20 de junio de 2021

Sin pena ni gloria...

La frustración suele aparecer tras una ilusión no cumplida. Hoy hemos sufrido cierta frustración porque íbamos a realizar una ruta larga que nos iba a llevar hasta un lugar en el que nunca habíamos estado, el mirador del Esla Castil de la Cabra. En su lugar, debido a la lluvia, hemos hecho una sin pena ni gloria.


La previsión meteorológica para hoy parecía estar hecha a mala idea. La única franja horaria a la que iba a llover, no solo el Domingo, sino a lo largo de toda la semana, era desde las 7.00 a las 13.00 h. Es decir, comenzaría un poco antes de que iniciáramos nuestra ruta y terminaría cuando nosotros, previsiblemente, la termináramos. No sabemos quién está detrás del tiempo, pero está claro que lo hizo adrede.

Lo que no sabía era que hay algunos que somos tozudos y salimos con la bici, aunque haga bueno... :)
Habíamos quedado a las 8.30 para hacer con soltura los 65 km previstos entre ir y venir al mirador Castil de la Cabra, en el término de Muelas del Pan. En cuanto nos levantamos empezaron a sonar las alarmas en forma de mensajes de Whatsapp. "Está empezando a llover", "¿Qué hacemos?", "Por aquí jarrea"... Finalmente decidimos ver qué ocurría a las 8.45 y volver a hablar. 

A esa hora seguía lloviendo, algunos ya decidieron que la mejor opción era volver a la cama, otros hablaban de aplazarlo para más tarde y, finalmente, quedamos en vernos a las 9.00 en el bar CD, para tomar un café y ver qué decidíamos en función de los acontecimientos. A la cita ya solo acudimos tres.

Algo después casi paró de llover, solo se mantenía un "chirimiri" que no impedía salir con la bici, así que decidimos, al menos, ir a rodar un rato. Pero lo peor no era esa lluvia fina, sino el viento, fuerte y frío. Tanto que alguno tuvo que ir a cambiarse porque con manga corta y manguitos, se estaba quedando helado.

Finalmente sobre las 10 echamos a rodar nuestras ruedas. Callejeando por la ciudad fuimos hasta San Martín y desde este parque a Valorio. Recorrimos el bosque de lado a lado y al llegar al Puente Croix continuamos por el carril bici. Terminado este seguimos la antigua carretera de La Hiniesta, pasamos por Valderrey. Salimos unos metros a la actual carretera que va a esta localidad. Por esta zona el viento ya no encontraba nada que le impidiera el paso y se cebaba con nosotros.

Continuamos hacia La Hiniesta por el camino habitual y, al rodar por tierra, ya empezamos a notar cómo el barro empezaba a salpicarnos. No había grandes charcos pero la tierra estaba tan húmeda que costaba hacer rodar las ruedas.

Al llegar a La Hiniesta no entramos por sus calles sino que continuamos por el camino que deja la localidad a un lado, a nuestra izquierda. Y continuamos por él. Poco después giramos a la izquierda y enseguida a la derecha para seguir ya sin cambiar en ningún momento de dirección durante unos siete kilómetros.

Los paisajes que fuimos viendo en ese tramo eran estos y similares. 



Este tramo realizado tiene la particularidad de que, desde que se sale de Zamora, va ascendiendo, ligeramente, pero sin descanso. Nosotros además lo hicimos a muy buen ritmo así que tardamos poco en hacerlo.

Eso sí, nos íbamos poniendo como "cirineos". En cuanto te ponías detrás de alguien, este te regalaba salpicaduras en las manos, en la bici, en la ropa, en la cara... Pero viendo su espalda uno pensaba, no es nada lo que me salpica comparado con lo que lleva él encima... Es decir, si te ponías detrás, mal, pero si ibas solo, mal también, porque las salpicaduras propias se iban pegando a la espalda.

Cuando cambiamos de dirección, tras los siete kilómetros del tramo anterior, lo hicimos girando noventa grados a la derecha. Continuamos como un kilómetro por el nuevo camino y volvimos a girar otros noventa grados a la derecha. 

Como íbamos en dirección contraria al camino de ida, este debería haber tenido cierta inclinación negativa, y la tendrá seguramente, pero no nos dimos cuenta, todo lo contrario, parecía que iba alguien tratando de impedir que las bicis avanzaran. Como ya imaginas ese "alguien" era el viento. Además tenía atributos, fuerte y frío.

Tuvimos que bordear dos viaductos del AVE y eso nos debió trastocar algo nuestro sentido de la orientación porque creíamos estar alejándonos hacia la izquierda. Tal es así que, en un momento dado, vimos algunas edificaciones y fuimos hacia ellas pensando que era ya Roales. Al acercarnos más y ver la iglesia en un alto nos dimos cuenta de que era La Hiniesta.

Volvimos a pasar por un lado de esta localidad, porque ya estábamos pisando el mismo camino de la ida, y siguiendo esta misma trayectoria llegamos hasta el Puente Croix. Nada más pasarlo giramos a la izquierda para ascender por la pequeña montaña que es recorrida por un camino serpenteante. Al llegar arriba iniciamos el tramo técnico, que tanto nos gusta, que recorre el alto de Valorio.



Terminamos en San José Obrero. Estando allí se nos ocurrió mostrar al autodenominado "Lobo" de nuestro equipo a su homónimo pintado sobre un muro de una vivienda de San Lázaro, en la calle La Estrella, en concreto.


Desde allí decidimos ya ir a una gasolinera a lavar las bicis, porque algo de falta tenían... Aprovechamos también el chorro de la manguera para limpiar nuestras zapatillas, nuestras espaldas, la mochila...  El resto ya lo dejamos para la ducha y la lavadora.


Desde el lavadero fuimos ya para casa, aunque antes hubo que cumplir con el trámite de tomar una caña porque el barro y la cerveza no están reñidos.


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