El Domingo de Ramos quiso vestirse de sí mismo y nos regaló una mañana primaveral y espléndida para disfrutarla, y así lo hicimos. Primero yendo por una vía inédita para nosotros hasta el famoso Pino de Gema y después bordeando el río Duero, desde cerca de Villalazán hasta después de Villaralbo.
Aunque a las 9.30 de la mañana el cielo no estaba claro, claro, el sol se encontraba ahí, dando ya una buena parte de sí mismo, es decir, ofreciéndonos una temperatura matutina bastante agradable, unos 8º, lo que nos permitió ir algo más ligeros de ropaje a los cinco que iniciamos la ruta desde el lugar de costumbre.
Cruzamos el Puente de Hierro para comenzar a alejarnos de Zamora, continuamos por la calle Salamanca hasta la entrada al Ruta de la Plata. Poco después nos desviamos ligeramente a la derecha para tomar el llamado carril bici que une Zamora y Morales. Seguimos este pero, en lugar de salir a la carretera el tramo habitual, realizamos un tramo optativo que evita pisar el asfalto, salvo para cruzar esa carretera. Tras hacerlo comenzamos el ascenso por la Cuesta Blanca hasta Morales.
Al llegar al cruce con la N-630 nos esperaba el sexto bíker, que se unió a nosotros. Cruzando el pueblo vimos aparcado un coche que, mediante un cartel, nos recordaba la época en la que estábamos. Llevaba megáfonos y sirenas, sin duda para que los más despistados miren y se den cuenta de que están en Semana Santa.
Pasada la iglesia y recorridos unas decenas de metros más, realizamos un giro a la izquierda para seguir por el Camino de Pontejos. En él pudimos disfrutar de bonitos campos de colza. Deberían estar ya de amarillo intenso, pero las heladas de la última semana han estropeado mucha flor y va a ser difícil ya verlos este año al cien por cien.
Pasamos por Pontejos de refilón y continuamos adelante sin cambiar de dirección durante no menos de dos kilómetros.
Posteriormente giramos a la izquierda noventa grados y continuamos pedaleando, aprovechando unos y otros para ir comentando las novedades de la semana recién terminada. El camino que seguíamos fue enfocando hacia la derecha y, finalmente, llegamos a una larga recta, cuesta abajo, con unas vistas impresionantes del valle al que nos dirigíamos.
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Cuando llegamos a la parte más baja giramos a la izquierda y, poco después, tras pasar un campo de colza, a la derecha, iniciando así otra pequeña bajada con final incierto, porque abajo el camino giraba y la vegetación no dejaba ver más.
Tras el giro había sorpresa, un pequeño arroyo llamado de Ariballos. Ante él hubo dudas, pero finalmente el primero optó por cruzarlo y le siguieron otros tres. Los más prudentes pasaron con la bici en la mano por un lateral.
Al salir del arroyo nos esperaba una cuesta que nos llevó hasta las primeras edificaciones de Gema del Vino.
Recorrimos un par de calles del pueblo, pasamos cerca de la iglesia, y después de sobrepasar otra calle que conducía a esa, giramos a la derecha y continuamos por otra calle que nos sacó del pueblo. El camino por el que continuamos se iniciaba subiendo y así continuaría durante algo más de un kilómetro. Menos mal que la subida era con vistas, porque bastaba mirar a un lado o a otro para contemplar bonitos paisajes, y eso la hacía menos dura.
Tras culminar el ascenso cualquiera adivina que fue seguido de una bajada, pero a continuación apareció otra cuesta más, eso sí, no tan larga como la anterior. Este recorrido que estábamos siguiendo era inédito para todos nosotros y responde a un tercer modo de llegar hasta el Pino de Gema, de ahí que en el título hayamos puesto 3.0. Le tenemos que dar las gracias a "Tesoman" porque en el recorrido de hoy nos apropiamos de algunos tramos de una de sus rutas subidas a Wikiloc, y este era uno de ellos.
Comenzamos ya a ver a lo lejos el famoso Pino de Gema. Después de realizar un par de giros, el último a la izquierda, nos sumergimos en una zona totalmente distinta a la que traíamos hasta entonces, una especie de bosque de encinas y carrascos. Siguiendo por el sendero, finalmente, llegamos al pino.
Paramos unos minutos allí, pocos, porque casi nadie tenía necesidad de comer aún ya que llevábamos 21 km de recorrido y no era ni la mitad del total.
Enseguida volvimos a rodar de nuevo. Dejamos el pino a nuestra izquierda y continuamos por el mismo camino que nos había llevado hasta allí. Unos cientos de metros después la vegetación nos permitió disfrutar de unas buenas panorámicas de la zona.
Fue necesario hacer una parada para poder disfrutarlas con calma, merecía la pena.
El punto fuerte de la ruta estaba a punto de comenzar... Pedaleamos de nuevo, el camino se fue transformando y terminó siendo una pequeña senda que bordeaba una loma.
A partir de ese momento fue un continuo sube y baja muy sinuoso con espectaculares vistas. Cada giro que dábamos nos presentaba enormes campos de cereales luciendo espléndidos.
El camino tan pronto era estrecho como se transformaba en una pista, ahora subía e inmediatamente bajaba, hacía un giro de más de noventa grados a la derecha y empalmaba con otro totalmente opuesto...
Esa fue la tónica de esos cinco intensos kilómetros, que fueron una auténtica gozada, por el recorrido y por las vistas.
Antes de terminar comenzamos a bordear un pinar. En esta ocasión el camino se había convertido en un "single track" por el que había que rodar con cuidado, porque las ramas de los pinos invadían el camino y si nos orillábamos hacia la izquierda podíamos salirnos del camino y caer por una ladera.
Algo más adelante realizamos un giro muy abierto y de ciento ochenta grados que nos permitió obtener unas buenas vistas de Sanzoles.
El camino posteriormente nos llevó hacia la izquierda y poco después comenzamos un largo descenso. A nuestra derecha había una gran plantación de almendros que habrá que tener en cuenta para visitar el año que viene cuando estén en plena floración.
Al final de la bajada hicimos una pequeña parada para contemplar la fuente primorosamente restaurada que hay ya muy cerquita de Sanzoles.
Nosotros giramos a la izquierda y continuamos dirección el Teso del Viso. Eso sí, para llegar a su altura primero hubo que recorrer una inmensa recta con algunos sube y bajas, en otras palabras, una "sábana".
La subida más larga era la última, que culminaba a la altura de dicho teso, pero no giramos hacia él sino que continuamos recto. Allí mismo comienza una suave bajada que nos llevó en volandas hasta la entrada de Madridanos.
Cruzamos esta localidad de punta a punta. Salimos de ella ascendiendo y al llegar arriba comenzamos a rodar por el GR-14, pero no por mucho tiempo, porque como un kilómetro después giramos a la derecha, continuamos por un buen camino, pasamos junto a un huerto solar y, al llegar al final de este giramos a la izquierda y terminamos saliendo a un camino que nos condujo hasta una gravera que está junto a la carretera que une Villaralbo y Villalazán.
Salimos a la carretera, la cruzamos y continuamos de frente. Pasamos junto a lo que parecían unas instalaciones abandonadas relacionadas con el canal de riego y nos enfrentamos a una rampa de esas que parece que, si intentas bajarla, te vas a ir de morros al suelo. Pero era solo una percepción porque nos atrevimos a bajarla y no pasó nada. Enseguida había otra similar, pero con la confianza ganada en la anterior ni mereció que nos paráramos a pensar si la bajábamos o no.
Terminamos en un camino que recorre la ribera del Duero. A partir de ese momento comenzamos a realizar el mismo caprichoso recorrido que realiza el río hasta Villaralbo, porque dicho camino siempre va paralelo a él. En un primer tramo está flanqueado por vegetación propia de la ribera.
Poco después nos enfrentamos a una subida similar a las dos bajadas descritas anteriormente. Algunos consiguieron llegar a arriba, ayudados por el poder y la magia de la electricidad. Tras superar esta pequeña dificultad comenzaron las "hostilidades en el pelotón". Es decir, que uno se puso a rodar a un ritmo endiablado y ya se sabe..., siempre hay algunos dispuestos a no dejarlo ir solo. Vamos, que nos picamos...
Nos adentramos en la gigante chopera que hay en el término de Villaralbo, pero eso no cambió nada en el desarrollo de los acontecimientos. En cabeza se seguía rodando en torno a 28 km/h, pero como contrapartida los kilómetros iban "cayendo" rápidamente.
Tanta era la expectación levantada por el pelotón que hasta alguna rapaz no quiso perderse el espectáculo.
El último tramo de este camino nos sumergió en una zona de espesa vegetación en la que se termina rodando por un sendero estrecho y sinuoso.
Y, finalmente, terminamos saliendo al camino asfaltado que conduce a la presa de Villaralbo. En la intersección hicimos una parada para reagruparnos y comenzamos a rodar más pausadamente.
Pero la tranquilidad duró poco y, una vez superada la presa, hubo quien se puso en cabeza e impuso una marcha muy rápida, en torno a los 30 km/h, que hizo que, de nuevo, se partiera el grupo, pero también que llegáramos al Puente de Cardenal Cisneros en un momento. A sus pies nos reagrupamos de nuevo, subimos las escalerillas y ya todos juntos lo cruzamos. Finalmente hicimos una parada en el bar CD, pero porque uno de los bíkers había dejado allí las gafas y claro..., ya de estar allí, en la terraza, al sol, descansando, resultaba muy feo no pedir una consumición... La pedimos, pero solo fue por eso, que conste.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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