1 de octubre de 2025

Recorriendo la Albufeira do Azibo

El Pantano del Azibo (en portugués Paisagem Protegida da Albufeira do Azibo) es un espacio natural protegido de Portugal situado a 12 km de Macedo de Cavaleiros y a 30 km de Braganza. Algunos de los bikers ya habían estado aquí en época estival para disfrutar de un día de playa y los demás habíamos oído hablar del lugar, pero aún así nos ha sorprendido muy agradablemente. Lo que no habíamos hecho ni unos ni otros es recorrerlo en bici, hasta hoy, claro...

Desde Zamora hasta la Albufeira do Azibo hay casi 130 km y como una hora y medio de trayecto. Aunque jugaba a nuestro favor que en Portugal es una hora menos, salimos de Zamora seis bikers en tres coches a las 8.30 h. En Alcañices hicimos una breve parada para tomar un café y continuamos hasta la Plaia Fluvial da Fraga da Pegada, un lugar ideal para iniciar la ruta porque cuenta con aparcamiento, cafetería/restaurante, duchas exteriores y, en la temporada estival, baños. 


Después de descargar y preparar todo, conseguimos subirnos a los sillines a las 9.20 h (hora portuguesa). El día no podía estar mejor, ni una nube, un sol espectacular y unos 16º de temperatura. Pero lo que no estuvo nada bien fue que nada más comenzar a pedalear, a escasos metros de dejar atrás la playa, comenzamos un ascenso muy duro de casi un kilómetro de largo. 


La subida terminó al llegar a una rotonda en la que seguimos hacia la derecha, entrando enseguida en una población, Santa Combinha. Recorrimos sus calle principal y a al llegar a la iglesia nos desviamos hacia la izquierda. 


Descendimos unos quinientos metros y llegamos a una explanada empedrada donde había un aparcamiento y un mirador desde donde ver la totalidad del embalse. 



Después de disfrutar de las vistas desandamos el camino hasta la rotonda, nos fuimos hacia la derecha y de nuevo nos enfrentamos a otra subida de casi un kilómetro. Eso sí, el esperado premio llegó en cuanto la coronamos, una bajada muy inclinada de otro kilómetro (lo comido por lo servido) que nos llevó hasta un puentecito bajo el que pasa lo que parecía un arroyo, pero que en realidad es el río Azebo, del que se nutre el pantano. 

Los que habíamos pensado que la ruta iba a ser facilona porque iba rodeando el pantano y que, por lo tanto, sería llana, nos equivocamos de cabo a rabo. Nada más cruzar el río comenzamos a subir de nuevo otra subida larga, y tras el ascenso la consiguiente bajada, y terminada una empezaba otra. Nos volvimos a aproximar a la orilla, de la que nos habíamos separado algo para ir a Santa Combinha y para cruzar el río,  y gracias a eso al menos íbamos disfrutando de muy buenas vistas. 


El camino junto a la albufeira era en muchos tramos sombrío porque está rodeado de alcornoques, pero también de encinas, olivos, algunos pinos y otras especies arbóreas. 


En realidad no se trataba de un camino, sino de una buena pista por la que se rodaba muy bien. 


En el kilómetro 8, aproximadamente, nos desviamos de la pista para recorrer una península. En este tramo el camino estaba menos marcado pero se rodaba bien y casi era llano. 


Poco después, terminada la península, continuamos por la pista y empezamos a recorrer un tramo más o menos llano. En él vimos un par de casetas para avistar aves. En la segunda paramos y aves no vimos, pero pudimos hacer una foto de una panorámica del embalse. 


El recorrido nos estaba acercando a la presa, pero antes, había un saliente de tierra hacia el agua que, según nuestro track, teníamos que recorrer, separándonos de la pista principal. El problema es que había una alambrera tapando la entrada del camino. Nos acercamos y vimos que por los lados estaba abierto, así que pasamos y enseguida nos enfrentamos a una subida corta pero muy empinada. 


Continuamos realizando ese tramo, en el que encontramos algunas plantaciones de olivos, y terminamos de nuevo en la pista, casi en la Barragem (presa) do Azibo.


Al llegar a la presa, pasamos sobre ella por un puente bajo el que se encuentra una compuerta por la que, cuando esté abierta, expulsa el agua hacia el cauce del río Azibo, afluente del Sabor que, a su vez lo es del Duero. 


Casi a la altura del final del puente, a nuestra derecha, vimos una edificación que imaginamos que es parte de las instalaciones hidroeléctricas. 


Poco después de atravesar la presa giramos a la izquierda, seguimos por un camino trazado junto a un canal para más adelante comenzar un ascenso. Habíamos visto en el mapa que había un mirador y nos habíamos separado del embalse para verlo. Cuando, tras la subida, llegamos al punto donde debía estar dicho mirador sufrimos cierta decepción. 


Y es que no había un mirador como tal, realmente no había nada, pero al haber ascendido bastante es cierto que había muy buenas vistas. 


Descendimos de nuevo para volver a rodar cerca de la orilla y, tras un par de subidas y sus consiguientes bajadas, comenzamos un tramo llano en el que pudimos imprimir velocidad a nuestras bicis. 


Como no todos íbamos al mismo ritmo nos dispersamos algo unos de otros. En un momento dado, los que iban en cabeza esperaron al resto y allí mismo, aprovechando que había un claro y se veía la albufeira, nos hicimos una foto de grupo. 


En cuanto volvimos a rodar giramos a la izquierda para separarnos una vez más del agua, esta vez para visitar un pueblo. Para llegar a él tuvimos que ascender por un camino como un kilómetro. 


A continuación comenzamos a descender prácticamente otro tanto. 


La bajada continuó hasta llegar a la entrada de la localidad de Vale de Prados. 


Siguiendo la calle principal del pueblo llegamos a una amplia y coqueta plaza, donde se encuentra la iglesia y un cruceiro muy bonito. 



Allí mismo dimos la vuelta y fuimos por otra calle de nuevo hasta la entrada. Regresamos por el mismo camino de la ida, así que ahora primero subimos y después bajamos hasta llegar de nuevo a la orilla de la albufeira. 


Fuimos siguiendo el caprichoso trazado del borde del embalse otros cuatro kilómetros más. Este tramo estaba más despejado de vegetación y era prácticamente llano, por lo que volvimos a rodar deprisa. 


En una zona nos encontramos con un rebaño de ovejas pastando cerca del agua e ignorándonos por completo. 


Después de esos cuatro kilómetros nos desviamos noventa grados hacia la izquierda e iniciamos un suave pero continuo ascenso de unos dos kilómetros. Terminó este cuando el camino nos llevó a un paso elevado bajo el que discurre la autovía A-4. Lo cruzamos y enseguida entramos en la localidad de Podence, eso sí, para llegar al centro tuvimos que subir una cuesta muy empinada de casi medio kilómetro. Ya en el centro comenzamos a encontrar grandes murales en muchas edificaciones. Mostramos algunos de los veinte que existen: 






Al llegar a la iglesia dimos la vuelta, pero aún encontramos algunos más. 




Como se puede observar, la mayoría de los murales representan Los Caretos de Podence. Estos son hombres y mujeres vestidos con coloridas ropas y con máscaras diabólicas que salen en carnaval. Y es tan peculiar este carnaval que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2019. 

Aunque sabíamos que íbamos a encontrar murales, nos sorprendieron muy agradablemente. Para regresar a la Albufeira do Azibo descendimos primero hasta el puente sobre la A-4 y continuamos bajando por el mismo camino que habíamos subido minutos antes, pero antes de llegar a coger de nuevo la pista, nos desviamos a la izquierda y terminamos el descenso por otro camino trazado entre viñas y olivos.


Nos restaban para llegar al punto desde donde habíamos partido menos de cuatro kilómetros, prácticamente llanos, así que de nuevo elevamos la velocidad de crucero. 


Pasamos junto a otra gran playa también muy bien preparada, incluso estaban haciendo trabajos para mejorarla más. Se trataba de la conocida como Playa do Azibo y en ella pudimos observar aparcamientos, mucha zona verde, dos playas de arena, una cafetería, etc.


Al terminar la playa, tras pasar junto a los aparcamientos, terminamos saliendo a la carretera por la que se accede a la Praia da Fraga da Pegada, el final de nuestra ruta. Por ella rodamos poco más de un kilómetro hasta llegar a esa. Al pasar junto al restaurante vimos que estaba abierto y a tres nos sedujo parar y tomar en ese momento una cerveza en la terraza. Los otros tres optaron por cargar las bicis y asearse primero. Como el orden de los factores no altera el producto, al final todas las bicis terminaron en los portas, todos nos aseamos (algunos en las dos duchas que hay al aire libre), y todos nos tomamos una cervecita. 

Desde allí nos desplazamos con los coches al Restaurante O Pombal, en Vale de Nogueira, que se encuentra a 7 km de donde estábamos. Tras la comida regresamos a Zamora. 



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