16 de marzo de 2025

El oeste de la Tierra del Pan

Ya empieza a sonar como un tópico el tema del tiempo meteorológico, pero de nuevo hoy influyó en nuestra salida. Íbamos a salir siete bikers pero poco antes de la hora acordado estuvo nevando y todos nos planteamos si salir o no. Finalmente, cuatro decidimos que lo haríamos y tres estimaron oportuno no salir en bici. Mereció la pena arriesgarse.

A las 9.30 h, con el suelo muy mojado aún por la nieve y agua nieve caída y con 4º de temperatura nos presentamos los cuatro bikers que habíamos decidido salir pese a ese episodio meteorológico. Lo cierto es que el cielo estaba muy nublado aún pero ya ni siquiera llovía. 

Al salir nos dirigimos hacia el río, donde pudimos comprobar cómo sus aguas han anegado algunos paseos.


Continuamos adelante y también pudimos echar un ojo a las obras del Puente de Piedra que, prácticamente, están rematadas. Está claro que han apurado al máximo porque el plazo de la última prórroga concedida a la empresa concluye mañana, pero lo van a conseguir y, además, ha quedado muy bien.

Desde allí nos dirigimos hacia Valorio. Entramos por el paseo central y enseguida giramos a la izquierda para ascender hacia el Alto de San Isidro, esa cuesta que nos pilla siempre en frío y que provoca cierto ahogo a todos.


Una vez superada la cuesta continuamos ascendiendo, mucho más suavemente, por el llamado Camino del Monte. Dos kilómetros y medio después atravesamos un viaducto bajo el que discurre la Ronda Norte de Zamora. Seguidamente nos enfrentamos a una serie de pliegues consecutivos que son una delicia cuando se bajan y un pequeño tormento cuando se suben. La parte buena es que no llevábamos aún ni media hora sobre la bici y el cielo prácticamente se había despejado, el sol comenzó a hacer su papel y todo se llenó de color y enseguida se notó su calor.


Después de casi cuatro kilómetros de recta y sube y bajas giramos a la izquierda para subir una pequeña cuesta y, en el cruce de caminos al que llegamos, continuamos por el que que conduce a la zona conocida como Palomares. Enseguida comenzamos a descender la cuesta que lleva a este paraje. 


Nada más terminar la bajada giramos a la derecha y continuamos por un camino en el que había tantos charcos que esquivarlos no era tarea sencilla. En ese tramo nos alcanzó un grupo de ciclistas que les importaba menos que a nosotros llenarse de barro, así que dejamos que nos pasaran y que siguieran atravesando charcos. Eran del llamado "Pelotón del teniente".


Después de un kilómetro por este camino giramos a la izquierda comenzando una subida muy bonita por dos razones, porque es bastante tendida y porque en todo momento se va rodeado de pinos y de jara.

Casi dos kilómetros ascendiendo llegamos a un cruce de caminos y continuamos de frente. Poco después tuvimos frente a nosotros una inmensa recta, también "adornada" con sube y bajas. 


Después de unos cuatro kilómetros el camino desembocó en la carretera que une Valdeperdices con Andavías. Nos unimos a ella hacia la izquierda. Pronto vimos precisamente Valdeperdices, al que llegamos tras enfrentarnos a una bajada muy pronunciada. 


Al final del descenso nos desviamos a la derecha antes de entrar en el pueblo, si bien ese camino terminó por introducirnos en sus calles. Recorrimos algunas de ellas y terminamos dejando atrás esta localidad recorriendo un camino asfaltado que lo une con Almendra del Pan. 


Poco más de un kilómetros más adelante dejamos el asfalto y nos desviamos ligeramente a la izquierda para seguir un camino que nos llevó hasta Almendra. 


Al llegar al pueblo realizamos un buen recorrido por él. Finalmente llegamos a una calle desde la que se podía ver perfectamente el cercano embalse de Ricobayo. 



Abandonamos Almendra del Pan subiendo un par de cuestas. Como un kilómetro después realizamos un giro a la derecha y otro a la izquierda y entramos en una recta con un buen descenso. 


A ambos lados del camino ya pudimos comprobar que, efectivamente, nos encontrábamos en la comarca de la Tierra del Pan porque nos rodeaban los campos de cereales de un verde intenso que daba gusto verlos.


La bajada, de casi un kilómetro y medio, nos sirvió para descansar algo nuestras piernas, pero también para disfrutar de la velocidad y de las vistas del embalse de Ricobayo. 



Al final de la bajada nos esperaba el puente de Almendra para salvar el arroyo de la Rivera, que en esa zona ya está embalsado debido a que el propio embalse está muy cercano. Justo a la entrada nos pareció un buen lugar para hacer un selfie y ser un poco malos, ya que nos faltó tiempo para enviárselo a los que no quisieron salir. 


Tras este acto diabólico nos subimos de nuevo a las bicis, cruzamos el puente y nos enfrentamos a la subida que comienza a la salida del mismo.



Dos bikers vieron que había un sendero paralelo a la pista por la que normalmente rodamos y lo tomaron, eso nos permitió poderle tomar fotos con el llamado plano picado.


Desde la subida, mirando hacia atrás, había una panorámica del puente muy bonita.


Al final de la cuesta, comenzamos un descenso que nos llevó hasta Palacios del Pan, un pueblo de calles cuadriculadas, debido a que, inicialmente, estaba situado junto al río Esla, pero fue trasladado por la construcción del embalse de Ricobayo y, por tanto, construido de nuevo, en el primer tercio del siglo XX.

Después de recorrer algunas de sus calles salimos del pueblo por un senderito que hay del lado izquierdo de la carretera. 



Ese camino termina por separarse de dicha carretera. Dejamos esta a nuestra derecha y nosotros viramos hacia la izquierda, atravesamos una zona con una pequeña corriente de agua.


Después de cruzarla continuamos por el sendero y nos enfrentamos, tras un giro a la derecha, a una subida corta pero muy empinada. 


Al terminar la subida hubo un tramo plano pero enseguida comenzamos a descender hacia Andavías. Hicimos el consiguiente tour por el pueblo. De nuevo nos volvió a sorprender porque es mucho más grande de lo que parece.


Salimos del pueblo subiendo por una pista paralela a la carretera. En un momento dado giramos a la derecha, cruzamos la carretera, ascendimos un tramo más y volvimos hacia la izquierda. 


Este camino nos llevó, con una subida y su correspondiente bajada, hasta el borde de Palomares, pero justo donde comenzaban los pinos y las jaras de este paraje giramos a la izquierda para realizar el penúltimo ascenso. De nuevo los campos de cereales nos rodeaban y pudimos seguir disfrutando de su verdor.


Tan solo algunos algunos árboles solitarios rompían esa hegemonía del verde. 


Como ya tenemos en mente nuestra próxima gran ruta (Zamora-Oviedo-Santiago de Compostela) este tramo lo hicimos rodando muy rápido. 


Y enseguida aumentamos más aún la velocidad, pero ya con poco mérito, porque era la gravedad la que gobernaba al estar inmersos en una bajada que concluye muy cerca de La Hiniesta. 


Tras atravesar tres pequeños túneles (dos bajo vías de tren y uno baja la carretera) llegamos a la carretera que atraviesa esa localidad. Seguimos por ella y al llegar a la iglesia la rodeamos, para ver la puerta lateral que han abierto (aún está la obra sin terminar) y para contemplar en su impresionante portada los trabajos realizados en la sutil restauración que se ha realizado en ella. 



Una vez supervisado el patrimonio continuamos hacia Zamora por el camino habitual. Este cruza en una ocasión la carretera que une la capital con el pueblo y termina saliendo a la misma. Tras recorrer por ella unos doscientos metros se realiza un desvío a la derecha para continuar por la antigua carretera, esta pasa junto al campo del Club de Golf Valderrey, que no deja de sorprendernos con sus continuas mejoras.


Como dos kilómetros después de haber comenzado a rodar por la antigua carretera de La Hiniesta llegamos al comienzo del carril bici. Continuamos por él pero solo unos cientos de metros.


Y es que lo abandonamos nada más cruzar sobre el Puente Croix. Nos desviamos a la izquierda para tomar un single track que nos encanta. Lo llamamos "El caminito del rey". Primero hay que realizar una subida sinuosa con un par de curvas de 180º y con tramos con mucha piedra aflorando a la superficie.


Una vez que se culmina el ascenso comienza un divertido tramo consistente en un "single track" que va recorriendo la ladera. En el primer tramo, a la derecha está la caída de la ladera y a la derecha roca. También por la izquierda se pueden contemplar unas estupendas vistas de Zamora, pero hay que ir concentrado y no da tiempo a disfrutarlas. En el segundo tramo mejora el firme del camino y del flanco izquierdo desaparece la roca de la pequeña montaña, dando paso a algunos árboles. 


Termina descendiendo para llegar a un camino de servicio del AVE. Desde allí hay que subir como cien metros y se toma un desvío que lleva los campos de fútbol de Valorio. Al llegar a estos continuamos por el carril bici y enseguida llegamos a las primeras edificaciones de Zamora. Para regresar al punto de partida cruzamos una parte de la ciudad. Como el sol nos acompañaba aún y había unos 8º, a pesar de que muchas nubes habían regresado, decidimos recuperar líquidos en una terraza donde poder disfrutarlo, y así lo hicimos. Eso sí, duró poco, se nubló, y al final nos fuimos para casa con frío.

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