15 de febrero de 2021

Cascada Lajas de Aguas Bravas (Mámoles de Sayago)

El puente de Carnaval, a falta de no poder salir de la provincia, ha querido regalarnos un día espléndido para disfrutar de Sayago, de la naturaleza y del agua. Ese compendio lo hemos logrado en el término de Mámoles, en concreto, caminando hasta la cascada Lajas de Aguas Bravas, al mirador Testero del Burro y al molino de Serafín. Un recorrido de unos 6 km (ida y vuelta) sencillo de realizar, incluso con niños.


Al llegar a Mámoles el mejor sitio para aparcar es junto a la iglesia, donde hay habilitado un aparcamiento para unos 12 vehículos. Desde allí mismo podemos comenzar esta ruta siguiendo las indicaciones del GR-14, sólo hay que seguir estas balizas para realizar la primera parte del recorrido.

Se sale del pueblo ascendiendo suavemente entre "cortinas". Debido a las abundantes lluvias encontramos bastante agua y barro en el camino desde el principio. No tardamos en toparnos con una preciosa fuente a nuestra derecha.


Aunque no se lleve GPS no hay pérdida porque en los pocos cruces de caminos que hay siempre encontramos la baliza que nos indica el camino correcto y las que indican los erróneos. El recorrido según avanzamos resuelta cómodo. A ambos lados encontramos las típicas paredes sayaguesas delimitando las fincas.


Algo más adelante, en una zona en la que comenzamos un pequeño descenso, vemos a nuestra izquierda otra fuente con abrevaderos para el ganado.


Llegamos a un camino trasversal, el GR-14 indica hacia la izquierda, es el momento de abandonarlo y seguir recto. Descendemos cruzando una finca que tiene una cancela para salir de ella en la parte de abajo. La abrimos, la dejamos como estaba, y llegamos a un arroyo con un puente de piedras muy bonito. (También existe la posibilidad de seguir por el GR-14 hasta el río. En ese caso, antes de cruzar el mismo, se gira a la derecha y se va por la orilla hasta el otro puente, el de la foto).


Nada más cruzar el puente comienza un ascenso por un camino salpicado de piedras. Enseguida se puede escuchar el estruendo del agua. Si te desvías del itinerario y avanzas hacia la derecha verás de dónde proviene, una pequeña cascada junto a un viejo molino.


Volvemos de nuevo al camino, ahora ya siguiendo las balizas con colores blanco y amarillo. Pese a las piedras no resulta incómodo.


Unos cientos de metros después el camino gira levemente hacia la izquierda y se comienza a descender. Enseguida nos encontramos con la primera vista del Duero y sus Arribes. Pese al color amarronado, por todas las aportaciones que está recibiendo de sus afluentes, es una vista espectacular, no sólo por el río sino por las masas de piedra que lo encajonan.


Hacemos un descenso pronunciado y al llegar a la parte más baja las balizas nos indican que debemos ir hacia la derecha. Vamos bordeando una loma y ascendiendo al mismo tiempo por un camino estrecho. Pronto vemos ya la gran cascada, enorme en estos días alimentada de tantas lluvias caídas. El sendero nos acerca más a ella e incluso, para contemplarla mejor, han hecho un pequeño mirador en esta parte final del recorrido.


Después de pasar por el photocall de la cascada iniciamos el descenso. Al llegar de nuevo a la vaguada seguimos de frente guiados de nuevo por los colores blanco y amarillo. Ascendemos una pequeña loma para llegar al Mirador Testero del Burro. Desde allí, a nuestra espalda tenemos una panorámica de la cascada diferente. Se ve incluso un tramo superior que desde la cercanía no se podía observar.


Y de frente las vistas del río son también impresionantes, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha.


Después de disfrutar de las panorámicas iniciamos el regreso siguiendo el recorrido que nos trajo hasta allí. Un poco antes de llegar a la zona del molino que vimos en la ida, nos desviamos a la derecha para llegar a un buen camino, el GR-14. Lo seguimos hasta que llegamos de nuevo al río, a otro puente. Lo cruzamos y giramos a la derecha siguiendo una senda. Como a doscientos metros vemos ya otro molino. En este caso el llamado de Serafín. Desde lejos luce precioso.


Y de cerca, más aún. Por la parte de atrás corre un arroyo y hay un paso para el mismo hecho de grandes piedras. También hay unas cascadas para terminar de hacer más espectacular el lugar. 




Después de disfrutar unos minutos por la zona volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar al puente. Ya al pie de este seguimos por el camino la derecha, bordeamos así la finca que tenía al final la cancela. Finalmente ya seguimos por el mismo trazado que hicimos a la ida pero en sentido contrario, siguiendo de nuevo las balizas del GR-14.

Al llegar al pueblo, en unos bancos que bordean al aparcamiento, preparamos nuestra barra particular, y así nos servimos a nosotros mismos unas cervecitas bien fresquitas que habíamos traído de casa, acompañadas de unas patatas fritas y unas tapas de chorizo y jamón. Nos supo todo a gloria bendita, posiblemente por la cercanía a la iglesia : ) o porque traíamos ya algo de sed y hambre.



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