Diseñar una ruta con el viento de cara a la ida y de popa a la vuelta y buscar un lugar nuevo donde ir partiendo de Zamora, fueron las motivaciones que nos llevaran hoy a descubrir un mirador precioso sobre el Duero. Lo hemos llamado Mirador Rodilla Campana porque el paraje donde se encuentra se denomina así.
A las 9.30 h estaba prevista nuestra salida pero se demoró por una avería de una de las bicicletas. Solucionar el problema nos retrasó unos 20 minutos. Por tanto, a las 9.50 h comenzamos a rodar los cuatro bikers que acudimos a la cita. Cruzamos el río por el Puente de Hierro girando a la derecha en Pinilla para ir hacia San Frontis. El día estaba oscuro y parecía que amenazaba lluvia, aunque no estaba prevista. Menos mal que la temperatura era agradable para esta época, 8 grados.
Más adelante cruzamos la carretera que va al Polígono Los Llanos y continuamos de frente hasta el cruce de caminos donde se encuentra el Brocal de las Promesas.
Al llegar al brocal, que se encuentra entre los tres monolitos que simbolizan las tres calzadas que confluyen en ese punto: la Vía de la Plata, la Calzada Mirandesa y la Vía de Dalmacia, giramos a la derecha separándonos así del GR-14.
Continuamos por un camino unos quinientos metros y giramos a la izquierda para seguir por otro poco marcado una distancia similar.
Finalmente terminamos de nuevo en el GR-14 y por él continuamos hacia la localidad de Tardobispo. En ese tramo el viento nos iba volviendo locos con su sonsonete continuo en nuestros oídos y, además, nos frenaba mucho, no pasábamos de 16 o 17 km/h.
Llegamos a Tardobispo, callejeamos algo, pasamos cerca de la iglesia y nos dirigimos hacia la carretera, que cruzamos.
Ya del otro lado de la carretera continuamos por el GR-14, tocó subir una pequeña cuesta, descender a continuación para, seguidamente, girar a la izquierda y seguir por una larga recta desprotegida en la que el viento se notaba más. Aunque la velocidad de este era de unos 10 km/h había rachas de hasta 23 km/h.
Más adelante hubo un tramo descendente que termina en las cercanías de La Pueblica de Campeán. Cruzamos una carretera que va a este pueblo y seguimos bajando hacia el Puente Potato, casi seguro que romano en su origen, siendo parte posiblemente de una calzada que salía de Zamora y se bifurcaba hacia Pereruela por un lado, y por el otro hacia Almeida y Carbellino, cruzando la rivera por este puente.
Poco después de dejar atrás dicho puente comenzó un ascenso que se prolongó a lo largo de tres kilómetros siguiendo una recta de casi la misma distancia.
Eso sí, hay un pequeño respiro después del primer kilómetro, una pequeña cuesta abajo. Al terminar esta comienza el segundo tramo de la ascensión.
Al terminar la subida giramos a la derecha, enseguida cruzamos la carretera de Bermillo y continuamos de frente por un camino de concentración, una auténtica pista, descendente además. Después de un kilómetro más o menos desembocamos en otro camino, por el que continuamos hacia la derecha.
Seguimos por este, que también tenía buen firme, y que fue alternando algún tramo con pequeñas subidas y bajadas más prolongadas.
Unos dos kilómetros después de la bifurcación el camino fue perdiendo importancia y comenzó a estar cubierto de hierba pero con las roderas marcadas.
Continuábamos descendiendo y, después de trazar una curva abierta pudimos ver una vista del río Duero en una zona en la que comienza a ir encajonado entre farallones de piedra, la antesala de Los Arribes.
Seguimos adelante y llegó un momento en el que el camino casi se perdía, pero aún así continuamos adelante hasta un lugar en el que parecía que se terminaba del todo.
Pero entre las paredes semicaídas de varias fincas encontramos un sendero que podría ser la continuación del camino. Seguimos por él unos trescientos metros. Cuando vimos que ya no se podía continuar más sobre las bicis, paramos y las dejamos allí.
Continuamos caminando hacia la derecha unos cien metros campo a través con dirección a unos promontorios de piedra. Al llegar a estos y mirar hacia la derecha no pudimos por menos que abrir la boca de admiración al ver la panorámica del Duero que se podía contemplar desde allí.
Si en lugar de mirar hacia la derecha lo hacíamos hacia el lado opuesto, podíamos ver en la margen derecha del río Las Pilas de Almaraz.
Disfrutando de este lugar hicimos una reflexión y es que nos pareció que era ideal para que el Ayuntamiento de Peruela y la Diputación de Zamora arreglaran los caminos, y realizaran las infraestructuras necesarias para convertirlo en un mirador para que el mayor número de personas posible pueda disfrutarlo y ser un atractivo turístico más para la zona.
Cuando nos pareció oportuno volvimos hacia el lugar donde teníamos nuestras bicis y comenzamos a desandar el camino porque había un tramo que teníamos que hacer siguiendo el mismo itinerario que en la ida.
Ese tramo tenía una longitud de unos tres kilómetros, la mayoría de ellos ascendiendo. Terminó al llegar a un cruce de caminos.
En dicho cruce giramos hacia la derecha. Teníamos cerca ya Pereruela pero con esa maniobra nos volvimos a alejar del pueblo.
Descendimos hasta un nuevo cruce, donde cambiamos de dirección hacia la izquierda, iniciando así un ascenso que ya sí, nos acercó a esa localidad.
Antes de entrar en Pereruela pudimos observar a nuestra derecha un bonito palomar propio de la zona.
Ya en el pueblo recorrimos varias calles del mismo sin encontrarnos a ni una sola persona. Terminamos saliendo a la carretera a la que nos incorporamos hacia la izquierda unas decenas de metros.
La abandonamos continuando por un camino que parte a la derecha. Este, tras un tramo de un ascenso tendido, comienza a descender suavemente hasta la carretera que va a Sobradillo.
Después de dejar atrás Pereruela unos dos kilómetros cruzamos esa carretera y continuamos de frente. Cambiamos de dirección poco después y, por fin, el viento comenzó a empujarnos. Un par de giros más y terminamos pasando junto a Las Enillas, que dejamos a nuestra izquierda mientras descendíamos para iniciar seguidamente un ascenso largo.
Terminada la cuesta comenzamos a disfrutar de los réditos descendiendo suavemente unos dos kilómetros, hasta que giramos a la izquierda para cruzar el llamado Puente del Andaluz, bajo el que corre la Rivera de Campeán.
Ya del otro lado del puente comenzamos a recorrer una larga recta de unos tres kilómetros en los que subimos y bajamos a partes iguales. En algún momento temimos que el terreno pudiera estar embarrado porque es una zona que si hay barro es temerosa, pero salvo algunos charcos no hubo problema.
Terminó el camino en la carretera que une Tardobispo con la de Ledesma, rodamos por ella unos cientos de metros dejándola enseguida al girar a la izquierda y seguir de nuevo rodando sobre tierra.
Recorrimos en este nuevo tramo unos dos kilómetros a muy buen ritmo porque el viento seguía ayudándonos, qué gusto daba...
Ya cerca de Entrala cambiamos un par de veces de dirección y comenzamos una subida tendida que, primero nos llevó a cruzar las abandonadas vías del tren, para continuar hasta cruzar la carretera de El Perdigón. Seguidamente continuamos recto para terminar llegando a Morales del Vino, aunque realmente íbamos bordeando algunas urbanizaciones. Finalmente, terminamos saliendo a la vía de servicio que hay junto a la N-630 en su travesía del pueblo.
Como uno de los bikers se iba a quedar en Morales decidimos realizar el proceso de rehidratación habitual allí mismo. Terminado dicho proceso nos despedimos de él siguiendo los tres restantes hacia Zamora.
Abandonamos esta localidad tomando el camino que lleva a la Cuesta Blanca por la que descendimos con frío porque las paradas antes de terminar es lo que suelen generar.
Terminada la cuesta seguimos prácticamente de frente por un camino que, tras un par de giros nos llevó hasta las inmediaciones de la Ermita del Cristo de Morales.
Desde allí continuamos hacia la capital por el llamado Carril bici Zamora-Morales, y lo hicimos de maravilla porque su tendencia es descendente y el viento seguía apoyándonos (era justo después de todo lo que lo tuvimos en contra). Entramos en Zamora por el cementerio y continuamos por Cabañales para terminar cruzando el río por el Puente de Piedra.
Desde allí nos dirigimos hacia la zona desde donde habíamos salido atravesando el barrio de La Horta y así poner el punto final a esta ruta en la que hemos disfrutado del recorrido pero también al conocer un nuevo y bonito lugar de nuestra provincia.
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