19 de octubre de 2025

Los viñedos de la DO Tierra del Vino

La Denominación de Origen Tierra del Vino abarca una amplia superficie en la provincia de Zamora y menor en la de Salamanca, en total son 46 municipios, algunos de los cuales se encuentran al suroeste de nuestra provincia. Hoy nuestra ruta nos llevó hasta esa zona y pudimos disfrutar de los tonos ocre y pastel que adquieren las viñas en el otoño y también de alguna uva. 

El partido de fútbol que disputaba esta mañana el Zamora CF fue nuestro peor aliado ya que nos robó dos bikers y otros dos fallaron por otras razones. Total, que a las 9.30 h iniciamos la ruta cuatro bikers bajo un cielo plomizo después de días y días de sol, y con una temperatura muy agradable, 17 grados. 

Desde la Ciudad Deportiva fuimos en busca del Puente de Piedra, que lo habían despejado para que pudiésemos pasar a gusto. 


Al salir del puente giramos a la derecha para encarar hacia San Frontis, fuimos hasta la parte alta del barrio, cruzamos la carretera de Fermoselle y seguimos recto por el GR-14 (Senda del Duero). 

En esos momentos el viento aún se percibía poco, aunque sí notábamos el ligero ascenso que nos acompañaba desde que dejamos atrás el río. Después de algo más de dos kilómetros por el GR-14 cruzamos la carretera que va al Polígono Los Llanos y continuamos de frente. 

Más adelante dejamos a nuestra derecha el llamado Brocal de las Promesas y giramos ligeramente al lado contrario enfilando así una larga recta en la que nos topamos con un gran grupo de animadoras, si bien es verdad que hacían más caso al perro que a nosotros. 
 

Terminada la recta giramos a la izquierda para poco más adelante hacerlo al lado contrario. En realidad en los siguientes tres kilómetros cambiamos varias veces de dirección, rodando en algún momento por algún camino menos marcado.


Poco después cruzamos la carretera que une Tardobispo con la ZA-305, seguimos de frente y terminamos saliendo a la carretera ZA-305, antes de que esta atraviese San Marcial. Rodamos por ella unos quinientos metros y la abandonamos girando a la izquierda. 


Nada más tomar este camino viramos a la derecha y comenzamos un pequeño descenso que terminó junto un miliario de la Ruta de la Plata. 


Prácticamente seguimos recto por una buena pista por la que se rodaba bien, si no fuera porque el viento cada vez iba cobrando más velocidad. En este tramo cambiamos varias veces de rumbo pero, o bien nos daba lateralmente o bien de frente, es decir, que nos iba molestando y frenando. 

En uno de los cruces algún peregrino había querido poner un toque de Halloween al mojón que había encontrado a su paso.


Cerca de Villanueva de Campeán, que veíamos a nuestra izquierda, en una recta en la que el viento nos daba totalmente de frente nos pusimos en fila para tratar de aminorar su dañino efecto y algo conseguimos.


Poco más adelante, un doble cambio de dirección, primero hacia la izquierda y después a la derecha, nos llevó a otra larga recta. 


En algún punto de ella ya vimos alguna de las viñas de la Denominación de Origen Tierra del Vino. En esta época otoñal ofrecen un colorido muy propio de esta estación que les sienta muy bien. 


Terminamos de recorrer la recta y otro doble giro nos llevó a un camino en el que había una cancela. Abrimos una de sus hojas, pasamos al otro lado y seguimos avanzando. No tardamos en encontrar otra y, finalmente, una más, pero pudimos pasar sin ningún problema.


Traspasada la última el camino fue bordeando una valla para, terminada esta, girar hacia la localidad de Cabañas de Sayago, el lugar desde donde íbamos a comenzar el regreso. 

A pesar de haber pasado por esta localidad en varias ocasiones, nunca nos habíamos adentrado en sus callejuelas y ni siquiera habíamos visto su iglesia. Esta vez dedicamos unos minutos a realizar un pequeño recorrido "turístico".


Descendimos posteriormente a la parte baja del pueblo y en una placita, junto a una fuente y la rivera de Campeán, hicimos una parada de unos diez minutos para, quien quisiera, pudiera avituallarse. 


De nuevo sobre las bicis continuamos hacia el este, encontrándonos enseguida las ruinas de "La Favorita" una fábrica de aguardiante (según rezaba el cartel) en estado de abandono. 


Comenzamos un pequeño ascenso desde el que pudimos contemplar la frondosidad que proporciona en esa zona la rivera de Campeán. 


Como medio kilómetro después de dejar atrás el pueblo giramos a la izquierda para seguir ascendiendo hacia el llamado Teso Blanco. Allí volvimos a pasar junto a una viña. 


Culminado el ascenso nos topamos con otra viña. Esta daba gusto verla por su colorido y por lo primorosamente cuidada que estaba, arada con pequeños surcos, sin una mala hierba y lo más extraño, con los racimos de uva aún colgando. No pudimos por menos que hacer una parada para probarlas. Cogimos diez o doce uvas y eran dulcísimas. Nos quedó la duda de saber por qué no se habían recogido. 



Tras la breve parada continuamos adelante y, por fin, empezamos a rentabilizar todo lo invertido en el camino de ida: el camino tendía hacia abajo y el viento nos daba de popa, una gozada, vamos. 


No habíamos recorrido ni un kilómetro cuando un cambio de dirección hacia la derecha nos sumergió en un camino menos ancho y rodeado de mucha vegetación. 


Este tramo fue corto y, tras describir un ángulo agudo hacia la izquierda entramos en un camino con arena fina y un firme estupendo. Nos estábamos aproximando a Villanueva de Campeán y las viñas comenzaron a aflorar por todos lados. 



Recorrimos como unos tres kilómetros con algún suave ascenso y descensos de mayor longitud. Y si a eso sumamos el empuje gratuito del viento, íbamos rodando a muy buen ritmo. 


Al cabo de esos tres kilómetros el camino nos llevó hasta las proximidades de las ruinas del Convento de Nuestra Señora del Soto, situado junto a Villanueva de Campeán, localidad que alberga dos bodegas de la DO Tierra del Vino. No llegamos a pasar junto al convento ni por las calles del pueblo, porque nos desviamos a la derecha. 

 
No tardamos en continuar hacia el lado contrario, iniciando así un descenso suave pero gozoso, de un kilómetro. 


Al que siguió, tras cruzar la carretera que une Corrales con Villanueva de Campeán, una suave ascensión, si bien hay que reconocer que con la ayuda del viento, las cuestas son mucho menos empinadas. 

Un giro a la izquierda nos puso en otro camino por el que volvimos a descender hasta la entrada de Casaseca de Campeán. Hicimos un recorrido por el pueblo de lado a lado. 


Eso nos permitió ver algunas edificaciones singulares, ya casi más propias de Sayago que de la Tierra del Vino. 


También la iglesia, que no recordábamos haber visto en otras ocasiones que hemos pasado por esta localidad. 


O el coqueto parque que se halla detrás de la iglesia y que presentaba un aspecto muy bonito gracias al colorido de las hojas de los árboles. 


En este paseo por el pueblo nos ocurrió un hecho que pudo convertirse en el paradigma de accidente, entendiendo por este un "suceso repentino, inesperado y no deseado que causa daño o lesiones a personas o cosas". Y es que no habíamos visto a ni una persona por el pueblo y al llegar a una esquina apareció de repente, por la izquierda de una calle, un hombre con un patinete, que no se estampó con una de nuestras bicis, la que iba rodando por la derecha de nuestra calle, porque el biker clavó el freno. Después nos reíamos porque habría sido buena: Confluyen y chocan una bici y un patinete en un pueblo fantasma.

Con la sonrisa puesta, salimos de la localidad dejando el parque a nuestras espaldas. Tuvimos que volver a ascender algo, como un kilómetro pero muy llevadero. 


Concluyó la cuesta coincidiendo con un cambio de dirección hacia la izquierda. Comenzamos a bajar por un camino trazado en paralelo a la carretera que une Casaseca con El Perdigón, pero al llegar a la altura de este pueblo no cambiamos de dirección y, por ello, lo dejamos a nuestra izquierda. 

Poco más adelante, en una pequeña vaguada, había dos metros de barro de lado a lado del camino. Nos obligó a frenar, tres pasamos por la izquierda y salimos indemnes, pero el que pasó por la derecha puso las ruedas y la bici como si hubiera rodado sobre barro un kilómetro. Tanto, que tuvimos que parar para quitar lo que pudimos y que no se le trabaran las ruedas. 

El sol, aunque las nubes no lo dejaban mostrarse en su plenitud, impregnaba todo de un color que terminó con la plomiza mañana. 



Recorrimos un tramo de un camino asfaltado en las cercanías de El Perdigón y volvimos a rodar sobre tierra tras un giro a la derecha. Recorrimos unos dos kilómetros por este camino que nos llevó hasta la carretera que une Entrala con Morales del Vino. 


Ya por dicha carretera comenzamos a pasar junto a edificaciones de las urbanizaciones de esa última localidad. Al llegar a la N-630 decidimos hacer una parada en la gasolinera para que el amante del barro pudiera limpiar su bici. 

Ya con la bici inmaculada cruzamos las calles de siempre de Morales del Vino, llegando hasta la iglesia. Bordeamos esta y tomamos una calle hacia la izquierda que terminó sacándonos de la localidad y pasando por detrás de los viveros de la Fundación Personas. 


Seguíamos con la tendencia descendente y eso permitía ir rodando rápidos. Pasamos por un viaducto elevado sobre al Acceso Sur de Zamora. 


Para después comenzar a rodar en paralelo a la Autovía A-66, primero por su izquierda y después, tras cruzar por un túnel bajo ella, por la derecha. Más adelante nos separamos de ella y tras varios cambios de dirección terminamos por un camino asfaltado que nos llevó hasta la carretera de Fuentesaúco


Cruzamos esta y, ya del otro lado, continuamos por la ruta habitual que se sigue para dirigirse hacia el río. Llegados a este, a la altura del Puente de Cardenal Cisneros, subimos con las bicis de la mano las escalerillas y, una vez arriba, lo atravesamos. 


Ya del otro lado nos dirigimos al punto de salida, donde pusimos fin a esta ruta que nos sorprendió muiy agradablemente. El colofón fue la hidratación junto a un par de Galanas que acaban de terminar la Marcha solidaria por el cáncer de mama. 



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