25 de septiembre de 2025

Subida a Peces tras el desastre (¡Sanabria vive!)

El incendio que a mediados de agosto comenzó en Porto quemó 20.000 hectáreas durante los 21 días que estuvo activo, afectando a una parte muy importante del Parque Natural del Lago de Sanabria. Aún así, Sanabria sigue teniendo mucho encanto y hay mucha superficie que no está quemada y de la que se puede seguir disfrutando. Hoy hemos querido dar protagonismo a esta zona y, de algún modo, animar a que se siga visitando. Ahora más que nunca el turismo es muy necesario. 

Pretendíamos estar en el punto de partida a las 10.00 h, por lo que partimos de Zamora a las 8.30 h. tres coches con cinco bikers y una "bikeresa" invitada que ya nos ha acompañado en más de una ocasión. Aunque el cielo estaba mayormente despejado la temperatura durante el viaje en algunas zonas llegó a los 4º. Ya casi en Puebla de Sanabria, al pasar por el Restaurante La Casona, hicimos una pequeña parada para tomar un café. En pocos minutos volvimos a los coches y continuamos nuestro trayecto hasta Rabanillo, de donde íbamos a partir por razones logísticas. 

Llegamos a algo más de las 10.20 h, descargamos las bicis, nos preparamos y comenzamos a pedalear a las 10.35 h. con 10º de temperatura. De los seis bikers cinco llevábamos bicis de montaña y uno de carretera. 

Los amantes de los caminos salimos de Rabanillo y nos dirigimos a Galende por el camino tradicional que une ambas localidades. El de carretera, lógicamente, fue hacia esa misma localidad por asfalto. 

El camino tradicional, que han ensanchado hace un mes, y nos atrevemos a decir que estropeado también por lo mal que ha quedado, en su primera mitad va subiendo suavemente, algo que no sienta nada bien cuando se está empezando a pedalear. La segunda mitad comienza un descenso, también suave que, tras desembocar en un camino encementado, se inclina mucho hasta que entra en Galende. 

Justo al llegar a la carretera que va hacia el Lago apareció por la misma nuestro compañero con la bici de carretera.

Ya todos juntos cruzamos esta localidad siguiendo dicha carretera y continuamos dirección Ribadelago. Primero descendimos algo pero poco después iniciamos la subida donde se encuentra el desvío hacia Pedrazales y, poco después, la Piscifactoría. 

Esta ascensión tampoco nos sentó muy bien, pero como le sucedió una bajada se nos olvidó enseguida el mal trago. Llegamos a la rotonda de donde parte la carretera a Vigo, San Martín y la Laguna de los Peces, pero pasamos de largo y fuimos llaneando hasta que nos desviamos a la derecha para seguir hacia la Playa Arenales de Vigo (Los Enanos). Desde la zona de aparcamiento, en las montaña frente a nosotros pudimos ver hasta donde llegó el fuego. 

Ya junto a la playa continuamos con las bicis hasta la misma orilla, contemplamos el Lago, que daba gusto verlo, y nos hicimos unas fotos. 

En pocos minutos volvimos a la esplanada utilizada de aparcamiento y seguimos por el camino que va hacia los camping de Cáritas y de Ensidesa. 

La bici de carretera volvió al asfalto para iniciar la subida a Peces desde la rotonda. 

Después de sobrepasar los campamentos giramos a la izquierda y continuamos por un senderito. Al principio de buen firme y más adelante sembrado de piedras. A uno de los bikers le hizo un extraño la rueda delantera y puso la rodilla en el suelo sin consecuencias. Poco más adelante llegamos a la carretera de Peces. Como si nos hubiéramos sincronizado, justo en ese momento llegó a ese punto también el biker que venía por carretera. 

A partir de ese momento teníamos por delante unos 16 km de subida en los que cada cual se marcó su ritmo. 

En toda la subida el ascenso es moderadoa y la mayor parte de los tramos tienen entre un 4% y un 7% de inclinación. Eso quiere decir que es relativamente cómoda pero hay que tener cuidado y saber dosificar porque es muy larga. 

Poco a poco fuimos arañando kilómetros y después de unos cinco desde el punto en el que nos unimos a la carretera llegamos a San Martín de Castañeda. Atravesamos la localidad y, una vez que la dejamos atrás, pudimos ver una buena panorámica de la misma.


A esas alturas el grupo iba prácticamente dividido en dos, por delante iban dos unidades, y más atrás las cuatro restantes. Los que íbamos en el segundo grupo paramos unos segundos en el mirador que hay en el tramo de carretera que hay entre la parte baja del pueblo y la alta. Desde allí la vista del lago era majestuosa. 


No nos demoramos y enseguida nos subimos de nuevo a las bicis. Nos enfrentamos al tramo más durillo de la subida. Algo más adelante, y tras varias curvas, comenzamos a llevar el lago a nuestra derecha. Una preciosa vista que ayuda a subir mejor. 


Algo más adelante pudimos tener a la vista todo el pueblo de San Martín de Castañeda. 


Algo más adelante y tras varias curvas dejamos de tener vistas hacia el Lago y llegamos a la zona llamada Chanos. En la montaña era evidente hasta dónde habían llegado las llamas.


En esa zona el ascenso da un ligero respiro, pero después de un par de curvas a uno y otro sentido volvió a su ser. 


En la siguiente curva, esta de 180º, está el Mirador del Cañón de Forcadura, una de las zonas más dañadas como resulta evidente en la imagen. 


A partir de ese punto fue como si entráramos en una zona totalmente desconocida para nosotros, tanto que nos recordaba al Parque de Timanfaya, en Lanzarote. 



Desde el mirador hasta la curva anterior al aparcamiento hay como dos kilómetros en los que la subida se endurece algo, pero saber que falta tan poco para llegar da un suplemento de fuerza extra.


Al entrar en la recta en la que se encuentra el fin del asfalto se comienza a llanear. Los primeros en llegar fueron el biker con la bicicleta de carretera, después fue nuestra invitada seguida de otro biker y, finalmente, los tres que habían hecho la ascensión juntos. 


Al llegar estos, ya todos juntos, recorrimos por el camino el último kilómetro que nos separaba de la Laguna de los Peces. 




Ya a pie de laguna paramos, comenzamos a abrigarnos para la bajada (en esos momentos había 9º de temperatura) y nos hicimos un selfie. 


Pudimos comprobar que el fuego no llegó a rodear totalmente la laguna. Después de ver los daños ocasionados en toda esta zona por el incendio somos optimistas porque la mayoría de lo quemado fue monte bajo. El año que viene dará señales de recuperación y en dos años presentará de nuevo un aspecto similar al que tenía. 


Sin más dilaciones regresamos al aparcamiento por el camino, ahora ascendente y al llegar al aparcamiento comenzamos la bajada. La bici de carretera, como es lógico, iba a realizar todo el recorrido por asfalto y el resto solo los primeros cuatro kilómetros por ese tipo de suelo. 


La recompensa de la bajada es grande porque no es necesario dar ni una pedalada para llegar a alcanzar los 50 km/h. Es más, hay que ir frenando para afrontar las curvas.


Tras esos casi cuatro kilómetros descendiendo nos desviamos a la derecha para continuar por un camino. A partir de ahí la diversión aumentó porque donde esté un camino que se quite el asfalto. Comenzaron las pequeñas curvas, los zig-zag para esquivar piedras y todo esto cuesta abajo, más no se podía pedir. Recorrimos por él algo más de dos kilómetros, el último tramo sobre los restos de una antigua carretera. 


Terminamos saliendo a la carretera por la que habíamos ascendido, pero solo tuvimos que cruzarla porque del otro lado nos esperaba otro camino para llevarnos a San Martín de Castañeda. Comprobamos que a este camino, antes estrecho y con mucha piedra aflorando, le han cambiado su aspecto. Le han pasado una máquina que lo ha ensanchado y le ha quitado alguna piedra. Aún así sigue siendo técnico.


Después de rodar como un kilómetro por ese llegamos de nuevo a la carretera, justo en la parte alta del pueblo. Frente a nosotros estaba el Hotel Rural El balcón del Lago. En su fachada había leña colocada tan primorosamente que nos obligó a hacerle una foto. 


Nos incorporamos a dicha carretera unos metros y enseguida nos desviamos a la izquierda para introducirnos en una callecita estrecha que comunica las dos partes de la localidad. 


Terminamos saliendo a la carretera principal y por ella seguimos hasta el final del pueblo. Desde esta parte pudimos ver una bonita perspectiva del pueblo. 


Al final de esa recta por la que se sale de la localidad hay una curva, pero nosotros seguimos recto para continuar por el Camino Tradicional San Martín-Vigo. Son dos kilómetros de disfrute descendiendo entre robles con suaves curvas y buen firme. 


Hicimos una bajada muy rápida en la que nos divertimos mucho. Se nos hizo corta y en poco tiempo estábamos pisando las calles de Vigo. 


Cruzamos una buena parte de esta localidad por su calle principal. Pero al llegar a una curva de casi noventa grados continuamos recto para cruzar por un puente sobre el río Cárdena. 


Al salir del puente giramos a la derecha para enfilar el Camino Tradicional que une esta localidad con Pedrazales. En este caso son casi tres kilómetros de bajada, algo más de la primera mitad tiene una inclinación muy suave y es necesario dar algunos pedales, pero en el último tramo se disfruta también buscando la rodada adecuada, esquivando piedras, usando mucho el freno y, también hay que decirlo, tragando algo de polvo.


Así entramos en Pedrazales, cruzamos casi la totalidad del pueblo y siguiendo la calle por la que íbamos rodando lo dejamos atrás. 


Otro camino tradicional, en este caso el Pedrazales-Galende, de kilómetro y medio de longitud, fue por el que seguimos. De nuevo un camino estrecho, descendente, sinuoso, entre robles y con piedras que afloran, que hay que ir evitando, nos hizo disfrutar de lo lindo. 


Entramos en Galende cruzando por un puente sobre el río Tera entramos en Galende. Poco después giramos a la izquierda, pasamos junto a la iglesia y realizamos otro giro hacia el mismo lado. No tardamos en abandonar el pueblo. 


Y de nuevo lo hicimos por un camino tradicional. En esta ocasión era el que sirve para unir Galende y El Puente. Recorrimos por él solo una parte, unos dos kilómetros, en paralelo al cauce del río alternando pequeñas subidas, bajadas y algún tramito llano. Pasados esos dos kilómetros lo abandonamos girando a la derecha y seguir por un camino que se inicia con una cuesta. Poco más adelante la subida se va suavizando hasta llegar a la carretera del Lago. La cruzamos y continuamos de frente. Enseguida este camino se une a la carretera de entrada a Rabanillo. Por ella continuamos atravesando una parte del pueblo hasta llegar a la zona de la ermita, desde donde habíamos partido.


Al llegar cargamos las bicis, nos aseamos lo que pudimos y, con nuestra filosofía de dejar algo en las zonas a las que vamos, nos desplazamos hasta el cercano Ilanes para tomar allí una caña en la Cantina de la Ti Jacinta. Recuperados parcialmente los líquidos perdidos fuimos hasta el cercano restaurante Santiago Rochi, donde comimos. Nos encantó ver que estaba casi lleno. Al terminar no quedó otra que emprender la vuelta a Zamora.



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