12 de mayo de 2024

Entre campos de cereales y exhibición de aeromodelismo

Hay muchos zamoranos que desconocen que cerca de Zamora hay una gran pista de aeromodelismo. Nosotros habíamos pasado alguna vez por las instalaciones pero nunca habíamos visto una exhibición. Hoy se estaba celebrando la Zamora Jet Internacional e hicimos que nuestra ruta pasara por allí. Alucinamos con los que vimos...

Pero antes de llegar a esas pistas había que hacer kilómetros, y bastantes, que ya nos vamos acercando a la las fechas de la gran ruta del verano. Para no tener problemas de agobios decidimos salir a las 9.00 h. A esa hora en punto estábamos los cinco que habíamos confirmado a la puerta del bar CD. 

Empezamos haciendo un recorrido urbano por la calle Arapiles, Reyes Católicos, Príncipe de Asturias, Camino de las Llamas, cruzamos el viaducto sobre las vías y salimos a la carretera de Villalpando. Rodamos por ella poco más de quinientos metros y nos desviamos a la izquierda, para continuar por un camino desconocido para nosotros. Al principio estaba flanqueado por mucha vegetación e incluso algunos árboles, pero enseguida se convirtió en una gran pista que nos llevó hasta Monfarracinos.



Al llegar a esta localidad pasamos por la zona donde se han construido muchos adosados, más adelante salimos a la calle principal que nos llevó hasta la iglesia.


En esa zona nos cruzamos con un coche con un portabicis y nos dimos cuenta de que hoy se celebraba allí la 1ª Contrarreloj individual BTT Los Molinos. Nuestro recorrido también estaba previsto que pasara por los aerogeneradores, así que hacia ellos nos dirigimos. 


Para llegar a su altura tuvimos que ascender como un kilómetro y medio. La subida no es muy dura y, cada uno a su ritmo, la hicimos bien. En algunos cruces de caminos estaba todo preparado para la contrarreloj (vallas y cinta para que nos pasaran vehículos).


Como casi siempre sucede, después del ascenso había premio, no solo para las piernas, también para la vista.


Nos dirigíamos a Torres del Carrizal y en ese tramo cambiamos varias veces de dirección. Nos enfrentamos con pequeñas subidas que estuvieron siempre compensadas con sus correspondientes bajadas.


Tras otro cambio de dirección nos enfrentamos a una larguísima recta, pero después de un pequeño tramo giramos a la derecha y la abandonamos.


Como en estos caminos se rueda bien, los kilómetros transcurren rápido y no tardamos en llegar a Torres. Entramos a la localidad por una calle perpendicular a la carretera. Al llegar a esta nos incorporamos a ella hacia la izquierda.


Poco después de salir del pueblo continuamos por un camino que partía a nuestra derecha. Recorrimos por él casi dos kilómetros, tras los que giramos a la izquierda para, poco después, cruzar la carretera, seguir de frente y, enseguida, volver a la derecha. Todo este proceso fue para retornar a la gran recta por la que habíamos rodado anteriormente y que habíamos abandonado para pasar por Torres.


Al igual que pudimos comprobar en las salidas anteriores, la vegetación está exuberante. Es necesario hacer un elogio de las cunetas porque en ellas no caben más flores, más vegetación, más vida...


Como estábamos atravesando la Tierra de Campos zamorana, las extensiones de cereal lo abarcaban todo y, entre el trigo o la cebada, o bordeando esas tierras o por allá donde miráramos, nos encontrábamos las amapolas rompiendo el verde.


Terminada la recta el camino trazaba pequeñas curvas en zonas en que habían recibido menos tránsito y que solo mantenían sin vegetación dos roderas.


En algunos tramos las pequeñas flores habían invadido todo lo que no fueran las dos roderas. Si alguien no lo tenía claro queda confirmado que el agua es vida, al menos en el campo.


Después de esa zona en la que la recta sufrió pequeños desvíos, esa se volvió a enderezar y volvimos a encontrarnos rodando por una inmensa línea que parecía iba al infinito.


Casi todo a nuestro alrededor era verde pero también los ocres tuvieron su momento. Un gran campo había sido arado recientemente contrastando el color de la paja que aún resistía  en la tierra con el color rojizo sacado de las entrañas por la vertedera.


Casi al final de la recta vimos a un corzo atravesando una zona sembrada de cereal. Veíamos aparecer intermitentemente, correspondiendo con cada salto que daba, su cabeza y su lomo, quedando solo la cabeza a la vista cuando sus patas volvían a tierra. Pusimos el zoom en la cámara, pero sin parar la bici y sin casi ver la pantalla, solo logramos obtener esta mala imagen del animal.


Poco después giramos a la derecha para continuar por un camino que nos permitió obtener una perspectiva de Cerecinos del Carrizal y que nos llevó hasta la carretera que llega al pueblo. 


Una vez en la carretera rodamos por ella poco más de quinientos metros, justo hasta llegar a un desvío que, tras cruzar un puente sobre el río Salado, asciende hacia la localidad. 


Nos dirigimos callejeando hasta la iglesia, sin ningún valor histórico o artístico. Eso sí, en su espadaña, bastante deteriorada, se encontraba una ocupa, es decir, una cigüeña.


Junto a ella paramos como cinco minutos para que, quien quisiera, pudiera comer algo. Sin demorarnos nada, tras ese pequeño paréntesis volvimos a nuestras bicis. Salimos del pueblo por un camino paralelo al río, pero no tardamos en girar a la derecha para rodar por un camino abierto entre grandes extensiones de verde. 


Entramos en una larga recta repleta de pequeños toboganes pero por las que rodábamos muy bien, posiblemente ayudados ligeramente por el escaso viento existente. 



Después de unos tres kilómetros por ella realizamos dos giros bastante seguidos, uno hacia la derecha y otro hacia el lado opuesto. Poco después comenzamos un descenso largo que nos llevó hasta la localidad de Benegiles.


Después de pasar por delante de algunas viviendas, cruzamos la carretera y continuamos dirección Gallegos del Pan. Nos llamó la atención lo bien cuidados, y lo bonitos que están todos los jardines del pueblo.


Nada más dejar atrás las últimas casas, cruzamos un puente sobre el río Valderaduey que, aunque estamos a mediados de mayo, aún traía mucha agua.


Nada más cruzar este puente dejamos el asfalto para coger un camino a la derecha. Por este ya hemos rodado otras veces para ir hacia Molacillos. 

Pero mucho antes de llegar a esa localidad lo abandonamos. En los siguientes kilómetros cambiamos varias veces de dirección, pero los caminos seguían siendo buenos, las subidas o bajadas livianas, así que seguíamos rodando a muy buen ritmo.


Como cinco kilómetros después de dejar Benegiles giramos a la derecha para continuar por un camino. Poco  metros después nos dimos cuenta de que era otro viejo conocido, el que une Molacillos con Coreses. Por él continuamos hasta casi esa localidad.


Decíamos casi hasta esa localidad porque antes de llegar a ella nos desviamos a la derecha. El camino por el que continuamos nos llevó a pasar por la estación de compresión de Enagas. La misión de estas plantas es garantizar que el gas natural, durante su recorrido por los gasoductos, l mantenga una presión suficiente.


Poco después de pasar junto a ella el camino desembocó en la carretera que une Molacillos con Coreses. Nos incorporamos a ella hacia la izquierda y unos cientos de metros después la abandonamos para seguir por la derecha. Continuamos por ese camino pero lo abandonamos poco después para seguir por la izquierda y descender hasta pasar bajo la autovía. 


Dibujamos con nuestro recorrido una especie de ce y terminamos cruzando de nuevo la autovía, pero esta vez por encima. Parece un poco ridículo lo que hicimos pero es que no existe otra alternativa.


Después de pasar el puente tocó descender. Lo hicimos con poca alegría porque a la vista estaba la subida que había después. Tras culminar esta ya casi llegamos a otro de nuestros objetivos de esta ruta: las instalaciones del Club de Aeromodelismo Zamora. En ellas se estaba celebrando la segunda edición del Zamora Jet Internacional y Grandes Modelos 2024. Según la organización se trata de un evento de Jets con motores de reacción de entre 1,5 y 2 metros aproximadamente y grandes modelos a escala de entre 2 y 4 metros propulsados por motores de gasolina.


Abandonamos el camino para entrar en las instalaciones, ya con las bicis en la mano, y nos aproximamos a la pista de aterrizaje y despegue. En esos momentos una de las maquetas se encontraba haciendo acrobacias en el aire. Parecía un avión real.


Pero cuando alucinamos fue cuando vimos de cerca estos modelos, ¡y es que eran enormes!


No nos demoramos allí mucho más de quince minutos. Tras ese periodo tomamos de nuevo las bicis de la mano y, al llegar al camino, volvimos a sentarnos sobre los sillines y continuar hacia Zamora. Enseguida giramos a la izquierda y descendimos y nuestra trayectoria realizó un cuatro invertido, incluido en él un paso bajo la autovía. Terminamos llegando al camino habitual que seguimos para ir de Coreses a Zamora, pero poco después lo abandonamos para ir en busca del que va pegado a las vías del AVE. 


Llevándo esas vías siempre a nuestra vera recorrimos cuatro kilómetros, pasamos por encima por un viaducto y nos dirigimos hacia la gasolinera Vista Alegre. Allí nos incorporamos al carril bici, que no abandonamos hasta casi la entrada de Zamora. Continuamos por Los Tres Árboles y nos dirigimos hacia el punto de partida. Al llegar el bar CD estaba cerrado, así que nos dirigimos a Cambalache, donde pudimos saborear una caña fresquita que nos supo a gloria. Cuando miramos el reloj nos dimos cuenta de que la mañana nos había cundido porque habíamos recorrido sesenta kilómetros, habíamos visto el aeromodelismo y a las 12.30 ya llevábamos unos minutos disfrutando de la caña.



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