Hay rutas divertidas, otras completas y otras divertidas y completas, como la que hemos hecho hoy: diecisiete kilómetros subiendo y bajando por senderitos con vistas impresionantes del Pisuerga y algo más de veinte rodando junto al Canal de Castilla, donde pudimos ver las esclusas 40 y 39. De regreso visitamos el Monasterio Cisterciense de Santa María de Palazuelos. No se puede pedir más.
Los Cortados del Pisuerga se encuentran en el término municipal de Cabezón de Pisuerga (Valladolid), a unos 115 km de Zamora. Para llegar hasta allí salimos de la capital cinco bikers en dos coches sobre las 9.15 h. Como una hora y cuarto más tarde llegamos a esta localidad. Aparcamos junto al restaurante donde íbamos a comer, descargamos, nos preparamos, tomamos un café e iniciamos la ruta a las 10.45 h. Había 16º y el cielo estaba nublado, de hecho se esperaban lluvias sobre las 15.00 h.
Después de recorrer algunas calles de esta localidad nos acercamos a una zona de bodegas y allí mismo comenzamos a subir, así, sin tregua y sin tiempo para calentar.
En principio seguimos el sendero que indica los Cortados del Pisuerga. En poco espacio subimos bastante y eso nos permitió tener muy buenas vistas del Pisuerga y del Puente enseguida.
El camino en esa zona no era muy ancho e iba atravesando un bosque de pinos. Cuando llevábamos unos tres kilómetros desde la salida, abandonamos el sendero de los Cortados y nos desviamos a la derecha.
El cambio de dirección nos metió en un senderito que seguía subiendo, tras dos repechos fuertes llegamos a una zona plana donde nos reagrupamos. Ya todos juntos continuamos ascendiendo algo más para poco después comenzar una zona con algunos sube y baja por un single track. En el trayecto volvimos a ver el río Pisuerga pero con mayor perspectiva.
Una de las bajadas nos llevó a un camino ancho, pero enseguida lo dejamos para continuar por un senderitos trazado entre pinos.
Íbamos bordeando campos de cereales, a estas alturas ya cosechados y esperando para ser arados y empezar de nuevo el ciclo vital.
A pesar de la dureza que estaba teniendo el recorrido que estábamos haciendo, lo cierto es que nos estaba encantando por esas subidas, bajadas, tramos técnicos y sinuosos...
Después de casi recorrer unos seis kilómetros desde la salida nos enfrentamos a un ascenso más largo con tramos con mucho desnivel. En total como un kilómetro y medio.
En algún tramo de esa subida tuvimos que echar pie a tierra, bien porque la inclinación la hacía casi imposible o bien porque en algún momento derrapaba una de las ruedas y ya era imposible hacerla traccionar de nuevo.
Finalmente, llegamos al final de la ascensión y nos encontramos con una barrera que pudimos sortear por un lateral. Entramos en una carretera muy estropeado en la que nos cruzamos con un camión de basura que, imaginamos, iba a descargar a un vertedero.
Como quinientos metros después llegamos a una carretera "de verdad" a la que nos incorporamos hacia la izquierda, iniciando allí mismo un descenso espectacular de dos kilómetros de largo en el que vimos en nuestros velocímetros más de 60 km/h.
Abandonamos el asfalto para desviarnos noventa grados a la izquierda y coger un camino ancho y de buen firme. Allí mismo comenzó una subida de un kilómetro y medio con porcentajes de ascensión entre el 4 y el 11%. Mientras íbamos ascendiendo pudimos ver en el mismo camino pero más adelante cuatro corzos correteando camino de un pinar que teníamos a la izquierda.
El último tramo de la subida fue el más duro, porque era más inclinado y porque las piernas se iban resintiendo.
Al culminar tuvimos un estupendísimo premio porque teníamos ante nosotros unas impresionantes vistas de los llamados Cortados de San Martín de Valvení. Hacia la derecha la montaña cortada como si le hubieran dado un tajazo dejando al aire la gran variedad cromática de sus capas y a sus pies el cauce del Pisuerga.
Y hacia la izquierda el río paseando su mansedumbre entre los árboles de ribera vestido ya de otoño.
Tras disfrutar de las vistas, nos pareció que ese era el sitio ideal para hacer el selfie del día.
También "ellas" merecieron una foto por llevarnos hasta sitios tan especiales.
Nada más hacer las fotos nos subimos de nuevo sobre las bicis y comenzamos un descenso que, en los primeros metros, continuaba por un camino ancho y con vistas al río.
Tras unos quinientos metros, continuamos por un sendero que nos condujo, de nuevo, hasta un camino más ancho, desde donde iniciamos una nueva ascensión.
Esta subida se prolongó a lo largo de poco más de un kilómetro.
Después de esa distancia nos encontramos con una cancela situada allí para impedir el paso de vehículos, pero con un hueco a la izquierda que a senderistas y ciclistas no les cierra el paso.
Junto a la cancela nos esperaba otra impresionante vista de los cortados. Esta vez contemplando el río desde más altura.
Paramos unos minutos allí para disfrutar de la panorámica. Al volver a las bicis continuamos recto y nos enfrentamos a una subida prácticamente imposible.
Tan difícil era de subir que todos terminamos con la bici en la mano.
Y si mala era la subida, peor era la bajada, con terreno suelto, irregular y con una inclinación que hacía inviable descender porque los frenos terminarían por hacer arrastrar las ruedas.
Y a esa bajada le siguió otra subida también imposible de culminar. Eso no impidió que lo intentáramos hasta donde nos fue posible. Después, de nuevo a empujar la bici...
Una vez superada esa penúltima subida pudimos volver a ciclar. Tan solo nos quedaba una más y ya era pequeña. Con esa ya pudimos todos. En todas esas cumbres notamos perfectamente que las previsiones meteorológicas en cuanto al viento se estaban cumpliendo: había rachas muy fuertes.
A partir de ese momento comenzamos a rodar sin problema, primero por un sendero casi llano que se abría paso entre hierba alta.
Pero enseguida comenzamos sacar rédito a todas las cuestas anteriores, es decir, comenzamos a bajar. por un sendero que estaba trazado junto a un bosque de pinos.

Más adelante nos adentramos en él. En esta zona el sendero seguía siendo estrecho y al lado derecho teníamos la ladera por lo que había que ir atento y con cuidado.
La bajada no era demasiado pronunciada y no íbamos perdiendo demasiada altura, como pudimos comprobar en un mirador que encontramos al terminar los pinos. Ya teníamos a nuestros pies Cabezón de nuevo.
Descendimos por una cuesta empinada y volvimos a adentrarnos en el pinar, pero ya un tramo pequeño.

El single track era una pasada, estrecho, sinuoso y descendente, la diversión estaba asegurada.
Salimos del pinar y continuamos por un camino más ancho, continuamos descendiendo y poco después llegamos a otra zona de bodegas de Cabezón de Pisuerga.

Terminadas estas bajamos algo más hasta llegar a la zona llana del pueblo. Hicimos un recorrido largo por sus calles para, finalmente, salir a la carretera que lo cruza de lado a lado. Seguimos por ella para ir hacia el puente que nos permitiría salir del pueblo. Lo cruzamos y entramos en el llamado Barrio Nuevo.
Continuamos por la carretera un kilómetro y medio y la abandonamos desviándonos a la izquierda para poco después girar de nuevo hacia la carretera. Una vez en ella de nuevo continuamos un poco más y cruzamos el llamado Puente de Cabezón sobre el Canal de Castilla. Este fue un ambicioso proyecto del siglo XVIII para crear una vía navegable que conectara la meseta cerealista con los puertos del Cantábrico.
Las obras, iniciadas en 1753, nunca se completaron en su totalidad y el canal se destinó principalmente a la navegación interna, el regadío y la energía hidráulica. Con la llegada del ferrocarril en el siglo XIX, su uso para el transporte decayó, y en 1959 se cerró a la navegación.
Nada más cruzar el puente giramos a la derecha y comenzamos a rodar por uno de los caminos de sirga en paralelo al canal. Estos caminos servían para que animales de tiro, generalmente mulas o bueyes, caminasen por la orilla y tirasen de las embarcaciones mediante una maroma o soga (sirga).
Junto al canal fuimos rodando de maravilla, no solo porque el camino es llano, sino porque tiene muy buen firme y además, nos empujaba el fuerte viento reinante. Como un kilómetro después pasamos junto a la estación de Corcos-Aguilarejo y justo en ese momento pasaba un tren cargado de containers por la vía férrea Madrid-Hendaya que se encuentra al otro lado de la estación.
Escasos minutos después pasó otro tren también cargado de mercancías y, seguidamente, otro en sentido contrario, con vagones tipo cisterna.
Unos quinientos metros después de la estación llegamos a la esclusa número 40, una de las 49 que se construyeron. Se construyeron para salvar el desnivel del terreno, permitiendo el paso de las barcazas mediante un sistema de compuertas que nivelaba el agua.

Junto a la esclusa encontramos también el "esqueleto" de una fábrica de harina que movía su maquinaria con el agua del canal.
Tras las fotos pertinentes cruzamos el puente de la esclusa y comenzamos a rodar por el camino de sirga de la derecha.
La verdad es que el canal y sus orillas estaban muy bonitos, fundamentalmente porque el arbolado de las márgenes estaba en pleno proceso otoñal, con sus hojas teñidas de tonos amarillentos y, las ya caídas, tiñendo el camino de amarillo.
Después de casi seis kilómetros desde que dejamos atrás la esclusa 40 llegamos a la 39. Cruzamos sobre su puente y desde él pudimos observarla mejor.
Observamos que a esta le habían añadido un pequeño puente y como una pequeña compuerta que, de estar operativo el canal no podría estar allí porque no permitiría pasar a las barcazas.
Una vez que cruzamos el puente tuvimos que ascender hasta una carretera. Ya en ella realizamos un giro casi completo en una rotonda y cruzamos un puente elevado sobre el Canal de Castilla y la vía férrea. Poco después nos desviamos a la derecha y por un camino nos dirigimos hacia las vías. Y por dicho camino continuamos en paralelo a ellas.

En ese momento sentimos de golpe las rachas de viento en contra. Procuramos ir rodando protegiéndonos unos a otros, pero aún así nos frenaba mucho.
Poco a poco íbamos avanzando y los kilómetros iban pasando. De vez en cuando nos enfrentábamos a rachas de viento superiores a los 50 km/h.
Unos dos kilómetros después de la esclusa 39 rodamos un tramito junto al río y como cuatro kilómetros más adelante pasamos junto a Aguilarejo.
Cada vez teníamos más ganas de llegar porque las nubes que teníamos ante nosotros parecían amenazantes, pero aún nos quedaba por visitar uno de los atractivos de la ruta, el Monasterio de Santa María de Palazuelos. Antes de llegar a él nos separamos ligeramente de las vías férreas y enseguida llegamos a dicho monasterio, nueve kilómetros después de dejar la esclusa 39.
Este monasterio fue fundado como un cenobio cisterciense en el siglo XIII. Perteneció a la Orden del Císter, convirtiéndose en un importante centro cultural y espiritual en la Edad Media. Después de su declive, hoy en día es un monumento en estado de ruina parcial, que se utiliza para eventos culturales, desfiles y catas de vino con el fin de promocionar y recuperar el lugar.

Volvimos al camino y enseguida nos alejamos de este monumento. Poco más adelante volvimos a recorrer el mismo camino que habíamos llevado. Siguiéndolo llegamos de nuevo al Puente de Cabezón de Pisuerga, de origen romano, si bien el que podemos ver actualmente es medieval con múltiples modificaciones posteriores.
Desde el puente pudimos contemplar los nubarrones que se estaban acercando hacia nosotros con un color muy amenazante.
Terminado de cruzar el puente continuamos por la carretera hasta llegar al punto de salida. Cargamos las bicis, nos cambiamos nosotros y justo cuando nos disponíamos a ir hacia el restaurante empezaron a caer gotas. Un par de minutos después llovía a cántaros. Estaba claro que habíamos tenido un suerte enorme, pero también es verdad que fuimos allí a hacer esta ruta porque no iba a llover hasta las 15.00 h.
Ya en el Restaurante El Gallinero nos tomamos una cerveza y pocos minutos después pasamos a comer. y lo hicimos muy bien. Al terminar emprendimos viaje hacia Zamora. Allí seguía lloviendo mucho y así continuó a lo largo de casi todo el camino.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario