2 de febrero de 2020

Conociendo el viaducto del AVE

Hace ya tiempo que se terminó el Viaducto del Ave sobre el embalse del Esla, a la altura del Puente La Estrella, pero no habíamos tenido ocasión de conocerlo. Hoy llegó el momento.

La cita tuvo mucho quorum ya que fuimos siete los que acudimos y, además, todos vestidos iguales, formando un auténtico equipo. Partimos del lugar habitual y, cruzando la ciudad, nos dirigimos a la pasarela sobre las vías que hay junto a la Estación.



Después de cruzarla continuamos por la carretera de Villalpando hasta que cogimos el desvío que nos llevó al barrio de Las Llamas, un submundo que no todos los zamoranos conocen. Continuamos, ya por camino, con dirección a Monfarracinos.


Al llegar a la autovía estuvimos torpes y dimos un buen rodeo para pasar por debajo de ella, porque no vimos el paso (que habíamos atravesado alguna vez) que evita ese rodeo.

En esta zona tuvimos ocasión de nombrar caballero a uno de los nuestros y con la lanza en ristre rodó algunos kilómetros, hasta que se le metió entre los radios y casi la lía ;)


No tardamos en llegar a la entrada de Monfarracinos, cruzamos la carretera y seguimos de frente por el camino asfaltado que une esta localidad con Cubillos.

Llegamos a este pueblo de la comarca del Pan, pasamos por varias de sus calles y salimos de él con dirección norte, enfilando poco después una enorme, y casi totalmente, recta de más de 10 km que nos llevó hasta las proximidades de Montamarta.


Entremedias zonas con más o menos barro, caminos anchos y de buen firme, cuando la humedad se había drenado, que permitían rodar rápido, si bien la tendencia era ascendente.


Esa ligera subida, unido al freno que supone ir pisando suelo embarrado, poco a poco iba cargando nuestras piernas, aunque en ese momento aún no lo notáramos.


A pesar de todo el momento permitía ir hablando de todo y contemplar el campo, que a estas alturas empieza a estar como a nosotros nos gusta, empezando a llenarse de esplendor.



Poco antes de llegar a la altura de Montamarta nos encontramos algunas zonas sin sembrar con un colorido particular.


La autovía nos separaba de esa localidad, pero nosotros continuamos casi en paralelo a esa carretera con dirección al cruce donde se desdobla la N-631. Antes de llegar a esa zona tuvimos que atravesar una pequeña zona boscosa con un camino sinuoso que nos llevó hasta prácticamente la rotonda donde se separan ambas carreteras.

Llegamos a dicha rotonda y continuamos por carretera, porque no había más alternativas, para llegar a la zona del Puente La Estrella. Fueron unos 2 km en los que procuramos ir alineados y sin huecos para molestar lo menos posible a los conductores y para evitar peligros.


Nada más trazar la famosa curva de casi 180º nos desviamos por el camino que sale a la izquierda y que nos sumergió en un bosque de encinas y matorral bajo, sólo roto por el propio camino.


Este desciende hasta el mismo embalse, justo donde se encuentra el antiguo puente sobre el cauce del río Esla, que se deja ver cuando el nivel de las aguas está bajo. Hoy no se veía asomo de él, aunque faltaba algún metro para llegar a la altura máxima de las aguas.


Aprovechamos que paramos para ver el embalse para comer algo. Llevábamos ya 30 km sobre las piernas y convenía ayudar al cuerpo a producir energía.


Tras los breves minutos de la parada iniciamos la marcha por un camino paralelo al embalse, rodeado de jaras, que abandonamos poco después para coger otro a noventa grados y que iba pasando por las parcelas de lo que trató de ser una urbanización y que se quedó "compuesta", con aceras, alumbrado, electrificación y saneamiento; "y sin novio".


Justo antes de llegar a la calle principal de dicha urbanización había una subida de las que quitan el hipo, adornada con canto rodado de escaso agarre.


Después de rodar unos cientos de metros por esa calle principal nos desviamos a la izquierda para continuar por otro camino. Poco más tarde giramos casi 180º a la derecha y continuamos un sendero sinuoso, descendente y muy bonito, que atravesaba una zona de jaras y encinas.


Al llegar al final del mismo nos encontramos de frente con las vallas y las vías del AVE y a un lado con el viaducto que queríamos ver. Nos acercamos a él para verlo con calma y hacernos una foto de grupo.



Ascendimos de nuevo hasta el punto donde había desembocado el camino que traíamos y continuamos en paralelo a la valla que protege las vías del tren de alta velocidad. Realmente íbamos rodando por un pequeño sendero, pero fue suficiente para llegar hasta un paso subterráneo que nos permitió cruzar al otro lado y seguir ya por un buen camino también en paralelo a las vías.



En esa zona nos volvimos a encontrar con el embalse, rodando con él a nuestra derecha. Tras algún sube y baja, y después de dejar otro paso subterráneo a nuestra derecha, giramos noventa grados para empezar a ascender por otro espacio de bosque bastante cerrado. Aquí es posible que dentro de poco haya una puerta porque vimos mucho material para vallar la finca. El ascenso nos llevó hasta las viviendas de esta dehesa.

En esta zona cogimos un camino equivocado que nos llevó hasta una antena repetidora tras la que no había camino de salida. Dimos media vuelta y volvimos al track. El error nos supuso unos quinientos metros de rodeo, así que no fue muy grave.

Seguimos rodando por zonas sembradas, con encinas dispersas, y hasta el sol quiso asomarse y acompañarnos, para contribuir a que esa zona nos pareciera más bonita aún.




Rodamos rodeando esos campos sembrados hasta que terminamos saliendo a otro camino, este ya en toda regla, si bien lo abandonamos poco después para volver a la derecha y meternos en una larga recta de un camino de concentración.


Una vez superada la recta y después de algunos cambios de dirección, adornados con algún que otro sube y baja, terminamos llegando a una cuesta abajo que nos dejó justo a la entrada del puente de Montamarta.

Cruzamos este, dándonos cuenta en ese instante de que podíamos haber cruzado por el lecho de la cola del embalse, ya que en la actualidad no llegan las aguas a esa zona.


Atravesamos algunas calles de esta localidad, dando un pequeño rodeo para pasar junto a la coqueta plaza donde se encuentra la iglesia y el personaje más popular del pueblo, El Zangarrón.


Salimos de Montamarta por el camino de concentración que ya está harto de sentir que transitamos por él y que lleva, tras unos once kilómetros, y sin apenas cambiar de dirección, hasta Roales.

Hoy ese tramo se nos hizo particularmente duro, porque, aunque había poco viento, el poco que había nos daba totalmente de frente y eso, unido al haber rodado continuamente sobre barro, los kilómetros que llevábamos sobre las piernas, y las subidas que adornan el recorrido; hizo que se nos hiciera largo.



Sentimos cierto alivio cuando, tras superar la última subida, conseguimos ver a nuestros pies la localidad de Roales.



Descendimos hasta ella, la atravesamos y continuamos por la vía alternativa que hay junto a la carretera desdoblada y que permite ir en todo momento en paralelo a ella y, además, descendiendo.

Tardamos muy poco en llegar a la entrada de Zamora. Descendimos por Cardenal Cisneros. Los tres que íbamos como punta de lanza paramos en la zona comercial Valderaduey a lavar las bicis, y los otro cuatro fueron directamente al bar Tramontana a recuperar líquidos. Allí nos encontramos poco después, en cuanto quitamos el barro. Y, tras comentar la jugada y hacer planes de futuro, cada mochuelo se fue a su olivo.


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