2 de mayo de 2020

¡Rutas históricas!

En circunstancias normales las rutas de ayer y de hoy serían unas ruta sin historia, sin embargo, habiéndose producido en las condiciones que lo han hecho las podemos calificar como históricas.

Ningún aficionado a la bici de los que han podido salir desde ayer a rodar por el municipio de la capital había vivido una pandemia, al menos aquí. Ni ninguno había sufrido un confinamiento impuesto por un Gobierno para evitar males mayores, ni a ninguno nos habían prohibido jamás salir en bici cuando y por donde quisiéramos (salvo las imposiciones domésticas jeje).

Todo eso hace que el haber podido salir desde ayer a rodar por los caminos sea un hecho histórico, a pesar de que es con un horario impuesto, con un perímetro limitado, de modo individual y separándose de cualquier otro 20 m mínimo... Ayer y hoy, todos los que hemos salido, no sólo a montar en bici, sino a caminar, a correr, a realizar cualquier deporte; hemos hecho historia, porque llevábamos sin hacerlo casi dos meses y porque este paso es el primer indicador de que estamos empezando a vencer batallas. Y esta guerra la tenemos que ganar.




Ruta del 2 de mayo de 2020

El 8 de marzo fue la fecha en la que habíamos hecho nuestra última ruta, así que hoy, cuando un poco antes de las 8 h. pisé la calle con mi bici en la mano sentí que poquito a poco, con pasos muy pequeños, empezábamos a caminar hacia la normalidad y que este era el primer paso.

Aunque tenía tres rutas en mi GPS que en ningún momento salían del Municipio de Zamora, al final fue la improvisación la guío mi camino, pero siempre dentro de esos límites impuestos.

Para no perder la costumbre salí de la Ciudad Deportiva, me dirigí hacia la Avenida del Mengue para después tomar la carretera de Alcañices hasta el aparcamiento de autocaravanas que estaba vacío, claro. Desde allí me introduje en Valorio donde enseguida enfilé esa cuesta que sube hacia la N-122 y que siempre, al pillarme frío, me cuesta más de lo debido.

Ya a la altura del barrio de San Isidro me puse en paralelo a la carretera, si bien ese camino se va separando de ella para terminar convirtiéndose en una enorme recta con varios sube y bajas encadenados.

Se extrañaba el campo, dos meses sin verlo, con todo lo que ha llovido y con temperaturas agradables, han hecho que la frondosidad se extienda por todas partes. Una pena que la luz del día no acompañara para su total lucimiento.


Cuando el cuentakilómetros marcaba sobre 10 km giré a la izquierda por otro camino tan bueno como el anterior que me condujo a uno más estrecho e, inesperadamente, con bastante barro en algunos tramos, que me llevaría hasta las proximidades de la gasolinera de la N-122.

Tras hacer las dos rotondas, bordeé la carretera y tomé el camino que, tras hacer un ángulo recto algo más adelante, me llevaría hasta la carretera de Almaraz. En la intersección se me ocurrió que podía descender la cuesta abajo que se inicia en ese punto y que tiene 3 km de distancia, para después subirla y que ayudara a coger de nuevo la forma. Así lo hice, y qué bien se bajaba... A pesar de la velocidad me dio tiempo a contemplar lo espléndidas que lucían las dos dehesas entre las que discurre la carretera.



Di la vuelta al llegar a la vaguada donde termina la bajada y comienza una ligera subida hacia Los Infiernos. Saber lo que tienes por delante ayuda a afrontar mejor cada momento, y sabiendo que esperaba una subida larga, de 3 km, era cuestión de dosificarse, pero sin tregua.

Al coronar giré a la derecha para seguir por camino hacia la zona de Los Pisones. Al principio lo hice bien y seguí la dirección correcta, después, tras un giro de casi 180º también continuaba bien, pero comencé a coger velocidad en una ligera pendiente y tanto me emocioné que me pasé el desvío que tenía que haber cogido. Cuando me di cuenta ya no tenía remedio, así que continué recto atravesando una parte importante de Valdelaloba y terminé saliendo de nuevo a la carretera. Ya seguí por ella, primero con un pequeño ascenso para continuar después por la larga bajada que termina cerca de la Depuradora de Zamora.

Pero al llegar al camino de Los Pisones me entró la tentación de ir a la playa Los Yeyés, y así lo hice, rodé por el camino los, aproximadamente, 2 km que me separaban de ella y llegué en un suspiro. En muchas zonas, a los lados del camino, era impresionante ver la cantidad de amapolas, margaritas y todo tipo de flores que se agolpaban como queriendo todas hacerse ver un poco más que el resto.



En la playa Los Yeyés hice una pequeña paradita para contemplar el paisaje y hacer unas fotos. Cuando me quise dar cuenta eran las 9.45 y a las 10.00 había que estar en casa, así que no me quedó otra que rodar rápido hacia Zamora.



Como la hora de retirada era para todos la misma, al llegar de nuevo a la carretera empecé a ver bastantes ciclistas por delante de mí, todos en fila, todos respetando la distancia de seguridad, y todos dispuestos a llegar a su hogar antes de la hora ordenada.

Hoy ha sido el primer paso, pero poco a poco iremos ganando al Coronavirus todo el terreno que nos ha usurpado, y en unos meses empezaremos a recordar todo esto como una pesadilla, eso si, de la que hemos aprendido mucho, sobre todo a valorar todo lo cotidiano a lo que no dábamos ninguna importancia..., hasta que nos faltó.


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Ruta del 3 de mayo de 2020

Eran tantas las ganas que había de volver a salir en bici que no importó haber salido ya ayer, y hoy unos minutos antes de las 8 estábamos en la calle de nuevo mi bici y yo.

Lo primero que noté fue un molesto dolor de posaderas nada más volverme a sentar en el sillín, toca volverse a acostumbrar otra vez... 

Como ayer la salida había sido hacia el oeste, hoy decidí que hacia el lado opuesto, hacia el este. Para evitar las posibles aglomeraciones en vez de comenzar a rodar por el carril bici que va pegado al río, lo hice por el que va por la carretera de la Aldehuela. Al llegar al puente sobre el Valderaduey crucé la carretera y continué por Villagodio, siguiendo el camino habitual para ir a Coreses. Tras unos 3 km por esa pista totalmente recta, y antes de salir del término de Zamora, giré a la izquierda para comenzar una ascensión que terminó en un puente que cruza por encima la autovía. Tras él de nuevo otro ascenso tras el que giré a la derecha y encaré otra recta, en la que se encuentra las pistas de Aeromodelismo. Aunque pensé que haber salido ayer no había dejado huella, tras esos ascensos comprendí que me costaba subir más que el día anterior.

Después de continuar por esa recta cambié de sentido, hacia la izquierda, y seguí por otra pista en la que se encuentra, a un lado, una enorme balsa de agua para los riegos de la zona. Unos cientos de metros más adelante me enfrenté, antes de empezar un descenso, con una buena panorámica de la zona, aunque la cuenta llamaba aún más la atención.



Nada más comenzar a descender, y ya sin el sol de frente, pude contemplar el magnífico estado de los cereales, ajenos a la pandemia y alimentados por las temperaturas suaves y las lluvias primaverales.



Más o menos a mitad del descenso giré noventa grados a la izquierda, tuve que volver a subir para luego llegar a un punto desde donde había mejores vistas aún que desde el anterior.


Al fondo Monfarracinos, fuera ya del municipio de Zamora. Había estudiado el mapa antes de salir y era imposible, salvo que volviera a Zamora, no salirse algo de los terrenos municipales para tratar de ir hacia el oeste, que es donde el municipio tiene más terreno. Así que seguí dirección Monfarracinos pero antes de llegar a la localidad cambié de dirección para evitarlo. Finalmente crucé la carretera de Villalpando y continué por el camino asfaltado que va a Cubillos. Pasé cerca de alguna casa alejada del núcleo de población y enseguida volví a cambiar de dirección, hacia la izquierda, para seguir por una serie de caminos, muchos de los cuales van entre pequeñas fincas de recreo, que terminaron por llevarme hasta la rotonda que hay en la N-630, como 1 km antes de Roales. 

Tampoco esta zona era municipio de Zamora, pero debido a la doble vía que une esta y Roales es imposible no salirse porque dicha carretera no se puede cruzar hasta esa rotonda, es como si hubiera una muralla infranqueable.

Justo antes de la rotonda cogí los túneles que permiten a peatones y ciclistas pasar por debajo, seguí por el camino dirección al pueblo, pero antes de entrar al mismo giré a la izquierda para comenzar un pequeño descenso que conduce a la carretera de La Hiniesta, pero antes de culminarlo me desvié a la derecha para seguir avanzando, de nuevo subiendo, si bien a media subida me enfrenté a un nuevo giro, ahora a la izquierda, que ya me llevó simplemente dejándome caer hasta la carretera de La Hiniesta. 

La crucé y continúe recto unos 2 km en los que, en un momento dado, crucé por encima las vías del AVE. Este camino desemboca en otro, que tomé hacia la izquierda y enfilando así hacia la N-122. Terminé en las rotondas donde había estado ayer, junto a la gasolinera, las hice y proseguí por el mismo camio que lo hice el día anterior, es decir, hacia la carretera de Almaraz, de la que distaba algo menos de 2 km.

Llegada a esta miré la hora y ya era imposible seguir el track para llegar a las 10.00, así que me incorporé a la carretera y continué por ella hasta Zamora. En el tramo había muchos ciclistas, como ayer, todos respetando la distancia de seguridad y apurando la hora, pero regresando a tiempo para no infringir lo ordenador por las autoridades.


Al llegar a Zamora seguí por Trascastillo y notaba mis piernas cansadas, sin duda la inactividad de estos casi dos meses y la salida de ayer estaban pasando factura. Pero... como sarna con gusto, no pica...


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