8 de septiembre de 2025

Algunas joyas de la Costa de Cádiz

La parte atlántica de la Costa de Cádiz tiene muchas joyas, pueblos, paisajes, edificaciones... La ruta que hicimos hoy nos permitió visitar algunas de estas como el Palomar de la Breña, Barbate, el Faro de Trafalgar, la Playa de El Palmar o la Torre de Castilnovo. 


A la segunda salida por tierras gaditanas ya pudo venir el biker que el día anterior había tenido un problema con su pie, así que los cuatro iniciamos la ruta a las 9.00 de la mañana desde Fuente del Gallo. Desde allí nos dirigimos, atravesando varias urbanizaciones hasta la localidad de Conil de la Frontera, de la que nos separaban algo más de dos kilómetros. 


Después de recorrer varias calles terminamos en una avenida ancha por la que descendimos hasta una rotonda. Allí nos dirigimos hacia la derecha y, enseguida, llegamos a otra, desde donde nos desviamos hacia la izquierda para tomar el carril bici que une esta localidad con Barbate. 


Recorrimos por él unos 10 km que los hicimos a muy buen ritmo porque, prácticamente, es llano y sin mayores novedades. Cuando llegamos a la rotonda que indica que se entra en el municipio de Barbate la hicimos y continuamos por la salida de la izquierda.


Nos adentramos, así, en la Cañada Real, una buena pista ancha y rodeada de mucho arbolado y algunas fincas de ganado vacuno. Casi desde el primer momento comenzamos a ascender, suavemente, eso sí.


Después de unos tres kilómetros pasamos muy cerca de los restos de la ermita de San Ambrosio, pero ni siquiera entramos porque una vez nos acercamos y da vergüenza que se tenga en esas condiciones un monumento visigodo.

Poco más adelante giramos a la derecha y entramos en una pequeña carretera. Continuamos subiendo y pasamos junto a infinidad de fincas y edificaciones. Desde esta zona se tenía una excelente panorámica del Pinar de la Breña. 


Tras dos kilómetros, más o menos, por el asfalto, giramos a la izquierda y continuamos por un camino de excelente firme que atraviesa una zona de pinares. El ascenso no había concluido si bien era muy llevadero. Poco después llegamos a un cruce de caminos donde había un pequeño cartel que indicaba hacia el Palomar de la Braña. 


Un kilómetro después llegamos al citado palomar que, en la actualidad, en los edificios adosados al citado palomar, alberga un hotel. 


El Palomar de la Breña data del siglo XVII y es famoso porque tenía 7.770 nidos y una superficie de 400 m². Según el Libro Guinness de los récords es el más grande del mundo. 



Se puede visitar libremente entrando por la recepción/cafetería del hotel. Una vez dentro lo cierto es que es impresionante ver lo que queda del edificio del que falta la techumbre en algunas zonas pero que, en general, se conserva en buen estado. 



Después de la visita pedimos unos cafés por deferencia, que tomamos en el patio central de la hacienda. En cuanto terminamos volvimos a subirnos a las bicis y seguimos nuestro recorrido. Regresamos al cruce de caminos donde habíamos visto el indicador del palomar. Para ello, nada más ascender una pequeña cuesta, desde donde pudimos ver una buena panorámica del PN de La Breña, descendimos hasta dicho cruce y desde allí continuamos hacia la izquierda. 


Este nuevo camino quiso hacer justicia porque después de haber ascendido unos siete kilómetros hasta el palomar, lo equitativo era bajar lo mismo, y casi, casi, así fue porque recorrimos algo más de seis kilómetros por una pista ancha que atraviesa los pinares del Parque Natural de la Breña. 


Es cierto que la inclinación no era mucho, pero sí la suficiente para coger buena velocidad pedaleando sin mucho esfuerzo. Hacia la mitad de este tramo, en un claro del pinar, pudimos ver Vejer de la Frontera con el blanco de sus casas rompiendo el verde de los pinos.


Continuamos bajando hasta llegar a una calle de Barbate. Recorrimos algunas más hasta llegar a la magnífica playa de esta localidad. 


Como aún apenas había gente por el Paseo Marítimo recorrimos unas decenas de metros por él hasta llegar a un nuevo y bonito rótulo que han construido hace muy poco. Junto a él nos hicimos una foto de grupo.


Desandamos el camino y después continuamos junto a la playa hasta que llegamos al inicio del carril bici que va hacia Conil. Ya rodando por él pasamos junto al puerto, dejamos atrás las últimas edificaciones de la localidad y, enseguida, comenzamos la subida del puertecito que separa Barbate de Caños de Meca y que atraviesa el PN de la Breña. 


Esta ascensión no es dura por su inclinación sino por su longitud. Realmente es tendida asj que es cuestión de encontrar el ritmo adecuado e ir avanzando al "tran-tran". 

Poco a poco se fueron sucediendo los kilómetros y completamos los, aproximadamente, seis de subida. Terminada esta comienza el descenso. Enseguida el carril bici traza una curva y, al salir de esta, nos encontramos con un premio que bien mereció el esfuerzo: una espectacular vista del mar que, eso sí, debido a la bruma quedaba algo velada.


Unos cientos de metros más adelante el espectáculo era aún mayor porque se divisaba Caños de Meca y la playa y el faro de Trafalgar. 


La bajada terminó al llegar a Caños de Meca. Y también se terminó el carril bici, así que continuamos por la carretera. En cuanto pudimos nos acercamos a la playa y junto a ella continuamos adelante.


También desde allí pudimos contemplar una bonita vista del Cabo de Trafalgar.


Poco antes de terminar el paseo marítimo volvimos a la carretera y enseguida salimos de Caños de Meca. Al terminar el pueblo vuelve a haber carril bici así que continuamos por él como un kilómetro, justo hasta llegar al cruce donde está la carreterita que conduce al faro. 

Enseguida llegamos al final de la misma y allí mismo, junto a una barrera que impide el paso a vehículos, nos encontramos con una furgoneta con una caravana que había ido hasta allí y, al encontrarse con dicha barrera, trató de dar la vuelta pero lo que hizo fue meterse con las cuatro ruedas del vehículo en una duna. Al pasar nosotros a su lado vimos que la pareja trataba de desenganchar y mover hacia atrás la caravana pero no lo conseguían. Nos miramos, dejamos nuestras bicis y les ayudamos. Una vez que pudimos mover hacia atrás la caravana tratamos de empujar hacia atrás la furgoneta, pero no se movió un centímetro. El señor sacó una pequeña pala y excavó un poco junto a cada rueda. Volvió a subirse y, finalmente, conseguimos sacarla de allí. La pareja de alemanes nos dieron las gracias una y otra vez.

De nuevo sobre la bici continuamos nuestro recorrido hasta el faro siguiendo la carretera invadida por las dunas en varios lugares, si bien solo en uno tuvimos que apearnos de la bicicleta unos metros.
 

Muy cerca de este lugar, el 21 de octubre de 1805, acaeció la célebre batalla de Trafalgar, en la que la escuadra franco-española fue derrotada por la inglesa al mando del almirante Nelson. 

Cuando llegamos al faro pedimos a una pareja si nos podían hacer una foto y así lo hicieron. 


No nos demoramos allí y enseguida emprendimos el regreso al carril bici, que habíamos dejado para acercarnos hasta el promontorio del faro.

Ya por ese recorrimos a muy buena velocidad y sin novedad los cinco kilómetros que nos separaban del cruce donde nos teníamos que desviar. Al llegar a este giramos a la izquierda para dirigirnos a la Playa de El Palmar recorriendo como un kilómetro y medio por una carreterita.


Al terminar esta giramos a la derecha, llevando de un lado la enorme playa de El Palmar y del otro una sucesión de chiringuitos, puestos de venta y aparcamientos. 


Siendo 8 de septiembre en nuestras mentes estaba nuestro querido Ángel, que este día habría cumplido 56 años. Además, terminábamos de pasar junto al hotel en el que estaba pasando sus vacaciones cuando se le rompió el corazón. Y como eran las 12 y él a esa hora siempre decía que había que hacer el Ángelus, hicimos una parada en un chiringuito, mirando a ese mar y a esa playa que tanto le gustaban, y allí brindamos por él con  nuestras cervezas.  



Al terminarlas continuamos nuestro camino siguiendo la carretera. Cuando esta se terminó continuamos como cien metros por la playa, lo justo para cruzar por donde menos agua llevara un pequeño arroyo. 


Superado dicho arroyo continuamos por un camino por el que se rodaba bien salvo en los tramos en los que había bancos de arena. 


Un kilómetro después pasamos junto a la Torre de Castilnovo, Guzmán el Bueno, para prevenir los ataques de los musulmanes, fortificó la costa y la almadraba construyendo diversas fortificaciones, entre las que se encuentra esta torre. 


Dejamos la torre atrás y seguimos hacia Conil. Nos restaban como dos kilómetros con las mismas características que el tramo anterior. 


Justo antes de entrar en esta localidad cruzamos por un puente el río Salado. 


Continuamos por la parte baja del pueblo, es decir, muy cerca del mar. Pasamos por un gran aparcamiento asfaltado, al terminar este ascendimos una rampa muy empinada y giramos a la izquierda para dirigirnos hacia la Playa de La Fontanilla. Descendimos hacia ella. 


Pasamos junto a un aparcamiento de arena y nos seguíamos deleitando mirando hacia la playa, que tenía una luz muy bonita. 


Finalmente, tuvimos que ascender hacia el Roquedo. Al terminar la cuesta, con la excusa de hacer una foto, hicimos una parada, pero en realidad era para recuperar el aliento. Eso sí, la foto también la hicimos. 


Desde allí tan solo nos quedaba poco más de un kilómetro para llegar al lugar de donde habíamos partido, y lo hicimos muy rapiditos porque había que darse un chapuzón y tomar el vermú/cerveza. Un buen final, sin duda, para una ruta muy bonita. 




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