9 de marzo de 2025

Tierra del Vino por asfalto para evitar el barro

Llevamos una temporada en la que casi todas las salidas en bici acaban teniendo como uno de los protagonistas al barro. Como ya estamos hartos de lavar las bicis, las botas, la ropa, etc. hoy no quisimos arriesgarnos a pasar por todo ese proceso, así que planificamos una ruta toda por asfalto que recorrió una buena parte de la Tierra del Vino. 

En esta ocasión conseguimos ser un grupo de seis bikers. Cuatro quedamos a las 9.30 en la CD y con los otros dos nos vimos al salir del puente de Hierro.

Allí mismo giramos a la derecha para continuar por el camino asfaltado trazado casi en paralelo al llamado Camino Viejo de Villaralbo. En esos primeros compases fuimos tranquilos y de charleta, poniéndonos al día de las novedades de cada uno. 


En estos primeros kilómetros pudimos comprobar que la mañana estaba fresquita, no solo por los 4º o 5º que había, sino por el viento del oeste, que era frío y producía una sensación térmica menor. 

El ritmo se fue alegrando a medida que iban pasando los minutos y llegamos a Villaralbo ya rodando a buen ritmo.


Atravesamos la localidad casi en línea recta recorriendo dos de sus calles, salimos a la carretera que la circunvala y nos alejamos de ella girando a la derecha unos cientos de metros después para seguir por otro camino asfaltado, en este caso el que une este pueblo con la carretera de Moraleja del Vino. 

En ese tramo sentimos plenamente el viento de cara y molestaba lo suyo, por el ruido que producía en nuestros oídos y porque nos frenaba bastante. Después de dos kilómetros, aproximadamente, llegamos a la carretera de Moraleja del Vino, nos unimos a ella y recorrimos poco más de un kilómetro hasta llegar a las primeras casas del pueblo.


Continuamos por esta carretera hasta la plaza y al terminar esta giramos a la izquierda para continuar por una calle que nos sacó del pueblo. 


Esta calle, una vez terminado Moraleja, se convirtió en la carretera local que une esta localidad con Madridanos. Los casi cinco kilómetros que separan ambos pueblos los hicimos a ritmo alegre y muy a gusto porque el viento nos ayudaba algo y porque la tendencia era descendente. 


Entramos en Madridanos, continuamos recto y al llegar a un cruce de varias calles volvimos hacia la derecha, continuando hacia una de las salidas del pueblo, en concreto la que va hacia Bamba. 

Poco después de dejar atrás esta localidad nos dimos cuenta de que nos faltaba una unidad. El que iba el primero al llegar al pueblo no llevaba track. Pensamos que nos había visto girar y que venía detrás pero no era así. Finalmente nos paramos e incluso dos bikers regresaron al pueblo en su busca. Lo encontraron, pero gracias a la tecnología, porque tuvieron que llamarlo por teléfono.

Ya todos juntos de nuevo continuamos por el camino asfaltado que comunica Madridanos con Bamba. En él de nuevo nos encontramos con el viento, pero también con alguna imagen bonita. Hay que reseñar que el campo ya luce espléndido, con el verde y sus múltiples tonalidades cubriéndolo casi todo. 


Tardamos poco en recorrer este tramo de asfalto, pero claro, la distancia entre ambos pueblos es de escasos tres kilómetros. 


Atravesamos Bamba siguiendo la carretera y enseguida salimos del pueblo sin realizar ningún desvío hasta llegar a la carretera que va hacia Sanzoles.


La atravesamos y continuamos recto por lo que fue una carretera y que ahora está muy deteriorada al principio, algo mejor hacia la mitad y convirtiéndose en camino en la parte final. Esta unía Bamba con Gema del Vino y está trazada en paralelo al arroyo de Arribayos.


Los algo más de cuatro kilómetros que hay desde que cruzamos la carretera de Sanzoles y Venialbo cundieron algo más porque de nuevo contábamos con un enemigo, el viento frontal. 


Llegamos a Gema y ascendimos por varias calles estrechas hasta la iglesia. Tras pasar a su lado continuamos ascendiendo por el pueblo hasta llegar hacia la mitad del mismo, allí nos desviamos hacia la derecha, cruzamos la carretera de Fuentesaúco y seguimos de frente. 


De frente teníamos otro camino asfaltado, en este caso el que une este pueblo con Jambrina. Son unos tres kilómetros con algunos sube y bajas, agravados en esta ocasión por el molesto viento. 


Cuando llegamos a Jambrina nos introdujimos en el pueblo, pasamos junto a la iglesia, poco después giramos para tomar la calle principal que nos sacó del pueblo. Junto a las últimas casas nace una ascensión larga, de 1,5 km, que culmina con una bajada hacia Peleas de Abajo.


Siguiendo la carretera atravesamos Peleas de lado a lado y continuamos por ella en busca de la N-630. Eso sí, para llegar a esta carretera nacional tuvimos que recorrer como dos kilómetros y medio de suave pero continuo ascenso, el último tramo con el viento en contra.  

Al llegar a la rotonda que nos introdujo en la N-630 paramos unos minutos para que los que querían comer algo pudieran hacerlo. Tras la breve parada continuamos por esta carretera dos kilómetros que hicimos sin casi ningún esfuerzo, ayudados por el viento y por una continua y suave bajada. 

Llegamos a otro rotonda, abandonándola en su segunda salida. Enseguida llegamos a otra e hicimos lo mismo, tomando así otro camino asfaltado, el que conduce a El Perdigón. 

Unos tres kilómetros después y dos curvas de casi noventa grados llegamos a esta localidad. Fuimos hacia la plaza y al llegar a esta continuamos por la carretera con dirección a Entrala. 


Al terminar el pueblo nos desviamos ligeramente a la derecha para continuar por la carreterita que va hacia Morales del Vino. En ella dejamos que el viento nos ayudara, que ya estaba bien de soportarlo en contra, y recorrimos en poco tiempo los poco más de tres kilómetros que separan ambas localidades. 

Al llegar a Morales nos dirigimos hacia el centro del pueblo, de hecho recorrimos una parte de su calle principal. Nada más pasar la iglesia giramos a la derecha para terminar saliendo a la carretera que une este pueblo con Arcenillas. 

Pero no llegamos a esta localidad, porque antes hay un cruce en el que nos desviamos a la izquierda, comenzando a rodar por la carretera que une el Cristo de Morales con Pontejos. También este tramo fue una gozada porque, a la continua caída, se unía la inestimable ayuda del viento.


Al llegar a la rotonda del Cristo de Morales tomamos la primera salida, la que va hacia Zamora. Rodamos por el amplio arcén hasta el desvío hacia Bermillo de Sayago. 


El desvío nos introdujo, tras un paso elevado, en la zona del cementerio. En la rotonda optamos por seguir hacia Cabañales. Al llegar al Puente de Piedra y dar el visto bueno a las obras de remodelación continuamos hacia el Puente de los Poetas. Después de cruzarlo pudimos disfrutar de una bonta vista de La Catedral. 


Continuamos por el carril bici hasta la rotonda de Trascastillo y desde allí continuamos en paralelo al río.


Visamos también las obras del Puente de Piedra por esta margen y seguimos adelante hasta Puerta Nueva, regresando al mismo punto desde donde habíamos salidos tres horas antes. 




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