Para explicar la motivación de esta ruta hay que remontarse a un puente de abril de 2021 que pasamos en la Sierra de Francia. A esta cita no pudo acudir todo el grupo y hoy era el día indicado para que los que no estuvieron pudieran disfrutar tanto como lo hicimos nosotros de esta bonita sierra salmantina.
Al planificar la ruta fijamos salida en San Martín del Castañar, distante de Zamora 142 km. Como el viaje era largo salimos poco antes de las 8.30 h dos coches, cinco bicis y otros tantos bikers. Unos minutos después de las 10.00 h llegamos a un aparcamiento que hay a la entrada de esa localidad. Allí mismo dejamos los coches, descargamos, preparamos todo e iniciamos la ruta sobre las 10.20 h. La temperatura era baja, unos 5º, pero donde daba el sol se estaba a gusto.
Nada más salir del aparcamiento cruzamos la carretera y entramos en una calle del pueblo. Descendimos hasta su bonita plaza, donde hicimos una pequeña parada para tomar un café en el bar que se encuentra frente al Restaurante Mesón de San Martín, por cierto, que nos supo a gloria. En pocos minutos nos subimos a las bicis de nuevo y seguimos avanzando hacia la izquierda.
Poco después de bordear la iglesia abandonamos el pueblo por una cuesta abajo zigzagueante con mucha inclinación y gran cantidad de piedras. Hubo que extremar las precauciones porque resbalaban por el rocío y más al frenar.
Superado este tramo, el camino, con mucha vegetación en los primeros cientos de metros, pasó a estar más abierto y a tener muchas menos piedras.
Pero se fueron sucediendo pequeños tramos en los que el arbolado a uno y a otro lado del sendero lo convierten en un reducto en el que difícilmente entra el sol.
Cuando el arbolado a nuestra derecha desaparecía o se abría algo las vistas de la sierra eran una maravilla, sobre todo las laderas soleadas en las que esa luz resaltaba el colorido del otoño.
Los poco más de tres kilómetros que separan San Martín de Las Casas del Conde, todos descendentes, tardamos en recorrerlos, bien por los lugares donde había que ciclar con cuidado o incluso bajarse de la bici, bien por las paradas para disfrutar de las vistas. En el último tramo las condiciones del camino nos permitieron ganar velocidad.
Entramos en esta localidad y lo primero que nos encontramos fue una pequeña ermita, la del Santo Cristo.
Continuamos adelante por la misma calle, estrecha y muy serrana, con las casas de piedra o de tapial y el pavimento empedrado. Más adelante pasamos por una plaza y pocos metros más allá salimos del pueblo, descendiendo de nuevo.
Bajamos por el camino unos quinientos metros en los que pudimos seguir disfrutando de buenas vistas de la sierra.
Dicho camino nos llevó a una carretera local por la que continuamos descendiendo hasta llegar a un puente sobre el río Francia.

Este río, afluente del Alagón, nace en la Peña de Francia y en ese punto es un auténtico río de montaña. Nada más cruzar al otro lado del puente comenzamos una ascensión que se prolongaría cuatro kilómetros.
Después de poco más de un kilómetro de subida vimos a nuestra izquierda un mirador, el del Berrocal, desde el que se puede disfrutar de una excelente panorámica de Las Casas del Conde y de la sierra que lo rodea. Allí mismo nos hicimos una foto de grupo.
Volvimos a la carretera y continuamos con el ascenso, que es relativamente cómodo. Dos kilómetros después hicimos otra parada porque a nuestra izquierda había un área recreativa con un mirador al fondo, el de la Peña de la Cabra. Desde él también pudimos disfrutar de buenas vistas.
De nuevo sobre las bicis ascendimos poco más de un kilómetro y nos encontramos con El Calvario de Mogarraz, un conjunto de cruces del siglo XVII, que se encuentra en la entrada de esta localidad.
Seguimos avanzando por la carretera y algo más adelante nos introdujimos en una de las callejuelas que van hacia la plaza. En ella se encuentra la enorme iglesia de Nuestra Señora de las Nieves.
También en la propia plaza hay rincones preciosos con las casas conservando el típico tapial, herencia de los franceses que repoblaron la zona, y con algunos retratos de sus antiguos moradores, un hecho que se repite en las fachadas de muchas viviendas del pueblo. Hay más de 800 repartidos por sus calles gracias a la iniciativa que comenzó en 2012 el artista Florencio Maíllo.

Después de un recorrido por algunas calles de la localidad, la abandonamos por un pasillo entre paredes de piedra.
Salimos bajando y continuamos descendiendo por tramos en los que se rodaba muy bien.
Pero esos tramos se alternaban con otros de piedra en los que se avanzaba peor a pesar de que continuábamos bajando.
Después de algo más de un kilómetro de bajada llegamos a un bonito puente sobre el río Milano. De nuevo volvimos a parar porque no podíamos irnos sin disfrutar del entorno.
Ya en las bicis otra vez terminamos de cruzar el puente y a su salida giramos a la izquierda para seguir por un camino prácticamente llano trazado en paralelo al río.
Más adelante nos separamos de este girando a la derecha e iniciando una pequeña subida por un camino casi cerrado por las ramas de los árboles y las escobas.
Al culminarla entramos en un camino más importante y comenzamos a descender para terminar en la carretera DSA-260.

Pero no nos incorporamos a ella sino que continuamos por un sendero que va paralelo al asfalto hasta el Área Recreativa La Regajera, donde ya tuvimos que comenzar a rodar por dicha carretera.
Unos quinientos metros después cruzamos por un puente sobre el río Francia otra vez. Terminado dicho puente comenzamos a ascender.
Poco después de comenzar el ascenso nuestro track nos indicaba un giro a la derecha, pero era una ladera en la que no se veía ningún camino así que continuamos por carretera. Tras algo más de un kilómetro después de dejar el río atrás vimos un cartel que indicaba Fuentes del siglo XVI y nos desviamos a la izquierda, descendimos unos metros y las encontramos. Son las llamadas Fuentes Grandes. Hay una con dos caños y una gran pila.
Y dos en sendas hornacinas.
Tras la visita regresamos a la carretera, continuamos ascendiendo, giramos a la derecha y poco después entrábamos en el bonito pueblo de Miranda del Castañar. Siguiendo la calle principal pronto nos encontramos frente a su castillo, del siglo XVI, sobrio pero majestuoso.
Cruzamos bajo el arco que hay a su derecha y seguimos calle adelante. Tras un giro a la izquierda llegamos a la bonita e irregular plaza.
Desandamos el camino que nos había llevado hasta allí, nos dirigimos hacia el otro lado del pueblo y cuando nos pareció nos dimos la vuelta para salir del mismo siguiendo la calle El Rollo. Al terminar esta nos desviamos ligeramente hacia la derecha. Terminadas las edificaciones seguimos descendiendo por un camino con mucha piedra en su primer tramo, si bien más adelante se tornó en hierba.
Pudimos disfrutar poco de las vistas porque no tardamos en sumergirnos en un bosque de robles muy cerrado por el que el camino hizo varios giros de ciento ochenta grados.
La bajada terminó en unas escaleras que nos dejaron al borde de la carretera. La cruzamos y seguimos por un camino que había en frente.
Este se inicia con una cuesta abajo que termina tras cruzar un puente sobre el Arroyo de San Benito. Junto a su cauce se encuentra una de las camas de uno de los proyectos de la Diputación de Salamanca que se engloban bajo el nombre de Land Art.
Nada más cruzar el puente comenzamos la ascensión más larga de la ruta, seis kilómetros con porcentajes de subida de entre el cinco y el once por ciento.
Toda la subida es por buenos caminos, lo que se agradece porque facilita la rodadura. Recorre zonas más despejadas de vegetación y otras más cerradas en las que rodábamos rodeados de robles, algunos castaños y también pudimos ver madroños.

Después de casi cinco kilómetros de ascenso llegamos a un claro desde el que se veía la localidad de Villanueva del Conde. Para acceder al pueblo tuvimos que subir una cuesta muy empinada.

Y continuamos subiendo en nuestro recorrido por las calles del pueblo.

Seguimos avanzando hasta llegar a la plaza, donde se encuentra la Iglesia de San Fabián y San Sebastián.
Poco más adelante giramos a la izquierda y pasamos junto a la Ermita del Humilladero.
Seguimos avanzando por la misma calle sin dejar de subir hasta que se terminaron las edificaciones y llegamos a la carretera, la cruzamos y continuamos de frente.
El camino, que continuaba el ascenso que habíamos comenzado cinco kilómetros antes, no podía estar más bonito, con una alfombra de hojas en el suelo, paredes de piedra recubiertas de musgo y los árboles vestidos de otoño.
La subida era relativamente cómoda y como un kilómetro y medio después de Villanueva el camino llegó a una carretera que cruzamos.
Ya del otro lado entramos en una calle de Sequeros, dejando a nuestra derecha la plaza de toros y un parque. Continuamos adelante y llegamos al centro del pueblo donde encontramos un trazado y una arquitectura similar al resto de los pueblos serranos.
El recorrido por la localidad nos llevó por otra calle que nos condujo hasta el final de la misma, donde nos encontramos con la Ermita del Humilladero, también conocida como la ermita del Cristo de las Batallas. Pudo tener su origen en el siglo XV, pero posteriormente sufrió reformas.
Junto a esta ermita cogimos el camino que terminó alejándonos del pueblo. También este nos encantó, no solo por su belleza sino también porque, por fin, rodábamos cuesta abajo, aunque muy ligeramente.
Que el perfil del camino nos ayudara nos venía muy bien porque íbamos algo retrasados. Habíamos quedado a las 14.15 h para comer y ya eran algo más de las 14.00 y no habíamos terminado. Pero la ayuda se terminó cuando tuvimos que atravesar un tramo "adornado" con piedras y ascendente que hizo que nos tuviéramos que bajar de las bicicletas.
Superado ese tramo volvimos a disfrutar del precioso bosque que estábamos atravesando. La temperatura, a esas horas unos 10º, en esa zona sombría y rodando ligeros, parecía menor.
En un momento dado, unos dos kilómetros después de Sequeros, después de pasar por un puente sobre un regato, nuestro track nos indicaba un giro a la izquierda. El camino que debíamos coger no estaba nada marcado y no teníamos tiempo de andar investigando, así que buscamos una alternativa, que consistió en seguir por el que íbamos que, tras una ascensión de casi un kilómetro, nos llevó hasta la carretera.
Una vez en el asfalto ya fue coser y cantar porque el trayecto consistió en un descenso continuado de unos dos kilómetros.

A medida que nos íbamos acercando a San Martín del Castañar, la vista del pueblo desde la carretera no podía ser mejor.
Finalmente, llegamos al aparcamiento que hay a la entrada del pueblo y desde donde habíamos partido unas tres horas y media antes. Rápidamente cargamos las bicis en los coches, nos aseamos y cambiamos y bajamos caminando hasta la plaza. Preguntamos en el restaurante si nos podíamos demorar unos minutos, como nos dijeron que sí nos tomamos una caña en la terraza del bar donde habíamos tomado el café por la mañana. Se estaba allí de maravilla, pero no tardamos mucho en pasar al
Restaurante Mesón de San Martín, donde comimos muy bien.
Después de la comida dimos un paseo por el pueblo para visitar el castillo y la original plaza de toros, pero el frío nos atenazó a todos y regresamos a los coches para iniciar el regreso a nuestras casas, felices después de una preciosa y divertida ruta.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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