Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer esta ruta, subida a Wikiloc por Turismo de Zamora, que se presentaba bonita y muy apetecible. Sabíamos que el tiempo no nos iba a acompañar, que iba a estar nublado y que podría llover a la hora de terminarla, y aún así no tuvimos paciencia para esperar a otra ocasión. Intentamos hacerla aunque comenzamos ya lloviendo, tuvimos muchas complicaciones y la lluvia empezó a embarrar los caminos... Finalmente la abortamos a la mitad. Pero esta la haremos entera, fijo.
Como sabíamos que esta ruta podía albergar complicaciones los tres bikers que íbamos a realizarla salimos de Zamora antes de los habitual: a las 9.00 h. En tres cuartos de hora llegamos a Villadepera. Allí aparcamos en la plaza. Durante el viaje el cielo estaba muy gris y era muy amenazante, tanto que antes de llegar a nuestro destino nos cayeron unas gotas.Descargamos las bicis, nos preparamos y fuimos hasta el Bar Restaurante La Sierra con idea de tomar un café y reservar para comer al terminar la ruta, pero cuál fue nuestra sorpresa que leímos en la puerta que cerraba los martes. Empezábamos mal...
Así que comenzamos a rodar sin café. Nuestro primer destino era el Mirador de Peña Centigosa, que se encuentra a poco más de un kilómetro del pueblo. A él se llega por un precioso camino flanqueado de paredes de piedra y encinas. Además, el camino es descendente así que, tras el incidente del bar, no se podía empezar mejor...
Sin duda, el lugar merecía un selfie, aunque solo hubiéramos recorrido poco más de un kilómetro.
Finalmente llegamos al objetivo final de este tramo, el Molino del Cubo, llamado así porque recogía el agua del arroyo que llega hasta él por un cilindro (cubo) y desde él la desviaba hacia la maquinaria del molino, que se encontraba justo debajo.
Si bajar hasta allí nos costó, subir hacia la carretera nos supuso mayor esfuerzo aún porque había que tirar de las bicis por una cuesta sinuosa y muy inclinada. Cuando llegamos a la carretera nos supuso un gran alivio, eso sí, llevábamos poco más de dos kilómetros de ruta y habíamos empleado unos cuarenta y cinco minutos. A todo esto seguía lloviendo, agua muy caidita, pero persistente. Menos mal que iba a comenzar a las 14.00 h.
Recorrimos por la carretera poco más de cien metros y la dejamos tomando un camino a la derecha. No nos gustó mucho ver que estaba poco marcado, pero seguimos adelante porque permitía rodar aunque no fuera en las mejores condiciones. A eso había que unir que íbamos ascendiendo y lo continuamos haciendo como un kilómetro desde que abandonamos la carretera. Eso sí, la zona era preciosa a pesar de que la lluvia el día gris lo desvirtuaba todo.
La subida terminó cuando llegamos a una especie de esplanada donde nos unimos a un camino en condiciones que ya conocíamos de nuestros recorridos anteriores por la zona.
Descendimos por esa pista casi un kilómetro. La pena es que ya había barrillo "salpicón" y para evitar ponernos como unos cirineos descendimos despacio. La abandonamos para tomar un atajo que nos devolvió más adelante a esa misma pista pero evitando una curva muy abierta.
Como un kilómetro después comenzamos a descender por una zona en la que fue desapareciendo el arbolado, quedando solo escobas que, en muchos casos, invadían parte del camino. Bueno, en realidad camino no era, lo había sido, pero apenas se notaban dos roderas, y no siempre.
De nuevo volvimos a ascender, y lo hacíamos lentamente porque las escobas y algunas piedras no permitían coger velocidad alguna. Esta subida se prolongó a lo largo de casi un kilómetro y en ella íbamos en paralelo al río, que en algún momento se dejó ver.
No nos demoramos mucho disfrutando de la vista porque seguía lloviendo y nos estábamos quedando fríos. A estas alturas nuestra media era espectacular: 8 km en 1h 30'.
Uno de esos tramos nos introdujo en un cerrado y bonito bosque de robles. Rodando por él se nos cruzaron dos corzos, un macho y una hembra.
Poco más de tres kilómetros después de dejar atrás el mirador el camino que llevábamos desembocó en el GR-14, la Senda del Duero. En esos momentos la lluvia caía con más fuerza y decidimos que ya no íbamos a ir al tercer mirador sino que seguiríamos directos hacia Villardiegua para desde allí ir por carretera a Villadepera. Y es que, por un lado, la persistente lluvia no nos permitía disfrutar, por otro, empezaba a haber barrillo en todos los caminos, y para más inri llevábamos dos horas para recorrer poco más de 11 km.
Ya en Villadepera nos cambiamos y cargamos las bicis. Como no había posibilidad de comer allí reservamos en Bermillo de Sayago y hacia allí fuimos. Al llegar, como aún era pronto para comer, tomamos una caña y así dio tiempo a que llegara un cuarto biker que nos iba a acompañar en la comida. Llegada la hora comimos en el Restaurante Casa Coletto. Y desde allí para casa. La parte buena fue que a las 16.00 h estábamos en casa. La parte mala fue que cuando íbamos a bajar las bicis de uno de los coches nos dimos cuenta de que las llaves del portabicis nos las habíamos dejado en Villadepera. No nos quedó otra que regresar hasta allí. Entre ir y volver al final entramos en casa a las 18.00. Para un día que llegábamos pronto... Hoy los duendes se empeñaron en torcerlo todo y lo consiguieron.
De nuevo volvimos a ascender, y lo hacíamos lentamente porque las escobas y algunas piedras no permitían coger velocidad alguna. Esta subida se prolongó a lo largo de casi un kilómetro y en ella íbamos en paralelo al río, que en algún momento se dejó ver.
Un ligero giro a la derecha nos llevó a una zona en la que ya ni había siquiera roderas. Bordeando las escobas llegamos a unas rocas. Se trataba del Mirador de Los Pueyos. Dejamos las bicis al lado, nos acercamos a dichas rocas y comenzamos a caminar sobre ellas con cuidado porque tenían mucho verdín y con la humedad y las calas eran como una pista de patinaje. Cerca del borde las vistas del Duero eran espectaculares, hacia un lado y hacia el otro.
Regresamos unos cien metros y continuamos por lo que se intuía como un camino que salía a la derecha. Poco a poco comenzó a estar más marcado y terminó siendo uno en toda regla. Cambiamos varias veces de dirección y estos cambios nos introducían en zonas donde tan pronto rodábamos por tierra como lo hacíamos por praderas.
Poco más de tres kilómetros después de dejar atrás el mirador el camino que llevábamos desembocó en el GR-14, la Senda del Duero. En esos momentos la lluvia caía con más fuerza y decidimos que ya no íbamos a ir al tercer mirador sino que seguiríamos directos hacia Villardiegua para desde allí ir por carretera a Villadepera. Y es que, por un lado, la persistente lluvia no nos permitía disfrutar, por otro, empezaba a haber barrillo en todos los caminos, y para más inri llevábamos dos horas para recorrer poco más de 11 km.
El tramo del GR-14 comenzó en ligera subida pero más adelante comenzamos a descender hacia Villardiegua de la Ribera. Procuramos rodar por el borde, en el que había algo de hierba, porque hacerlo por la pista nos llenaba de barro.
Después de tres kilómetros llegamos a esa localidad. Fuimos hasta la Plaza de la Iglesia para, al menos, ver la famosa Mula de Villardiegua, un verraco prerromano obra de los Vettones y que fue traído del cercano Castro de San Mamede. Le pedimos permiso para hacernos un selfie con ella. Como no contestó y quién calla, otorga, nos lo hicimos.
Enseguida nos subimos a las bicis, nos dirigimos a la carretera y al llegar a ella giramos a la izquierda para ir hacia Villadepera. En un primer tramo recorrimos unos dos kilómetros y medio de subida tendida, a continuación tocó disfrutar de los réditos y con creces, porque descendimos primero un kilómetro hasta el cruce con la carretera que une Moralina y Villadepera. Y una vez incorporados a esta, otros dos kilómetros sin apenas dar pedales hasta llegar al pueblo.
Ya en Villadepera nos cambiamos y cargamos las bicis. Como no había posibilidad de comer allí reservamos en Bermillo de Sayago y hacia allí fuimos. Al llegar, como aún era pronto para comer, tomamos una caña y así dio tiempo a que llegara un cuarto biker que nos iba a acompañar en la comida. Llegada la hora comimos en el Restaurante Casa Coletto. Y desde allí para casa. La parte buena fue que a las 16.00 h estábamos en casa. La parte mala fue que cuando íbamos a bajar las bicis de uno de los coches nos dimos cuenta de que las llaves del portabicis nos las habíamos dejado en Villadepera. No nos quedó otra que regresar hasta allí. Entre ir y volver al final entramos en casa a las 18.00. Para un día que llegábamos pronto... Hoy los duendes se empeñaron en torcerlo todo y lo consiguieron.
Sin duda, repetiremos esta ruta para hacerla entera y disfrutarla. Eso sí, esperaremos a que las circunstancias sean las oportunas.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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