Este año el otoño ha tardado en llegar, pero cuando lo ha hecho se ha dejado notar, sobre todo lloviendo cuando el fin de semana está próximo. Eso para nosotros se traduce en barro. Para evitarlo, hoy hemos realizado un recorrido por zonas que suelen drenar bien y no lo hemos sufrido mucho. Por contra pudimos gozar de una mañana espléndida.
La cita de hoy fue bastante exitosa y fuimos seis bikers los que nos presentamos a la hora de siempre y en el lugar de siempre. Nos sorprendió el frío, tan solo 2º provocados por la niebla, que cuando empezamos a rodar estaba ya diluyéndose dejando entrever un cielo azul que nos acompañó toda la mañana.
Comenzamos a rodar bordeando el río. Al otro lado del Puente de Piedra aún se veía la niebla replegándose.
Hasta ese momento habíamos encontrado la tierra húmeda pero asentada, pero tras una pequeña bajada nos enfrentamos a unos charcos enormes que pudimos esquivar por los lados.
Después de la bajada inicial hubo un tramo llano al que siguió una cuesta casi imposible, por su inclinación y porque la tierra estaba algo suelta.
Más adelante nos adentramos en una zona de bosque espeso. Y también hubo más subidas y más bajadas.
En la zona de pinos hubo tramos con bastante arena en los que costaba pedalear.
Continuamos por un sendero ascendente por el que continuamos avanzando hasta llegar a un camino más ancho, al que nos incorporamos hacia la izquierda.
Este en unos cientos de metros nos llevó hasta otro algo más ancho al que nos unimos hacia la derecha. También este era ascendente y por él recorrimos unos dos kilómetros. Este nos llevó a otro ya conocido por nosotros. Realizamos una especie de cuatro invertido, es decir, cambios de dirección hacia izquierda, derecha e izquierda.
El último giro nos llevó a un camino por el que continuamos casi tres kilómetros en los que siguió predominando el ascenso, tendido, pero ascenso al fin y al cabo.
Después de ese tramo la tendencia por fin cambió y comenzamos a descender hacia la localidad de Valdeperdices.
Después de un giro a la derecha continuamos bajando. En total recorrimos como dos kilómetros sin necesidad de pedalear, no fue un regalo, era merecido.
Llegamos a la carretera, seguimos por ella y enseguida nos adentramos en las calles del pueblo hasta llegar a la Plaza de la Iglesia. Allí nos encontramos, lógicamente, con el templo, pero también con un colorido mural adornando una fachada, que de otro modo afearía la plaza y así la realzaba.
Aunque aún no estábamos en la mitad de nuestro recorrido previsto, hicimos una pequeña parada para que los que quisieran comer algo pudieran hacerlo. En pocos minutos continuamos pedaleando hasta salir del pueblo con dirección a la cola del Embalse de Ricobayo que, cuando está alto, llega casi hasta la localidad.
Al salir del puente comenzamos a ascender hacia Palacios del Pan, lo que nos permitió tener una buena vista del puente.
No llegamos a atravesarlo pero sí pudimos disfrutar de la vista del otro puente, este sí, llamado de Valdeperdices.
De nuevo tuvimos que ascender y lo hicimos hasta el camino que conduce al cementerio de Palacios del Pan. Al llegar a este continuamos por él hacia la derecha iniciando un descenso hacia Andavías, o mejor dicho, hacia la cola del embalse que llega a Andavías.
Al llegar a esta zona, la atravesamos hasta llegar a la carretera. Pocos metros después la abandonamos para realizar un recorrido por varias calles de la localidad.
Salimos del pueblo, pasamos junto al cementerio y comenzamos un ascenso continuado de casi tres kilómetros, eso sí, por una buena pista. Tras un giro a la izquierda comenzamos a sacar rédito a lo subido.
Poco más adelante teníamos que cruzar sobre la vía del tren a través de un puente, que encontramos cortado con algunas traviesas, entendemos que para que nos pasen vehículos, porque nosotros pudimos cruzarlo por un lateral.
Después de unos cuatro kilómetros y cuando íbamos a entrar en esa localidad, un giro a la izquierda nos privó de ello. Enseguida giramos de nuevo, hacia el lado contrario, y terminamos bordeando La Hiniesta.
Enseguida la dejamos atrás tomando el camino que casi todos seguimos para dirigirnos a Zamora y que está dotado de esa pequeña inclinación que hace creer a todo el mundo que se encuentra fuerte, cuando es la gravedad la que está ayudando.
Pero al llegar al Puente Croix lo abandonamos para ascender hacia la derecha y enseguida girar hacia el otro lado para seguir un sendero muy divertido y sinuoso que atraviesa el bosque.
Acabamos junto a la Fuente de los Leones y desde ella fuimos hacia la carretera para retomar el carril bici. Pasamos junto al aparcamiento de caravanas, nos incorporamos a la carretera de Alcañices y desde ella fuimos hacia Trascastillo para continuar por los Barrios Bajos hasta llegar al punto desde donde habíamos partido.
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