26 de octubre de 2025

Antibarro por la Tierra del Vino

Ayer llovió en Zamora durante muchos momentos del día. En total se recogieron más de 11 litros de precipitación. Como no nos gusta nada de nada llegar a casa y limpiar el barro del calzado, la ropa, la bici... decidimos planificar una ruta antibarro para el día de hoy. Viendo los caminos comprobamos que había menos del que pensábamos pero aún así hicimos casi todos los kilómetros por asfalto.

"Por pitos o por flautas" a la cita de esta mañana de las 9.30 h solo acudimos cuatro bikers, y eso que habíamos tenido una hora más para dormir y que la mañana no podía ser más espléndida. Después del día plomizo de ayer nadie imaginaba salir a la calle y encontrarse un cielo limpio de nubes y azulísimo. La temperatura ya era propia de finales del mes de octubre: 8 grados. 

Para salir de Zamora cruzamos el río por el Puente de Hierro y a la salida de este continuamos por el llamado Camino Viejo de Villaralbo, si bien unos cientos de metros más allá nos desviamos para ir a coger el GR-14. Continuamos por él poco más de un kilómetro y llegamos al inicio del carril bici, que va desde la rotonda de Villaralbo-Moraleja-Arcenillas hasta Moraleja del Vino, pasando por Arcenillas y Casaseca de las Chanas, unos 14 km en total. 

Aunque desde su inicio "pica" ligeramente hacia arriba rodamos rápido por él y tardamos poco en recorrer los primeros 4 km que nos separaban de la primera localidad de paso: Arcenillas. 

Después de atravesar esta localidad retomamos el carril bici a la salida para continuar hacia Casaseca de las Chanas, de la que nos separaban dos kilómetros. 

También hicimos ese tramo con rapidez. Cuando entramos al pueblo seguimos recto y al llegar a la zona del Ayuntamiento giramos a la izquierda y continuamos hasta la salida de la localidad. Allí volvimos a encontrar el carril bici y seguimos por él para recorrer los algo más de tres kilómetros de distancia, de descenso suave, que hay hasta Moraleja del Vino. 

Justo al entrar a Moraleja se termina el carril bici. Nosotros continuamos recto hasta la plaza y allí giramos, primero a la izquierda, y poco después al lado contrario. 

Íbamos buscando una carretera local, la que va desde este pueblo hasta Madridanos. En este tramo no sacamos partido al trazado, ligeramente descendente, porque nos encontramos con viento frontal, frío además, que nos restaba algo de velocidad. Para minimizar sus efectos procuramos rodar en fila, merecía la pena.


Después de cinco kilómetros llegamos a Madridanos y seguimos por la carretera adelante. Hacia la mitad del pueblo giramos como cuarenta y cinco grados para seguir por otra calle y así salir del pueblo por la carreterita local que une esta localidad con Bamba. 

Amblas localidades están separadas por dos kilómetros y medio prácticamente llanos. A ambos lados de la carretera hay tierras de cultivo y algunas choperas, como las que teníamos a nuestra izquierda. 

Antes de llegar a Bamba la carretera hace un ángulo recto que nosotros seguimos. Poco después entrábamos en el pueblo. Al llegar a la plaza la calle principal hace también un ángulo recto, pasamos junto a la iglesia y enseguida lo dejamos atrás porque es muy pequeño.

Sin cambiar de dirección continuamos recto hasta llegar a la carretera que va a la Bóveda de Toro. La cruzamos y seguimos de frente por lo que debió ser en algún momento una carretera que unía Bamba con Gema, ahora abandonada. En la primera mitad conserva el asfalto, si bien con muchos baches. 

De nuevo a ambos lados del camino encontramos tierras de cultivo, aunque llamó nuestra atención una gran extensión que ahora se ha dedicado al cultivo de pistachos, aunque los árboles aún están en fase de crecimiento. 

Poco más adelante pudimos rodar junto a unas choperas que ya se habían colocado su traje de otoño, aunque aún había mucha hoja que se resistía a perder el verde. Una batalla perdida.  

Tras las choperas un cambio de dirección a la izquierda nos metió en una zona en la que ya no hay asfalto y así continúa hasta la entrada de Gema. A pesar de ello no había barro y salimos indemnes. 

Ya en el pueblo ascendimos hasta la iglesia. Al llegar a la plaza donde se encuentra vimos, junto al Ayuntamiento, un poste con todo tipo de herramienta para reparar bicis. Es posible que lleve tiempo allí pero no lo habíamos visto hasta hoy. Una excelente iniciativa, sin duda.

Unos metros más adelante llegamos a la iglesia. Estaba dando el sol en la entrada principal y llevábamos justo la mitad del recorrido, así que nos pareció un buen lugar para hacer un receso por si alguien quería comer algo.

En pocos minutos volvimos a retomar las bicis, seguimos ascendiendo por las calles del pueblo hasta que cruzamos la carretera de Fuentesaúco. Continuamos de frente por el camino asfaltado que une este pueblo con Jambrina. 

En los tres kilómetros de distancia que hay de un pueblo al otro nos encontramos con algunos repechos, siendo el último tramo de bajada hacia Jambrina. 

Al llegar al pueblo, en la primera edificación que encontramos, nos topamos una pancarta en la que se leía: "Malvenidos, Planta de Biogás, Jambrina dice NO. Con nuestra salud no se juega". Una muestra de la lucha de esta localidad para que no construyan en su término esa industria. 

Continuamos por el pueblo. Llegamos a la iglesia y poco después giramos para tomar la calle que lleva a la carretera.

Poco antes de dejar atrás Jambrina tuvimos la oportunidad de hacernos un particular "selfie".


El tramo entre Jambrina y Peleas de Abajo es de poco más de dos kilómetros, la mitad más o menos de ascenso hasta un alto y la otra mitad descenso. La subida la hicimos a muy buen ritmo y en la bajada nos dejamos caer...


De ese modo tardamos poco en entrar en Peleas y mucho menos en atravesarlo, ya que la localidad está en ese descenso.


Dejamos atrás las últimas edificaciones del pueblo y continuamos sin variar la dirección hacia la N-630, de la que nos separaban casi tres kilómetros, eso sí, todos de ascenso. 


Llegamos a una rotonda y en esta tomamos la primera salida de la derecha, que corresponde a la N-630 por la que ahora apenas circulan coches. Recorrimos por esta carretera nacional como dos kilómetros. 


Después de esa distancia llegamos a otra rotonda. La hicimos y la abandonamos por la segunda salida que nos condujo a otra rotonda más. En esta continuamos de frente, entrando así en un camino asfaltado que une esta carretera con El Perdigón. 

Rodamos por ella casi tres kilómetros y lo hicimos a velocidad alta porque desde que nos unimos a la N-630 la tendencia era ligeramente descendente, lo suficiente para ir muy a gusto y muy rápidos.


Eso permitió que llegáramos enseguida a la localidad famosa por sus bodegas. Al llegar a la plaza giramos a la derecha y descendimos hasta la salida del pueblo. 


Allí tomamos la carretera que une El Perdigón con Morales del Vino, en la que no encontramos coches, solo gente paseando de un pueblo y de otro. Entre medias pasamos junto a la antigua estación de tren que compartían ambas localidades.


Aunque el perfil seguía siendo ligeramente descendente el viento volvió a darnos de frente y algo nos iba frenando, pero aún así tardamos poco en recorrer los cuatro kilómetros de este tramo. 

Después de pasar junto a muchas urbanizaciones, al llegar a la N-630 la cruzamos al otro lado y nos dirigimos hacia el centro del pueblo. Poco antes de llegar a la iglesia giramos a la derecha para continuar por la carretera que va hacia Arcenillas. 


Rodamos por ella algo más de un kilómetro. Llegamos a un cruce y allí continuamos hacia la izquierda, es decir, por la carretera que une el Cristo de Morales con Pontejos, también con poco tráfico.



En esta zona todavía se ven grandes plantaciones de maíz sin cosechar. Hoy contrastaba su color pajizo con el cielo de intenso azul, aunque en esos momentos ya salpicado de algunas nubes.


Recorrimos por esta carretera otros tres kilómetros hasta llegar a la rotonda del Cristo de Morales. Al alcanzarla continuamos por el llamado Acceso Sur a Zamora. En este tramo sí hay tráfico pero tiene un arcén enorme por el que se puede rodar sin peligro. Tras poco más de quinientos metros nos desviamos hacia la derecha para dirigirnos hacia la entrada de Zamora donde se encuentra el cementerio. 

Desde allí continuamos hacia el Puente de Piedra, que nos encanta cruzar desde que se terminaron las obras y quedó tan bonito. Desde el propio puente no resistimos la tentación de hacer una foto a esta panorámica de Zamora tan manida, pero que nos encanta, y más en días con luz como la de hoy. 


Ya desde el otro lado del puente, recorriendo los Barrios Bajos, nos dirigimos al punto desde donde habíamos salido. Allí mismo hicimos una parada para charlar al sol un ratito mientras nuestros cuerpos se hidrataban. Un final perfecto.



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