24 de marzo de 2024

Urueña, la Santa Espina y los Montes Torozos

Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer una ruta por la zona de Urueña que habíamos visto en Wikiloc. Nos pareció que, según está el campo en estos días, podía ser un buen momento para hacerla. Ahora podemos decir que acertamos porque ha sido un recorrido muy variado, bonito y con las tierras en su máximo esplendor.

De entrada el grupo iba a estar diezmado y solo íbamos a ser cinco bikers los que íbamos a protagonizar esta ruta, pero en el último momento se nos cayó uno de la convocatoria por un dolor de hombro que arrastra desde que el Domingo pasado sufriera una caída durante la ruta. Así que, finalmente, fuimos cuatro los que a las 8.45 h nos vimos junto al bar CD para cargar las bicis y salir unos minutos más tarde hacia Urueña (Valladolid).

Al llegar a esta bonita localidad aparcamos, descargamos y nos preparamos para partir cuanto antes. A las 9,50 h. iniciábamos la ruta. Inicialmente íbamos a hacer el mismo recorrido que habíamos visto en Wikiloc (https://es.wikiloc.com/rutas-mountain-bike/4-16-uruena-16-074048-split-17339429), pero había algún tramo que no nos gustaba, no pasaba por la ermita y tenía mucha carretera, así que, finalmente, basándonos en esa hicimos uno a nuestro gusto.


Al salir lo primero que hicimos fue un pequeño recorrido por las calles de esta localidad. Una de estas nos llevó hasta una de las entradas de la muralla desde donde había una vista impresionante de los campos circundantes.


Pasamos también por la Plaza Mayor, y terminamos saliendo por otra de las puertas de la muralla. Nuestra primera intención era ir hacia la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada.


Descendimos por un camino y, a mitad de la bajada, nos desviamos hacia la derecha para seguir por un senderito por el que terminamos de descender de la meseta en la que se encuentra Urueña. Desde allí la panorámica del pueblo es preciosa.
 

El caminito nos llevó junto a una pared de piedra y, finalmente, llegamos a la preciosa ermita románica, parada obligada si se está por la zona.


Esta pequeña iglesia corresponde al primer románico con ornamentación lombarda, que se extendió por Cataluña y Aragón. Eso la hace tan original, ya que es la única de estas características propias del románico catalán que se encuentra en Castilla y León. Se cree que pudo ser por el intercambio de población que hubo entre gentes de esta zona y del Condado de Urgel a raíz de la boda de la hija del conde Pedro Ansúrez y Armengol V, de dicho condado de Urgel. 


Pudimos contemplarla bien porque uno de los bikers se paró para comprobar por qué la rueda de atrás iba frenada y tardamos en tratar de reparar la avería no menos de 20 minutos. En realidad no pudimos solucionarla porque habríamos necesitado unas pastillas nuevas, así que continuó con ese pequeño roce todo el camino.

Después del parón abandonamos la zona de la ermita, salimos a la carretera girando hacia la izquierda, nos mantuvimos en ella unos quinientos metros y nos desviamos hacia la derecha para enfilar un buen camino. A esas alturas la sensación térmica era menor de la esperada a consecuencia de un fuerte viento que nos daba de frente. Costaba más de lo habitual mover la bici y hablar era impensable porque el ruido que provocaba el viento en nuestros oídos impedía escuchar nada.


Tuvimos que ascender a lo largo de un kilómetro y medio. Era una subida llevadera, pero al estar "adornada" por el viento ya no lo era tanto. Terminada la subida comenzamos a rodar por una meseta a lo largo de unos cuatro kilómetros. En esa zona, al estar más elevada, el viento soplaba más aún y eso provocaba que rodáramos a menos de 20 km/h.


La llanura terminó en un descenso que nos llevó hasta unas naves que nos hicieron sospechar que estábamos junto a una población. Tras las naves llegamos a una carretera local que tomamos hacia la izquierda. 


Unos cientos de metros después entrábamos en La Santa Espina. Es un pueblo curioso porque enseguida se percibe que es de reciente construcción (viviendas iguales, calles paralelas), y es que fue construido por el Instituto Nacional de Colonización en la década de los 50. Sus habitantes vinieron de localidades cercanas en régimen de colonos.


Una vez terminado el pueblo, unos trescientos metros más allá, llegamos al Monasterio de la Santa Espina. Fue mandado construir en 1.147 por doña Sancha de Castilla, que obtuvo una espina de la corona de Jesucristo custodiada en el Monasterio de San Dionís, en Francia. 


Esa espina se conserva ahora, dentro de un relicario, en el altar de una de las capillas de la iglesia del Monasterio.


Como habíamos entrado a la zona ajardinada, dimos la vuelta a las dependencias y salimos del recinto. Unos metros más arriba pasamos por un lado de una barrera, que estaba bajada para impedir el paso de vehículos. Tras ella nos enfrentamos a un camino apenas marcado y rodeado de mucha vegetación.


Tras unos dos kilómetros, "adornados" con un pequeño ascenso, desembocamos en un camino llano y de mucha más importancia que el anterior.


En un primer tramo había encinas y carrascos a ambos lados del mismo, pero más adelante llevábamos tierras de labor a nuestra izquierda y vegetación a nuestra derecha. Bueno, y viento de frente que, como volvíamos a estar más altos, se empeñaba en hacerse notar.


Como un kilómetro y medio después giramos a la izquierda y proseguimos por la llanura otro tanto. Terminamos saliendo a una carretera, giramos a la derecha, rodamos por ella unos doscientos metros y la abandonamos para seguir hacia la izquierda. Tomamos un camino que apenas se percibía y poco después comenzamos un descenso con bastante pendiente. Al final del mismo giramos a la derecha y nos encontramos de lleno con una laguna. En realidad se trata de un pequeño embalse del río Bajoz, afluente del Duero.  Es un bonito paraje rodeado de mucha vegetación y con un camino que bordea el embalse a lo largo de algo más de 4 km. 

En su orilla hay algunos pantalanes para practicar la pesca. En uno de ellos nos metimos para hacer unas fotos.



El camino que bordea el perímetro del embalse es muy bonito, tanto para hacerlo en bici como caminando.


Una vez que concluimos toda la orilla de nuestra derecha comenzamos a bordear la opuesta. El camino de esta es tremendamente bonito porque viene a ser un eslalon continuo evitando los pinos que ocupan toda la orilla. 



Una vez que terminamos de rodear el embalse continuamos hacia la derecha por una buena pista, pero la abandonamos pronto para seguir por un camino menor marcado por dos roderas y flanqueado por, mayoritariamente, pinos.


Unos dos kilómetros después giramos noventa grados a la izquierda y comenzamos a rodar por una pradera con pequeños robles y en la que apenas había marcada una pequeña rodera que, en algunos tramos apenas se veía. Más adelante volvimos a encontrarnos con la doble rodera.


Unos cinco kilómetros después de haber realizado el giro anterior hicimos otro a la mano contraria, es decir, a la derecha y comenzamos un largo descenso por un camino ya despejado por ambos lados de vegetación, más ancho y de mayor importancia.


La bajada se prolongó durante unos cuatro kilómetros. Realmente nos llevó hasta la misma entrada de Villabrágima, pero en el trayecto pudimos disfrutar de espectaculares vistas de los Montes Torozos.



A mitad del descenso, más o menos, el camino se convirtió casi en una autopista. Más adelante nos dimos cuenta de por qué. La razón era que estaban instalando aerogeneradores por la zona, y ese era un camino de servicio, suponemos.


Finalmente entramos en Villabrágima, recorrimos varias de sus calles y llegamos a la bonita iglesia de Santa María, un enorme templo, construido entre los siglos XVI y XVIII.


A su derecha una preciosa puerta/torre, denominada la Torre del Reloj, alberga una de las entradas de la muralla .


Desde esta zona de la localidad, callejeando, nos dirigimos hacia el otro templo, la iglesia de San Ginés, también construida en el siglo XVI, y con una original torre, hoy con sus cuatro esquinas colonizadas por sendas cigüeñas.


En ese punto comenzó el regreso a Urueña. Llevábamos unos treinta kilómetros y nos quedaban por delante menos de 20, como comprobaríamos más tarde, con mucha menos "chicha" que los anteriores. Comenzamos rodando por una pista llana y en perfectas condiciones. Ayudados por el viento, y con nuestras potentes piernas :), lo hacíamos a más de 30 km/h.


Después de unos tres kilómetros de recta giramos noventa grados a la izquierda y comenzamos un ascenso de algo más de tres kilómetros. Cierto es que, sobre todo en su primera mitad, era muy llevadero. Eso sí, más adelante se incrementó algo la inclinación.



Al culminar la cuesta llegamos a una meseta por la que continuamos algo más de tres kilómetros. Estos transcurrieron entre grandes dehesas, sembradas de cereales y con algunas encinas diseminadas en su interior.


Terminado ese tramo salimos a una carretera. Nos incorporamos a ella girando noventa grados a la izquierda. Como un kilómetro después la abandonamos volviendo a la derecha para regresar a un camino.


Ese camino era, en realidad, como un atajo para evitar un ángulo recto que hacía la carretera, así que como un kilómetro más adelante regresamos al asfalto.


Ya en la carretera teníamos previsto, en un momento dado, dejarla cogiendo un desvío, pero nada más entrar en este había una cancela con un candado cerrado, así que no quedó otra que seguir por la VP-5005.

Ahí casi se terminó la historia de esta ruta porque tuvimos que recorrer unos seis kilómetros por el asfalto. Bien es verdad que tiene poquísimo tráfico. En todo el trayecto tan solo nos adelantó un coche. Después de una bajada pronunciada y la consiguiente subida ya vimos Urueña muy cerca. 


Así que pocos minutos después pasamos junto al cartel que anuncia que estamos entrando en la localidad, conjunto histórico. También está declarado uno de los pueblos más bonitos de España y, por supuesto La Villa del Libro. 


Al llegar a la localidad nos dirigimos al aparcamiento, donde teníamos nuestros coches, pero antes de cargar decidimos ir a tomar una cerveza en el Corro de San Andrés, una especie de plaza alargada, hoy muy animado al estarse celebrando las fiestas de la localidad.


Después de la cerveza en una terraza al sol, donde se estaba de maravilla, regresamos al aparcamiento, uno de los bikers regresó a Zamora y el resto cargamos las bicis, nos aseamos lo que pudimos y nos cambiamos. En ese momento llegaron dos bikers que no habían podido hacer la ruta y cuatro Galanas. Ya todos juntos nos dirigimos al restaurante Entretierras, donde teníamos encargada la comida. 

Después de la comida dimos un agradable paseo por la localidad. Finalmente nos dirigimos a los coches para desplazarnos hasta La Santa Espina, donde teníamos reservada una visita guiada al Monasterio. Esta visita fue el broche de oro a esta jornada porque el guía realizó la explicación de un modo muy interesante y entretenido. Desde allí iniciamos el regreso a Zamora, si bien antes realizamos una parada en el bar de la Santa Espina (pueblo), para beber algo que apaciguara la sed que todos teníamos.




Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

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