamos para admirar el paisaje y para retomar fuerzas comiendo algún tentempié.


Justo cuando íbamos a abandonar el lugar el sol quiso hacernos un guiño, iluminándolo todo y brindándonos así una vista totalmente diferente.


Tras la parada nos enfrentamos a la larga y empinada cuesta que teníamos que ascender. Poco a poco y cada uno a su ritmo lo fuimos logrando.


Después de pasar de nuevo junto al puente de las Urrietas volvimos a pisar el GR-14 con dirección a Pereruela, pero enseguida cogimos otro nuevo camino que salía a nuestra izquierda. Tal y como esperábamos no mucho después giraba a la derecha y terminó por sacarnos de nuevo al GR-14, en las proximidades de Pereruela.

Tras atravesar de nuevo esta localidad continuamos hacia San Román, primero, de nuevo por un camino recién arreglado, y más tarde por una pradera, conocida como la del Terror, porque suele acumular agua, aunque hoy no era el caso.


No tardamos mucho en llegar a las proximidades de San Román, donde volvió a haber camino. Descendimos hacia la parte baja del pueblo, aunque enseguida hubo que ascender por sus empinadas calles.



Y el ascenso continuó también después del pueblo, en esta ocasión por la carretera, hasta que al llegar a la parte más alta nos desviamos para coger el camino que lleva a La Carva. No tardamos mucho en empezar a descender, y lo hicimos prudentemente porque las últimas veces que habíamos pasado por allí el firme estaba en muy mal estado. Pero las lluvias han afianzado el terreno y estaba mejor de lo esperado. Además las vistas durante la bajada eran magníficas, al estar toda la ribera del Duero repleta de los colores del otoño.


Desde allí, rodamos en paralelo al río y proseguimos hacia Carrascal, y eso incluye un par de subidas que ya empezaban a pesar en las piernas.


No llegamos a entrar en esa localidad, en realidad la dejamos a un lado. Seguimos rodando, con Zamora ya a la vista, y salvando los pequeños sube y bajas que fuimos encontrando. En un momento dado, ya cerca de la capital, viramos a la izquierda para seguir por una vía de cemento que, tras un ascenso y un descenso nos dejó muy cerca del puente de los Poetas.

Lo cruzamos porque queríamos ir a lavar las bicis, y continuamos hacia el Centro Comercial Valderaduey, donde pudimos quitar los pegotes de barro que traíamos por todos lados. Tras el lavado nos volvimos a montar en las bicis para ir a tomar algo que nos hidratase, y qué mejor que unas cañas...

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Relive 'Morning Oct 27th'