21 de septiembre de 2025

Por estrenar el carril bici fuimos a Piedrahíta

Las obras de "humanización" de Cardenal Cisneros están llegando a su fin y se nota en la fisonomía de esta avenida, que ya cuenta con carril bici casi en su totalidad. Queríamos estrenarlo y así lo hicimos, pero como estábamos ya subidos en las bicicletas seguimos, seguimos y seguimos hasta Piedrahíta de Castro. A la vuelta pudimos rodar también por otro tramo de dicho carril bici. 

Como es mejor andar sin agobios preferimos madrugar un poco más y quedar a las 9.00 h para así estar pronto de vuelta. Podríamos decir que hoy, por fin, ya ha empezado nuestro "curso ciclista" porque a la cita acudimos seis bikers, solo dos no pudieron hacerlo, y esto ya se va asemejando a la normalidad. 

Aunque la tarde/noche anterior había estado lloviendo algo, esta mañana en la calle nos encontramos con un cielo totalmente despejado y tan solo 10º de temperatura como prueba fehaciente de que ya estamos en otoño.

Dado que deseábamos estrenar el carril bici, recorrimos todo Obispo Acuña para salir a Candelaria Ruiz del Árbol y desde allí ir a la rotonda donde comienza dicho carril. Ascendimos por él hasta el cruce con la Avenida de Requejo y proseguimos, ya por su continuación al otro lado de la avenida, hasta que nos desviamos hacia la calle Miguel de Unamuno. 


Desde allí fuimos hacia la entrada de la pasarela que cruza sobre el trazado ferroviario. Pasamos por ella hacia la carretera de Villalpando.


Rodamos unos cientos de metros por dicha carretera y nos desviamos hacia la de Cubillos. Continuamos por esta, si bien en cuanto ascendimos la primera cuesta seguimos por un camino que partía a nuestra izquierda. Como dos kilómetros después giramos a la derecha, recorrimos por el nuevo camino un kilómetro y lo abandonamos mediante un giro a la izquierda. 


Este camino, después de más o menos dos kilómetros, nos llevó hasta Monfarracinos, pero solo recorrimos una calle que se encuentra casi en el exterior del pueblo. 


En la zona donde terminan las viviendas hay varios palomares, uno de ellos mejor conservado que el resto.


Nada más dejar atrás esta localidad comenzamos un ligero pero continuo ascenso, si bien la parte más dura vino tras un desvío hacia la izquierda.


Tuvimos que ascender una rampa más dura para coronar el Teso Los Llanos, donde se encuentra un parque eólico. Se nos atragantó un poco pero logró terminar con el frescor que algunos íbamos sintiendo. 


Al otro lado nos esperaba el consabido descenso, que iba bordeando el resto del teso donde hay más aerogeneradores. 



Poco más adelante giramos a la derecha y nos enfrentamos a una recta en la que hubo también que realizar otra ascensión de cierta consideración. Había, además, un elemento que se había unido a nuestra marcha, el viento en contra. Aunque lo esperábamos, los primeros kilómetros no se había dejado notar pero en esa zona comenzó a molestarnos con su zumbido y con lo que iba frenando nuestra marcha. 


El camino que seguíamos nos llevó hasta la carretera que une Cubillos con Moreruela, pero allí mismo continuamos por otro que salía a nuestra derecha, aunque poco después giramos a la mano contrario para enfilar ya hacia Moreruela de los Infanzones. 

Hicimos un pequeño recorrido por esta localidad y pudimos ver una estatua en un pedestal que es un homenaje al agricultor y ganadero, y también pasamos, y pudimos contemplar, la iglesia, edificio que nunca habíamos visto.



Dejamos atrás este pueblo y después de recorrer unos dos kilómetros nos enfrentamos a la tercera subida de cierta importancia. Poco después de coronarla pasamos junto a un vértice geodésico que, al menos, nos dio la seguridad de que por esa zona no íbamos a ascender más. 


Tras la subida no obtuvimos el premio de la bajada, ya que rodábamos por una pequeña meseta que realmente se extendió a lo largo de tres kilómetros, los que nos separaban de la localidad a la que nos dirigíamos, Piedrahíta de Castro. A ella llegamos sin más novedades tras tener que hacer un giro de algo más de noventa grados un poco antes de la entrada del pueblo.


Hicimos el consabido recorrido por diversas calles de la localidad y pasamos junto a la iglesia. Allí mismo hicimos una pequeña parada por si alguien quería comer algo.


También aprovechamos para realizar una foto de grupo. En cuanto guardamos la cámara pusimos los pies en los pedales y salimos de la localidad. 


Y lo hicimos hacia el oeste, algo que, sobre todo, agradecieron nuestros oídos, que dejaron de percibir el sonsonete del viento, aunque aún nos daba lateralmente. Algo más de un kilómetro después de salir del pueblo giramos a la izquierda y entonces sí, comenzamos a sentir el viento en nuestro espalda y, de repente, todos nos "sentimos mucho más en forma" y nuestra velocidad punta subió unos cuantos kilómetros/hora.


Aún seguíamos instalados en la meseta y por ella seguimos casi hasta la siguiente localidad de paso, en un primer tramo de unos tres kilómetros llanos, después, tras un giro a la derecha, continuamos llaneando como otro kilómetro y medio más. Nos desviamos a la izquierda y tuvimos que ascender ligeramente, si bien es verdad que con la ayuda del viento casi ni nos dimos cuenta. 


Esta subida sí tuvo premio posterior y lo disfrutamos, pero por poco tiempo, ya que enseguida nos enfrentamos a otro pequeño ascenso. Después de este sí que hubo una recompensa más generosa, unos tres kilómetros bajando que nos llevaron hasta las mismas puertas de Cubillos.


Cruzamos la localidad casi de lado a lado y enseguida la dejamos atrás, saliendo de ella por un camino recto por el que recorrimos unos dos kilómetros.


Después de ese tramo nos enfrentamos a varios cambios de dirección y pasamos por dos pequeños túneles, todo para salvar la Variante de Zamora. Una vez que dejamos esta a nuestra espalda recorrimos unos quinientos metros y pasamos junto a las primeras edificaciones de Valcabado.

Ya allí no hicimos el itinerario que solemos hacer, sino que lo variamos y así pasamos por varias calles que no conocíamos e incluso rodeamos la iglesia, que algunos de nosotros tampoco conocíamos. 


Ascendimos a la parte alta del pueblo y enseguida lo dejamos atrás. El camino por el que lo hicimos quiso complacernos con un descenso continuado de, aproximadamente, dos kilómetros que, al final de una ruta, es una gozada. 


Como teníamos que estrenar el carril bici que va desde la rotonda del Hotel Rey don Sancho hasta la de Víctor Gallego, al llegar a la entrada del barrio de La Villarina giramos noventa grados a la derecha para salir a la autovía. Ya en ella nos introdujimos en el carril bici.


Desde la rotonda de Víctor Gallego continuamos por la propia carretera. Más adelante nos desviamos para ir hacia la Ciudad Deportiva, nuestro punto de salida/llegada. Tras sacar los pies de las calas de los pedales llegó otro momento dulce: el de la rehidratación, que sirvió para recuperar los líquidos perdidos y para hablar de planes de futuro.




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