24 de noviembre de 2024

A Peleagonzalo en lugar de a Ufones

Hoy se celebraba la Marcha BTT Ufones. Hemos acudido a ella en algunas ocasiones pero esta vez decidimos cambiar esa prueba por una ruta hasta Peleagonzalo. Los kilómetros eran prácticamente los mismos, pero el recorrido por Aliste era más duro. Sin embargo, el fuerte viento que sufrimos endureció lo que iba a ser un paseo largo.


La mañana nos sorprendió a todos porque al salir de nuestras casas lo primero que recibimos fue un bofetón de aire en la cara. No lo esperábamos ni lo habíamos tenido en cuenta para diseñar la ruta, pero era lo que había... Eso sí, a cambio la temperatura era ideal: 12 grados.

A las 9.30 h tres bikers nos presentamos en la Ciudad Deportiva y otros dos nos esperaron a la salida del Puente de Hierro, ya que teníamos que pasar por allí. Los cinco juntos dejamos atrás Zamora por el llamado Camino Viejo de Villaralbo, si bien enseguida nos desviamos hacia la derecha para continuar por un camino. No uno cualquiera, sino el GR-14, la Senda del Duero, que está marcada y señalizada desde la Sierra de Urbión (Soria) hasta la frontera portuguesa, en Vega de Terrón (Salamanca). 

Evidentemente, nosotros solo íbamos a seguir un tramo en dirección contraria a la marcha del río. Después de varios cambios de dirección comenzamos a rodar en paralelo al Canal San José, pero poco después ya íbamos a su lado, este tramo lo solemos evitar porque suele tener muchos abrojos, pero hoy hubo suerte y no nos causó ningún problema.


Rodamos junto al canal unos dos kilómetros, nos separamos de él al llegar a la localidad de Villaralbo, que atravesamos de lado a lado.


Salimos de ella, cruzamos la carretera de circunvalación y continuamos por el GR-14, siguiendo una larga recta de más de un kilómetro de larga en la que tuvimos que sufrir el viento frontal. Al terminar esta giramos a la izquierda para dirigirnos hacia Madridanos.

A esas alturas el viento ya se había dejado notar y sabíamos que soplaba del sur. Las rachas eran de hasta 30 km/h y, aunque lo llevábamos lateral no nos permitía ni hablar porque solo escuchábamos su zumbido.


Además, la temperatura, alta para la época nos sorprendió a todos e íbamos con ropa demasiado abrigada para los catorce grados existentes en esos momentos. 

Tras recorrer unos cinco kilómetros, que hicimos a buen ritmo, llegamos a Madridanos. Siguiendo las indicaciones de la Senda del Duero pasamos por un lateral de esta localidad y continuamos adelante hacia la zona llamada Las Contiendas que, nada más salir del pueblo, y tras ascender dos pequeños oteros, ya veíamos frente a nosotros.


El viento continuaba molestándonos y frenaba algo nuestra marcha, pero aún así los kilómetros iban avanzando, si bien más lentamente de lo que nos gustaría.


A nuestro paso por toda esa zona encontramos grandes extensiones de maíz recién cortado y varios montones de remolacha extraída de la tierra y esperando ser cargada camino de la azucarera.


Al llegar prácticamente a los pies de Las Contiendas giramos a la derecha lo que nos enfrentó directamente con el viento. Eso nos obligó a tomar medidas y a procurar rodar en fila, detrás de alguien que hiciera de parapeto.


A nuestra derecha, en ese tramo, dejamos El Viso y una gran paleta de ocres a su alrededor.


La larga recta que bordea Las Contiendas tiene una longitud de unos tres kilómetros. Se nos hicieron largos porque las rachas de viento no daban descanso.


Y con ese viento resulta vergonzoso ver que todos los aerogeneradores estaban parados. ¿Por qué estaban frenados? Cómo se ríen de nosotros las compañías eléctricas...


Terminada la recta realizamos un giro de noventa grados y comenzamos a ascender suavemente con una pendiente del tres o el cuatro por ciento.


Pero a medida que íbamos avanzando se iba incrementando también la inclinación, así llegamos a ver en el GPS un tramito del diecisiete por ciento.


Una vez terminada esta subida de, aproximadamente, un kilómetro comenzamos un descenso que sirvió para normalizar nuestras pulsaciones, pero era solo un respiro, porque pronto nos enfrentamos a otra subida de la misma distancia, pero eso sí, más llevadera.


A ambos lados del camino podíamos observar pinos y jara, pero algo más adelante pudimos ver algunas viñas. Llamó nuestra atención de un modo especial una tierra recién arada con un color muy distinto, muy rojizo.
 

Llaneamos un pequeño trecho, nos enfrentamos a dos subidas cortas y sus consiguientes bajadas y, seguidamente, comenzamos a descender. Por delante de nosotros teníamos una inmensidad de pinos. Como el firme lo permitía, simplemente con la inercia, cogimos buena velocidad.


Como un kilómetro y medio después de comenzar la bajada hubo una pequeña subida, y enseguida continuamos descendiendo. No tardamos en ver el pueblo de Peleagonzalo. Poco antes de entrar en él tuvimos que clavar los frenos porque había un tramo muy empinado y con muy mal firme. 


El descenso continuó a través de una de las calles del pueblo, que nos llevó directamente hasta la carretera que va hacia Toro.​


Peleagonzalo cuenta con dos curiosidades históricas. La primera es que las tropas de Isabel la Católica y las de Juana la Beltraneja se enfrentaron en los campos de esta localidad en la Batalla de Toro. La segunda es que el pueblo original se encontraba a orillas del río Duero. La noche del 28 de diciembre de 1860 una riada lo destruyó y fue reconstruido en su ubicación actual (de ahí la cuadriculada urbanización de sus calles), alejado como un kilómetro del río. La construcción de la nueva localidad duró poco más de dos años, siendo inaugurado en septiembre de 1962.  

Cruzamos la carretera y continuamos de frente por un camino que se dirige hacia el río. Al llegar a este giramos a la izquierda diciendo adiós al GR-14, después de unos veintiséis kilómetros siguiendo su trazado. Allí una señal del mismo indica los kilómetros restantes a Toro y a Villafranca de Duero.


El camino que comenzamos a seguir iba en paralelo al río, si bien después hicimos como la figura de un cuatro y nos alejamos algo del Duero.


Terminamos saliendo a la carretera  si bien solo rodamos por ella unos trescientos o cuatrocientos metros porque enseguida nos desviamos hacia la derecha para poder cruzar el río por el único puente existente entre Zamora y Toro. 


Una vez que penetramos en el puente realizamos una pequeña parada para mirar a uno y otro lado y saludar al río que es parte del nombre de nuestro equipo.


Tras unos segundos continuamos nuestro recorrido, terminamos de pasar sobre el puente y justo al salir de él vimos un cartel que ponía: "Aviso, montería". En un primer momento paramos, pero después continuamos porque simplemente era un aviso, no una prohibición.


Continuamos por ese tramo de carretera que une la N-122 con la Zamora-Toro (por Villaralbo) menos de un kilómetro. Giramos a la izquierda, hacia Marialba, y seguimos por un camino por el que hemos rodado varias veces en sentido contrario. 

En este tramo encontramos bastantes plantaciones de maíz aún sin cosechar. En esos maizales quedaba bien patente la fuerza del viento y eso que en esa zona estábamos algo amparados por las elevaciones de Las Contiendas.


Al terminar uno de estos maizales giramos a la derecha noventa grados y seguimos hacia la N-122. 


Al llegar junto a esta, cambiamos de nuevo de dirección, para continuar en paralelo a la carretera por el camino que da servicio a una gravera. Terminado este cruzamos la carretera y continuamos recto por un camino ancho que nos llevó hasta un pequeño túnel bajo la vía.


A la salida del mismo el camino iba hacia la izquierda para después hacer dos curvas a derecha e izquierda que nos llevaron hasta un tramo de unos tres kilómetros que se nos atragantó un poco porque en ese espacio se encadenaban cuatro subidas y otras tantas bajadas. 


Ese tramo estaba trazado en paralelo a Fresno de la Ribera, de hecho pasamos junto a su campo de fútbol. La última bajada nos llevó hasta un cruce de caminos. Nosotros continuamos de frente, por un camino que va en paralelo a las vías del AVE. En él nos encontramos con una subida más. 


Eso sí, después de esa y su correspondiente bajada solo nos quedaba llanear y llanear. Nos separamos algo de las vías férreas para ir a dar cerca del Hotel El Convento. Cruzamos la carretera y continuamos de frente, dejando a Coreses a nuestra derecha. Poco después volvíamos de nuevo hacia las vías, a las que nos pegamos de nuevo a lo largo de un buen trecho. 


En esta zona el viento nos daba por la izquierda y ligeramente por la espalda y notábamos algo su pequeña contribución, pero aún así, seguíamos rodando muy juntos porque algo nos amparábamos unos con otros. 


Como íbamos a buen ritmo no tardamos en llegar a Villagodio y desde allí a la gasolinera Vistalegre. Junto a ella nos unimos al carril bici por el que continuamos hasta la ermita de la Peña de Francia. Desde allí nos dirigimos al Bar CD, donde refrescamos nuestras gargantas. Estando allí llegó otro biker que había salido en solitario porque por prescripción médica debe ir a ritmo tranquilo y no debe hacer muchos kilómetros. 



Para descargar la ruta, haz clic en el logo de Wikiloc.

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