26 de noviembre de 2025

Rozando "La Raya" por el oeste de Aliste

Si bien no es la primera vez que hacemos una ruta por el oeste de la comarca de Aliste, había zonas por las que no habíamos estado nunca, como San Martín del Pedroso o Latedo, por ello hoy hemos llevado a cabo una por estos lugares que ha resultado espectacular, que nos ha sumergido en la Sierra de la Culebra y en la que hemos rozado "La Raya".

Como habíamos fijado el inicio de la ruta en Sejas de Aliste y hasta allí hay unos 70 km, quedamos para salir de Zamora a las 9.15 h. Antes habíamos cargado las cinco bicis de los participantes en dos coches. Partimos de Zamora con 0º y en el camino llegamos a ver hasta 4º pero lo cierto es que cuando llegamos a Sejas había tan solo 2º. Descargamos las bicis y nos preparamos con toda la parafernalia que exigen las bajas temperaturas. Una vez listos para salir dejamos las bicis junto a la puerta del Bar Restaurante Be-Ra y nos tomamos un café. 

Entonados con el café, rico y calentito, comenzamos a pedalear unos minutos después de las 10.30 h. En esos momentos, a pesar de la gran helada existente, el sol lucía con cierta fuerza sin ni una sola nube que le restara protagonismo y eso contrarrestaba el frescor de la mañana.

Poco después de dejar atrás Sejas nos encontramos con este cartel que indicaba que a 301 km está Santiago de Compostela. Y es que estábamos rodando por el trazado del llamado Camino Mozárabe Portugués que, partiendo de Zamora, se dirige a Portugal por esta zona, se adentra en el país vecino para regresar a territorio español cerca de Verín. Desde allí continúa hacia Xinzo de Limia, Allariz y Ourense, donde se une al llamado Camino del Sudeste para seguir por él hasta Santiago.


Tras recorrer como un kilómetro y medio giramos noventa grados a la derecha, atravesamos una zona sombría en la que la helada aún permanecía intacta. Poco más adelante cambiamos de dirección hacia el lado contrario para adentrarnos en una larga recta.

Esa recta, de unos dos kilómetros de larga, flanqueada en muchos momentos por castaños,
con alguna pequeña subida que rompía la tendencia descendente, nos llevó hasta la localidad de Trabazos. 


Justo antes de llegar a este pueblo la bajada se hizo más pronunciada. Una vez en la parte baja del mismo tuvimos que ascender para llegar a la plaza donde se encuentra la iglesia y el Ayuntamiento.


La iglesia, denominada de San Pelayo, es del siglo XVI por lo que combina elementos góticos y renacentistas, aunque ha sufrido muchas modificaciones a lo largo de su historia. 

Después de rodearla descendimos de nuevo a la parte de menor altura del pueblo y salimos de él tomando un camino hacia la izquierda muy bonito. Este tenía a ambos lados mucho arbolado y, por lo tanto, sombra y la persistente helada. 

Poco más adelante el camino se encuentra más abierto de vegetación y transcurre en paralelo a la N-122. Prácticamente todo el tramo, de unos dos kilómetros desde la salida de Trabazos, fue descendente, si bien en los últimos metros la bajada era más acusada.


La bajada nos llevó hasta un túnel para pasar bajo dicha carretera. Como suele ocurrir en muchos de estos, se encontraba lleno de agua. En este caso estaba justificado porque dicho túnel coincide con el cauce del Arroyo de las Cuevas.

Al salir del paso subterráneo nuestro track indicaba que debíamos seguir hacia la derecha, pero solo había un sendero estrecho y prácticamente cerrado por espinos y otra vegetación. Consultamos en el GPS alternativas y la encontramos siguiendo hacia la izquierda. Así lo hicimos y como un kilómetro después giramos al lado contrario.


Nada más realizar ese giro iniciamos una subida larga, la primera desde que habíamos partido. Realizamos un giro a la derecha y continuamos ascendiendo. Poco después llegamos a un cruce de caminos, nos desviamos a la izquierda y nos unimos así a nuestro track original


Poco más adelante empezamos a sacar un rédito extraordinario a la subida anterior porque comenzamos a descender y lo hicimos durante dos kilómetros, además con buenas vistas.

En esos dos kilómetros el paisaje fue cambiando a medida que íbamos acercándonos a la siguiente localidad de paso. Comenzaron a acompañarnos los robles y también algunos castaños.


Finalmente, el último tramo del descenso nos mostró a nuestra izquierda el cauce del Arroyo de los Alisos y de frente la localidad de San Martín del Pedroso. Justo detrás de este pueblo se encuentra el Río Manzanas, que marca la frontera o "La Raya" entre España y Portugal. 

Entramos en el pueblo y nos dirigimos a la plaza, donde se encuentra la Iglesia de San Martín. 


Hicimos seguidamente un recorrido circular por varias calles de la localidad para salir de ella siguiendo el itinerario contrario al que hicimos para entrar en él. 


Salimos de San Martín en paralelo al cauce del Arroyo de los Alisos. Poco más adelante cruzamos por un puente sobre él e iniciamos un ascenso de alrededor de un kilómetro y medio. 


A lo largo de la subida, a nuestra derecha pudimos gozar de unas impresionantes vistas del valle que recorre el río Manzanas (Maçãs en portugués), un río que nace en la Sierra de la Culebra y forma la frontera natural entre España y Portugal durante aproximadamente 40 km. Después se interna en territorio portugués y desemboca en el río Sabor, afluente del Duero. 




Al terminar el ascenso tocó sacar provecho al esfuerzo realizado y descendimos, eso sí, menos de lo que habíamos subido. En esa zona predominaban las escobas y el monte se notaba que había sido limpiado de un incendio anterior y se habían plantado nuevos pinos. 


En esta zona se conoce que no hay espacio para el llano, así que terminada la bajada comenzamos una nueva subida algo más corta que la anterior a la que siguió un descenso suave y un ascenso tendido. 


Terminó este en una carretera a las puertas de Latedo, la cruzamos y descendimos por la calle principal del pueblo hasta la plaza donde se encuentra la iglesia.



Junto a la Iglesia de Santiago Apóstol había unos bancos al sol que nos parecieron el lugar ideal para hacer un pequeño receso para que los que quisieran pudieran comer algo.


Tras unos minutos de descanso volvimos a subirnos a las bicis y continuamos nuestro camino. Abandonamos el pueblo por una cuesta abajo, algo que ya no nos hacía mucha gracia porque en el cómputo de la ruta habíamos bajado más que subido y eso iba a traer consecuencias, seguro.


Tras un kilómetro aproximadamente terminó la bajada en un valle por el que discurría un pequeño riachuelo, el Río Sejas, que a pocos metros se unía al de la Ribera de Arriba. Como estaba sombrío aún se conservaba la helada a pesar de que eran ya más de las doce de la mañana.


Poco después de unirse los dos riachuelos había un puente. Nos pareció un buen sitio para hacernos un selfie. 


De nuevo sobre las bicis comenzamos una subida atravesando un bonito bosque de robles. Esta se prolongó como un kilómetro. Descendimos enseguida y al terminar la bajada comenzó la fiesta...


Ya habíamos comentado que bajar más que subir tiene consecuencias y acabábamos de empezar a pagarlas. En primer lugar subimos un tramo de unos seis kilómetros atravesando, en la primera parte, un cerrado bosque de pinos de repoblación. En esta zona el porcentaje de subida estaba siempre en torno al 10%. 


Más adelante transitamos por una verdadera pista ancha y de buen firme, con menos inclinación y por la que se rodaba de maravilla. En esos momentos la temperatura había ido subiendo y ya disfrutábamos de 10º, lo que nos permitió quitar alguna capa de ropa porque ya teníamos calor.


Tras los seis kilómetros llegamos a una carretera, la que une la N-122 con San Mamed. Seguimos por ella hacia la izquierda, recorriendo por el asfalto algo menos de un kilómetro. 


La abandonamos haciendo un giro muy pronunciado hacia la derecha para tomar un camino en el que ya los pinos habían desaparecido, dejando lugar a especies más propias de la zona como el roble y el castaño.



También había espacio para los campos cultivados, que presentaban un aspecto inmejorable. 


A pesar de haber cambiado de firme la subida continuó a lo largo de dos kilómetros más, eso sí, era más tendida y nos permitía rodar a mayor velocidad. 

Terminó la cuesta, después de nueve kilómetros, con una pequeña bajada que nos llevó al encuentro con la N-122. La cruzamos y tras unos metros iniciales de ligero ascenso enseguida comenzamos a disfrutar bajando. 

Después de un par de cambios de dirección llegamos a un cruce de caminos en el que un monolito indica que se está en el  Camino de Santiago Portugués, en el término de Sejas de Aliste, así que nuestra ruta estaba tocando a su fin.


Encaramos una larga recta donde, dada la proximidad del pueblo, ya comenzaba a haber castaños, que lucían bonitos con el traje otoñal con el que vestían.


Después de unos dos kilómetros dos giros casi consecutivos a derecha e izquierda nos llevaron a un camino precioso, con una alfombra de hojas sobre la que íbamos rodando, que nos llevó hasta la entrada de Sejas. 


Seguimos adelante por la calle por la que entramos y cruzamos un riachuelito que atraviesa el pueblo, era el mismo junto al que habíamos rodado unas horas antes, el Rio de la Ribera de Arriba. Hay un puente para cruzarlo y, muy cerca de él, se encuentra un viejo molino que en su día aprovechó esas aguas.


Desde el puente nos dirigimos a la iglesia, la rodeamos y a continuación fuimos hacia el punto desde donde habíamos comenzado la ruta para así cerrar el círculo y poner fin a la misma. 


Al llegar decidimos recuperar los líquidos perdidos antes de cargar las bicis, porque a la puerta del Restaurante Be-RA, donde íbamos a comer, daba el sol de lleno y se estaba de maravilla. 

Cuando nos pareció nos dispusimos a cambiarnos y a poner las bicicletas en los portabicis. Al terminar pasamos a comer, y lo hicimos muy bien. Después de los cafés iniciamos el regreso a Zamora con el estupendo sabor de boca que nos había dejado la ruta, y es que Aliste nunca defrauda.



Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.

Powered by Wikiloc

No hay comentarios:

Publicar un comentario